NO DEJES PARA MAÑANA…
En mi opinión, eso de dejar las cosas para otro momento casi nunca es una buena idea. Los asuntos que se presentan en nuestra vida, aunque no sean de nuestro agrado, hay que resolverlos.
Mafalda le dijo a Miguelito en una ocasión: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Miguelito lo pensó durante un rato. Le parecía razonable lo que le había dicho. Después de pensarlo respondió: “tienes toda la razón. Mañana empiezo”.
Hasta ahora decíamos que no hay que aplazar innecesariamente lo que hay que hacer. Ahora se dice que no hay que PROCRASTINAR, que es una palabra de difícil pronunciación que significa exactamente lo mismo: “diferir o aplazar”.
A lo largo de mi vida he vivido muchas situaciones en las que tenía que resolver un problema y no me apetecía afrontarlo, o bien tenía que tomar una decisión y la aplazaba continuamente, o tenía que hablar con una persona de un asunto desagradable y retrasaba uno y otro día esa conversación pendiente e indeseada.
Si te has fijado, habrás comprobado que he repetido varias veces “tenía”, y es que generalmente son cosas que “tenemos” que hacer por obligación… y no son apetecibles. Lo que nos gusta, o nos resulta fácil, no lo aplazamos.
No nos gustan las situaciones ingratas, no nos gustan los problemas, no nos gusta lo desagradable. Pero no queda más remedio que afrontar todo eso y resolverlo.
Personalmente, ahora, cuando “tengo” que resolver algo procuro tener muy claro lo que voy a hacer, busco el mejor modo y lo hago. He aprendido que es mejor pasar un rato malo, ingrato, pero con la confianza de que ese rato se va a terminar y a partir de entonces podré quitarme de la cabeza –o del sufrimiento- ese asunto.
Si tengo que decir “no”, me convenzo de que va a ser una conversación de sólo unos minutos, pero que callar ese “no” me puede acarrear horas o días de incomodidad. PREFIERO PASAR UN PEQUEÑO MAL MOMENTO QUE UN GRAN MAL MOMENTO.
Lo que tengo que hacer, tengo que hacerlo. Así que… ¿para qué alargar más la agonía? mejor afrontarlo y terminar con ello. Detrás de los aplazamientos se esconde algo, así que hay que preguntarse… ¿de qué estoy intentando huir?,
Leí una frase que me gustó: “Cuando tienes que escalar una montaña no creas que esperando se hará más pequeña”. Es rotunda. Y si la razón o la excusa que uno esgrime es “no estoy preparado”, pues… a prepararse y no quedarse indolente esperando que la preparación aparezca en uno milagrosamente. Me remito a la pregunta del párrafo anterior.
A fin de cuentas, no hay que olvidar que lo importante es lo que haces y no lo que dices que vas a hacer. Después no será mejor, será igual.
¿A qué le tengo miedo? esta es otra buena pregunta para quien tiene la costumbre de aplazar los asuntos. Y conviene responderla. Aún hay otra buena pregunta, que surge de la anterior: ¿quién tiene miedo? Tal vez no eres tú quien teme y es un niño que aún llevas dentro, o es tu falta de confianza en ti, o tu pequeña Autoestima, o que te preocupa que si te “equivocas” de nuevo tendrás que pasar por ese tortuoso proceso de los auto-reproches. Es muy bueno saber quién es el que boicotea y saber desde dónde, por qué y para qué.
Si quieres realizar tus sueños, si quieres alcanzar tus metas, es imprescindible tu colaboración. El secreto es, simplemente, comenzar. No te dejes para después. O corres el grave riesgo de que te llegue un día, tras muchos aplazamientos, en el que será demasiado tarde y ya no podrás hacer lo que querías hacer.
Este es un asunto demasiado importante que se merece una gran atención. No lo aplaces. No lo dejes para mañana.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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