¿ESTÁS SIENDO TÚ O ERES TU YO IDEA?
En mi opinión, quien sigue siendo a estas alturas de su vida su YO IDEA y no él mismo -él realmente- se está perdiendo una gran parte de su vida viviendo en una falsedad y representando un personaje que no es él.
Se le llama YO IDEA al PERSONAJE que vamos creando durante nuestra infancia en base a las ideas que los otros nos dan acerca de nosotros mismos. Dado que en ese tiempo no sabemos quiénes somos, vamos recopilando la información que los otros nos aportan cuando hablan de nosotros o con nosotros, y dado que a esa edad no tenemos la habilidad ni los argumentos para descartar o rebatir algunas de las cosas que nos dicen, optamos por creerlas todas y con esos datos nos vamos haciendo una IDEA de cómo y quiénes somos.
Si nos dicen que somos torpes, distraídos, inútiles, brutos, guapos, etc. –incluso aunque algunas cosas lleguen a ser contradictorias entre sí- suponemos que eso que nos dicen somos nosotros y en función de eso vamos viviendo y afianzando nuestra personalidad y nuestro carácter.
Si me han dicho que soy torpe y me lo he creído, actuaré como torpe y no corregiré mis torpezas porque estaré convencido de que es mi naturaleza, que soy así, y que eso no tiene remedio. Si me han dicho que soy distraído y me lo he creído… ¡pues qué se le va a hacer!, me diré que soy así y no haré ningún esfuerzo para prestar más atención y resolverlo.
Los Procesos de Introspección y de Autodescubrimiento sirven para eso: para cuestionárselo todo acerca de uno mismo, para empezar a conocerse realmente y para eso hay que observase como si fuese la primera vez que uno está consigo mismo y quiere saberlo todo y conocerse a fondo. Así que… la tarea es quedarse a solas y preguntárselo todo, tranquilamente, incansablemente, buscando la verdad detrás de la apariencia, cuestionándose hasta lo más básico, desmenuzando los pensamientos y dándose cuenta de quién piensa así o porqué piensa así.
Si no hay un proceso de respuesta actualizado con respecto a uno mismo, sino que todo se sustituye por unas respuestas automáticas –las mismas de toda la vida-, tal vez haya que reemplazarlas casi todas. Si uno está del todo presente durante el proceso de pensamiento y acaba decidiendo libremente, entonces está bien.
También es útil estar absolutamente atento a cada acto propio importante para preguntarse… ¿por qué? y preguntarse… ¿para qué? Cada cosa que se hace tiene que tener una razón y conviene averiguar por qué se hace cierta cosa sin ser consciente de ello o para qué se hace cierta cosa sin ser consciente de ello.
Uno sólo puede conocerse observándose y preguntándose con toda la honestidad. Las otras posibilidades -como por ejemplo preguntarle a algún amigo- es posible que no sean muy fiables, bien porque no nos conoce bien y del todo sino sólo en algunas facetas o bien porque su opinión puede estar determinada por sus propios condicionamientos y traumas.
La verdad se esconde a veces y hay que quedarse un tiempo quieto y agazapado -sin cansarse nunca- hasta que aparezca. Y la verdad es inconfundible: a veces deslumbra y por ello es innegable y a veces duele, y por ello también es innegable. Sólo una honestidad incorruptible es capaz de distinguir entre la verdad y una nueva y más sofisticada mentira o excusa. Así que hay que estar muy atento, con toda la sinceridad abierta, para reconocerla.
Cuando te descubras del todo comprobarás que tienes poco que ver con ese YO IDEA que está ocupando tu lugar, y será el momento de reconstruirte aprovechando todo lo sano y verdadero que haya en ti, arrasando sin miedo todo lo demás, y comenzando la etapa de tu vida en la que serás, por fin, realmente tú mismo.
Y te alegrarás de haberte descubierto.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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