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 LA PRINCESA HERITH (Histotia Egipcia Novelada))

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Alejandra Correas Vázquez
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Alejandra Correas Vázquez


Cantidad de envíos : 718
Fecha de inscripción : 07/10/2015

LA PRINCESA  HERITH  (Histotia Egipcia Novelada)) Empty
MensajeTema: LA PRINCESA HERITH (Histotia Egipcia Novelada))   LA PRINCESA  HERITH  (Histotia Egipcia Novelada)) Icon_minitimeDom Ago 23, 2020 11:46 am

LA  PRINCESA  HERITH
............................
Historia  Egipcia Novelada
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por Alejandra Correas Vázquez
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1 – BODA REAL


El amanecer ha llegado en un día diáfano donde las multitudes de Tebas se agolpan por los caminos. La capital sur egipcia brilla engalanada, mientras los pregoneros dan la bienvenida a una comitiva oriental, llegada del norte del Nilo, que avanza encabezada por sus músicos.

Desde su imponente sobriedad ausente de adornos, el rey de Tebas acompañado por los principales de su reino, está preparado para recibir aquel encuentro del destino que sellará bajo los brazos del amor, una paz tal vez perdurable.

Envuelta en sus decorados trajes y seguida de sus cálidas doncellas, la princesa Herith suspira hondamente... Atrás suyo ha dejado el palacio oriental de su padre pletórico de alegría y cubierto por todos los productos de Fenicia : El lapislázuli. Las turquesas. Plata. Oro. Cobre. Madera de algarrobo y la exquisita miel. Ya no beberá más el vino de las viñas del norte. Ni volverá a contemplar desde su habitación en el palacio paterno, las trescientas naves de abeto verde que unen navegando al Bajo Egipto con el Medio Oriente.

A sus espaldas el rey asiático del norte —–su padre—– se ha detenido a contemplar la lejanía con el espíritu impregnado de esperanzas. Aquella lujosa comitiva que organizara para el traslado de su hija, ha dejado huellas de soledad en el palacio.

Los gorjeos infantiles de la niña aún resuenan por lo corredores y el eco musical de su alegría obsequia un halo de angustia, como la imagen del genio de Aladino disuelta en forma de nube. Pero detrás de cada una de esas miradas nostálgicas debido a la ausencia de la princesa Herith, en el trasfondo de sus ojos vivaces y almendrados ahora ensombrecidos, descubre también con visible consuelo, el anhelo de paz que los orientales del Bajo Egipto han depositado en aquella embajada romántica.

Aguas arriba, anochece. Los grandes ceremoniales de esa boda real, han concluido. Los caminos han quedado silenciosos cuando el rey de Tebas deposita a la princesa oriental en el interior de su alcoba. Los laúdes asiáticos repercuten en el aire y la lira de ocho cuerdas, que acompañara a Herith durante toda la travesía, es más nostálgica aún que su añoranza.

Su piel fresca y humedecida de fragancias fenicias, reboza juventud. Sus manos ágiles juegan al amor junto a la plenitud de su rostro resplandeciente. Muchas imágenes transfiguran el escenario que la rodea. Unas veces cubierto de blancos lotos y otras de ciénegas ennegrecidas. En su conciencia bulle el anhelo de todo un pueblo radicado hace tres siglos en Egipto, cuya suerte ha sido depositada en sus manos. En su capacidad amatoria, para evitar su expulsión.

Los brazos viriles del faraón del sur que ahora la envuelven –con su pasión de hombre cautivado ante la virgen núbil– le parecen tan cálidos como los del padre en la despedida. Y en su espíritu impregnado por una aspiración de paz, querría reunirlos a ambos en una amistad eterna.

Todavía repercuten en su oído las palabras paternas, del faraón del norte... las últimas frases que ella le oiría pronunciar. Todo su mundo interno se conmueve allí al recordarlas, sintiendo la pequeñez de su persona ante una responsabilidad tan grande. Es entonces cuando toma conciencia de su fragilidad.

2 – HELIÓPOLIS

Sobre los verdes prados del Bajo Egipto donde desemboca hacia el mar la correntada del río Nilo, el último de los reyes Hiksos pasea su mirada sobre el horizonte. Ya no sabe cuál es su sentimiento. Ha pasado por sucesivas emociones. Primero fue la esperanza. Luego la nostalgia. Por último se siente avasallado por la angustia.

En su sentir impotente parece implorar que una fuerza imponderable acompañe la embajada de su hija. Sin embargo, le basta recorrer con la mirada en derredor suyo y a lo lejos, para percibir que toda la juventud de Herith no bastará para calmar la sed de odio, entre dos países enfrentados por una vieja discordia. El Egipto del Sur y el del Norte, con dos faraones distintos, siglo XVII a.C.

El Gran Apofis se retira de los jardines y vuelve sobrecogido con el espíritu cauteloso al interior del palacio. Los cortesanos lo reverencian con miradas indagantes. Todo es silencio. Expectación. Espera. Los laúdes han callado. Aquel tiempo detenido en el espacio, semeja la impavidez piramidal hecha de carne…. Auserra Apepi –en su nombre egipcio– está realmente solo. Sedente en el trono escucha como un rumor el anuncio de sus heraldos. Los visitantes se le acercan silenciosos, sin ser casi percibidos por él. El Gran Apofis como estatua pétrea que cobrara vida de improviso, se sorprende al descubrirlos enfrente suyo ...Son ellos...

