CAPÍTULO 4 – LA MUJER EN LA RELACIÓN
Este es el capítulo 4 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Cuando una hembra humana es solamente una niña ya intuye que más adelante será mujer y que, posiblemente, será cónyuge y será madre.
Como no es habitual que alguien la prepare expresamente para esas facetas –salvo nociones básicas de educación personal y auto-cuidado-, tiene que ir aprendiéndolo por su cuenta y, por comodidad y porque le merece confianza, se fija en un modelo que tiene cerca: su propia madre.
Y ya que su madre parece persona de fiar –porque la ha parido, la ha alimentado, la ha cuidado y en muchos casos ha demostrado cariño-, se dedica a copiar ese modelo, la imita en todo, y le toma prestadas –en vez de elaborarlas por su cuenta, ya que no está preparada para ello- sus formas de pensar, de actuar, de comportarse, de ser, y así lo hace en los tres aspectos: se fija en ella como mujer, como madre y como cónyuge.
Es posible que más adelante se demuestre en algunos casos que su madre no fue un buen modelo en todos los aspectos –en algunos sí, por supuesto- y que si hubo una excesiva dedicación o servilismo a su pareja eso fue contraproducente -pues tal vez le mostró que el sometimiento y la dependencia son la norma en las relaciones-. También es posible que el exceso de celo y sobreprotección para que su hija no tuviera problemas o no sufriera lo único que consiguió fue evitarle una serie de experiencias imprescindibles para aprender a valerse por sí misma, y a larga eso también será problemático; hay muchas posibilidades de que si su madre era sumisa y nada asertiva en su relación, la sumisión que aprenda de ella le amargue un poco la vida –y ello se deberá a que no aprendió a defender sus derechos propios-; un desinterés de su madre por su propio Desarrollo Personal o cultural, y su rendición ante las circunstancias, pueden contagiarle su apatía ante la vida y un desinterés por sus cosas personales; y hasta puede ser que la tristeza materna le haya negado la capacidad de reírse en muchas en más ocasiones, o que se calle muchas cosas porque su madre – mostrando su sometimiento en la relación, o con un consejo bienintencionado pero que no fue acertado- le inculcó que es mejor callar.
Por supuesto que esto son solamente unos pocos ejemplos y no tiene por qué ocurrirle igual a todas las mujeres. Pero a quien le haya afectado alguno de estos ejemplos sabe bien de qué hablo.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
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