[b]FABULAS DE LOS ESTUDIANTES - NOVELA
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por Alejandra Correas Vázquez
(Segunda Entrega)
FÁBULA DOS
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SIESTA Y VISITA
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Después del almuerzo la anciana se dirigió con prisa hacia su habitación. La siesta extendíase por la casa. Afuera el cielo comenzó a nublarse. Luz ordenó sus libros, tomó el teléfono y luego de hacer una llamada salió a la calle. Llevaba una dirección escrita sobre un papel.
—“Boulevard San Juan .... espero encontrarla”.
Algunas motocicletas cruzaban velozmente por el tráfico, como tratando de impactar a los transeúntes.
—“¿La familia Molina?”— preguntó en un quiosco ubicado sobre la vereda
—“De esta casa, la siguiente”— le contestaron
—“Gracias”.
Volvió a leer el número que había anotado. Luego presionó el timbre.
—“...Andrea ¿Está?...”
—“Sí, pase”— Luz entró y cerraron la puerta detrás de ella.
Caminó por varias habitaciones obscuras. Al final del corredor se abrió una puerta.
—“¡Hola!”— díjole Andrea
Era una jovencita pálida pero de ojos brillantes, muy delgada y alta. Las manos nerviosas jugaban entre sí.
—“Me costó llegar, no encontraba la casa”— explicóle Luz
—“¡Parece que hubieras llegado de otra provincia! Tu cambio de domicilio te tiene confundida. Durante este año te he desconocido varias veces, pero creo que cualquier contraste es beneficioso ¿Te vieron entrar? ... Mejor que no”
—“¿Quiénes?”
—“Bueno, las mujeres de esta casa”.
—“¿Las mujeres? ...Pero si ésta es tu familia”— Luz se rió sonoramente —“¡Ni que me encontrara ante un muchacho!”
—“Lo mismo da. Yo soy hombre. La naturaleza se equivocó conmigo. ¡No te rías y habla más bajo!”
Andrea paseaba por su habitación. Vestía pantalones negros y llevaba los cabellos sueltos sobre la espalda, que eran también obscuros y lacios. Sobre las paredes de su dormitorio había recortes escritos y pegados con chinches. También algunos trozos de cuadernos con letras manuscritas, casi ilegibles.
—“Son poesías mías. Estas otras las he tomado de diferentes lugares. Algunas las conservo desde hace mucho tiempo”
Luz acercóse y en un trozo perteneciente a la hoja arrancada de un libro, leyó lo siguiente:
“Existen en el mundo dos hombres perfectos: uno ha muerto y el otro todavía no ha nacido. Proverbio Chino.”
—“Lo guardo desde que iba a sexto grado de la escuela primaria”— le explicó su joven amiga.
Luego ambas tomaron asiento. La habitación estaba invadida por un relativo desorden, en medio del cual sobresalían, como coloridas flores colocadas con especial cuidado, una serie de muñecas. Algunas de tamaño medio revelaban el uso que se les diera en los juegos de infancia. Otras, con sus luminosos vestidos, habían pasado de la estantería del negocio de venta al dormitorio de Andrea.
—“¿Y esa estridencia?”— preguntó Luz al escuchar el ritmo de un disco puesto de improviso a todo volumen, que provenía del cuarto vecino.
—“Son mis hermanas...”
Fue esa la contestación displicente de Andrea, mientras jugaba con los extremos de sus largos cabellos, tenía la cabeza baja y pensativa.
—“Claro es, que los gustos son muy personales”— opinó Luz
—“¿Gustos? ¡No! Yo creo que representan una actitud. La misma que ha existido siempre a determinada edad. Una rebeldía sin revolución”
Su figura parecía más delgada. Habíase apoyado contra el respaldo de la cama, mientras sus pies permanecían en el suelo.
—¿Y a qué le llamarías revolución?— Luz la observaba con interés
—¡Oh! Es algo extenso pero sencillo. Basta un chispazo de penetración”
—“¿Me puedes explicar tu pensamiento? Siempre lo haces, encerrada en tu cuarto entre libros meditas todo el tiempo”
—“Sí, es claro. La Revolución real, auténtica, sobrevive a las épocas y a las edades. No es un disfraz de determinado período. Obra como la mano de la propia Naturaleza, en estado de creación continua”— el disco había callado sus voces —“Mañana habrán olvidado el perfumado humo de sus cigarros. Se maquillarán severamente el rostro. La sonrisa será una mueca cargada de temor y se asomarán entre los intersticios de las persianas de plástico, para atisbar las vidas ajenas. Es el mismo círculo. La rebeldía externa”— expresóse Andrea
—“¿Nada más? ¿No habrán logrado algo nuevo?”
—“Sí ...algo... Los visillos con bordes de encajes habrán sido suplantados por un material actual. Ya lo dije “Persianas de plástico”. Los jóvenes de entonces lo arrancarán de las ventanas para colgar algo más novedoso. Pero no habrán construido algo nuevo”— aseguró ella —“Mientras que el Revolucionario Real caminará silencioso por las calles, leerá los poemas de la antigüedad o meditará pausadamente, desentrañando los misterios de las religiones del pasado...”
—“¿Es un recolector de viejas dudas acaso?”
—“Más bien un investigador... Entonces contra él se levantará un índice acusador. Será otro muchacho de cabellos desordenados. En estos días portará una guitarra de vida eléctrica, y mañana tal vez el instrumento musical que lleve contenga una energía arrancada del planeta Venus o tal vez de Saturno... ¡Retrógrado! ...le gritará al anterior, alejándose”
—“Duras palabras”
—“Luego quizás perciba una mano envuelta en un aro brillante. Su piel está reseca debido a los baños de las aceites. La carne original se ha alterado, tal vez él se acerque para ofrendarle un beso, pero al acercar sus labios una mezcla de fragancias y cremas lo hará huir despavorido”
—“Triste perspectiva”— comentó Luz
—“Afuera lo espera la lluvia. Es la Naturaleza que renueva sus creaciones. Una flor nacida con el siguiente sol habrá de brindarle el amor que anhelaba. Tendrá sin duda muy pocas monedas dentro de sus ropas, poco importa, él construye. Sobre el viejo horizonte lo estarán divisando dos figuras fundidas en una sola. El muchacho y la dama. En nada se diferencian. El personifica a los burócratas de mañana. Ella lo señalará con su índice, gritándole: ¡Inmoral!”
Andrea calló de pronto, produciéndose un silencio.
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