Son ellos: Los emisarios de Heliópolis lo miran en silencio, con la faz muda de su eterna calma. Esos rostros inmóviles que ahora lo contemplan con pesimismo, así como antes se alegraban con sus éxitos de esplendor, le hablan ahora en conjunto, sin emitir palabra alguna, sobre el triste destino futuro de todo ese Bajo Egipto…. Su tiempo ha concluido.

El tiempo de todos los orientales “Aamu” ha concluido. Los reyes Jeka–Jast, de la XV dinastía, pertenecen ya al pasado. El Nilo está dispuesto a expulsarlos con premura y sin tregua. Ni siquiera los hijos que tendrá su hija ––faraones en el sur de Egipto–– llegarán a ningún pacto de paz con él.

3 – FANTASMAS

Cae la obscuridad de la noche mientras las naves de abeto verde de su flota descargan en los puertos del Delta, aceite, grasa y resina que han traído de Fenicia. Las grandes arboledas del norte emergen como fantasmas impertérritos. Sobre la copa de cada uno de los árboles parecen reflejarse los rostros de sus antepasados. Es un desfile tétrico y melancólico. Por su mente desolada y angustiada, se presentan una a una las imágenes del pasado.

Los faraones hiksos se hallan ahora frente a él, como espectros sin tiempo le hablan de esplendor y de gloria, de un mundo fastuoso. Cada uno de ellos le va recordando las antiguas grandezas de aquel reino oriental del Egipto. Y allí está Khian, aquel monarca que llevó sus sellos reales por todo el mar Mediterráneo, extendiendo el comercio de la nación del Nilo hacia el exterior, acompañado siempre por su Visir Yussuf, cuyo nombre egipcio fuera Zafnazpaaneaj, yerno de sacerdote heliopolitano Potiferaj y esposo de Asenaz.

Sobre el borde de la ribera un músico acompaña sus pensamientos con las ocho cuerdas asiáticas de su lira. En sus galerías las tejedoras “aamu” aprovechan la frescura nocturna, para diseñar alfombras con el telar vertical que han importado de medio oriente.

La blancura lunar ha acampado cerca de los jardines. Es el esplendor plateado del dios-luna Toth que baja a su encuentro. Una sombra obscura parece envolver la figura del monarca oriental que medita en el devenir de su reino y de toda su grey. En su fugaz luz de recuerdos, los antepasados que han llegado a visitarlo en su insomnio, se escurren por el manto obscuro de la noche rumbo a los reinos de Osiris... Rememorando sus glorias mortales el antiguo Visir Yussuf, hijo de Jacob, nieto de Isaac y bisnieto de Abraham, duerme embalsamado en un ataúd del Bajo Egipto.

4 – ESTELA TRÁGICA

Luego el vacío se apodera de todo. Es el final. El abismo que no se detiene. Y en el epílogo sin nombre una Estela trágica sella su epitafio :

“Heme aquí. Yo he venido. La fortuna está conmigo, cobarde Aamu (Asiático) Mírame bebiendo el vino de tus viñas. Este vino que han prensado para mí los Aamu que son ahora mis prisioneros. Yo saqueo tu residencia y corto tus árboles. He arrojado tus mujeres a mis barcos. He capturado tus carros. No dejo ni una tabla de tus trescientas naves de abeto verde, llenas de oro, de lapislázuli, de plata, de turquesas, de numerosas hachas de cobre, sin hablar del aceite, de la resina, de la grasa, de la miel, de la madera de algarrobo, de todas las maderas preciosas, de todos los buenos productos de Fenicia. Lo he arrebatado todo. No he dejado nada. El reino del Norte está frente a la desolación. El Aamu, su rey, está arruinado.”

     (Estela de Kamose, rey de Tebas,
       traducción de Pierre Montet)
.
El telón ha caído. La leyenda está pronta. Un universo de imágenes míticas y teñidas de heroísmo, se irán acumulando en el recuerdo de los siglos que transmutarán en milenios. La cruel descripción que nos ofrece la Estela de Kamose, es despiadada. No sólo por la sangría de la guerra que describe, sino más que nada, por el desorden que involucra. Por la total desarticulación de los bienes nacionales, que están aquí  detallados con una gran emoción de orgullo.

Esa devastación de riquezas beneficiosas a todos. Esa satisfacción por la destrucción de barcos y alamedas. El aislamiento. La imposibilidad posterior de comunicación con el extranjero. La ansiedad por la lapidación... Todas estas patologías guerreras, son las mismas nubes que se ciernen con horror sobre cada uno de nosotros, habitantes del siglo XXI d.C.

El horizonte negro de tormenta abrió en aquel Egipto del siglo XVII a.C., las puertas a la devastación. Un manto de tiniebla quebraría por mucho tiempo aquel esplendor del Bajo Egipto. Una epopeya de reconquista dramática desvinculó al Egipto faraónico del Medio Oriente. Norte y Sur volcados como enemigos se desangraron sin tregua. Un lúgubre y tortuoso período de revueltas interiores y fraticidas. Fue aquél, un interregno de horror.

5 –EL LOTO

Después de una devastación que aplanara el país, en el silencio sepulcral de una tierra de nadie. En un mundo demolido, donde sobre la superficie de las aguas aún flotaban las tablas que antaño componían las trescientas naves de abeto verde, que los reyes Hiksos usaban para traficar con Fenicia. Cuando la sombra ha cubierto el escenario, surge otra vez la vida con memoria de especie y reconstruye un nuevo Egipto.

Toda una era cultural, toda una época admirada en su humanismo, está pronta a emerger, como el loto que saliendo de turbios barrizales, asoma a la superficie centellando en el blanco primordial de su corola.

Así fue el extraño origen de la dinastía XVIII, constructora del Nuevo Imperio... Surgió de crueles y angustiosos desencuentros, entre obscuras márgenes de un río patinado de sangre. De residencias saqueadas y arboledas devastadas.

6 – REFUGIADOS

Sobre el eco enmudecido de esta historia antiquísima, llegan hasta nosotros los coros de un período humano oculto en nebulosa. Los faraones orientales o Jeka Jast (reyes pastores) han dejado una incógnita. Una leyenda secreta y envilecida por sus destructores... Pero quedó algo.

Como una polvareda disuelta en el horizonte. Como la espiga arrojada por el viento. Su imagen desdibújase dentro del paisaje egipcio, cuando sus intérpretes ya no pueden exponer sus voces propias. Pero sobre esa magnitud de la distancia llegamos nosotros ...los modernos.

Y sutilmente, como el hilo casi invisible de la tela de araña escondida en rincones insólitos, removemos los ropajes arcaicos y reconstruimos ese escenario con la medida de nuestra conciencia actual. Los reyes Hiksos representan el pilar fundamental donde está asentado el Nuevo Imperio Egipcio.

¿Pero de dónde provenían? ¿Por qué se instalaron en la tierra del Nilo como un pueblo completo? ...El vacío. La incógnita. El silencio de sus depredadores o el autosilencio de ellos mismos.

No hubo conquista armada, pues los arqueólogos no hallan rastros de la misma. Ellos no ingresaron a Egipto por medio de la violencia sino por métodos comerciales... como decía la Biblia. Traían cultura propia, diferente de la nativa y la adaptaron a ella. En la dinastía XII llega un rey extranjero —Jeka Jast—llamado Ibsha acompañado por una lujosa comitiva. Con hacienda propia, músicos, mujeres vistosamente ataviadas en ropajes de colores, luciendo todos ellos sandalias que los destacan de la gente egipcia, donde hasta los reyes iban hasta ese entonces descalzos.

Ibsha entrega al faraón Amenemhat II presentes muy ricos pidiéndole refugio, pues por aquellos siglos las hordas indoarias asolaban el oriente próximo, principalmente Sumeria. Por aquel tiempo también, según la crónica hebrea, Abraham se instala en casa del faraón y ya nunca más retornará a sus tierras mesopotámicas.

De improviso sin otra explicación, los hallamos como jefes absoluto del Bajo Egipto (norte) integrando la dinastía XV. Sus estatuas no son convencionales, con espesas melenas y tupidas barbas de moda babilónica. Sólo el Génesis hebreo ofrece un memorial del Visir Yussuf, yerno de Potiferaj sacerdote de Heliópolis, haciéndolo proceder del medio oriente y dando la versión mediante la cual este visir habría comprado a los nativos todas las tierras y los bienes que después constituyeron el reino del norte.

7 – MESTIZACIÓN

¿Se fueron los españoles de Hispanoamérica? ¿Los portugueses de Brasil? ¿Los árabes de Andalucía? ¿Los franceses de Canadá? ¿Los ingleses de América del Norte? ¿Los vikingos de Inglaterra, Normandía y Galicia? ...No.

Un afán trashumante cultural nace con el hombre y no se asienta numerosas veces, en memoriales bélicos. Muchas veces lo bélico es en realidad su expulsión, tampoco lograda plenamente. Pero logramos algo, yuxtaponer las sangres. La mestización, la fusión de lenguas, la integración cultural incluyendo pasado y presente. Influirán al pueblo nativo y serán influidos también por él.

PADRE  E  HIJA
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La princesa Herith duerme. Ha descansado su espíritu luego de una larga travesía. Y despierta. No salvó a su padre. Pero salvó a su pueblo. Lo introdujo definitivamente en Egipto. Quedó para siempre en Tebas con sus laúdes y sus delicadas doncellas que enamoraron a todos los egipcios sureños. Y heredaron las dinastías sucesoras de ese milenario Kemit de los faraones que reinaron sobre el Nilo.

Reposa su mente. Su alma divaga. Escucha una voz que entona los sones del pasado ...y su padre le habla. El Aamu, rey asiático del norte susurra en su oído :

—“Calma ... hija mía, todo ha concluido... Y estamos juntos”

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