La caja de los truenos 2ª parte del capitulo 1

Pensó que esa extrañeza pudiera deberse al color gris que lo envolvía.
Estaba acostumbrado a ver las nubes de color en todas las cosas y en todas las personas. Los movimientos y los cambios en esos colores, múltiples colores que se mezclaban. En cambio aquel día todo parecía en blanco y negro. Miguel achacó ese cambio al orujo, incluso pensó que igual se había "averiado" algo al caer en aquel montón de escombros. Se sentía extraño, pero lo mas denso, lo que mas destacaba en él era esa tristeza que por otro lado, en aquél momento era incapaz de relacionarla con toda la oscuridad que lo rodeaba. De cualquier forma, estaba convencido que eso era algo pasajero y tampoco le importaba demasiado: "para lo poco que me queda de estar por aquí..."

Miguel se había tomado la existencia como un juego. Al ser consciente de toda la información de toda la historia, de todas las mentes... nada le resultaba un misterio.
Si alguna vez tenía dudas sobre algo, le aparecían "los blancos" para instruirle. A veces los escuchaba y muchas otras veces los ignoraba, mezclados como estaban con todo el resto de información que se le amontonaba en su perturbada cabeza. Los veía tan a menudo que formaban parte de su vida "normal" y estaba convencido de que su presencia y sus palabras no tenían mas importancia que cualquier otra aparición de las muchas que podía percibir.
Sin embargo ese día no estaban, ese día todo parecía haber cambiado y por ello necesitaba llegar a su casa, ponerse debajo del agua un rato, descansar... y ver que sucedía a continuación.

Estaba ante algo que, si bien formara parte del "juego" a él no le hacía ninguna gracia. Era su hija, era lo mas amado, lo mas preciado, lo único que realmente le importaba. Necesitaba verla de nuevo, necesitaba saber donde estaba y como estaba y para ello debía "irse con ella". No estaba dispuesto a soportar todo aquel dolor durante mas tiempo.

El hecho de conocer la parte oscura y secreta de todas las personas (incluidos sus padres) hacía que pasara por alto todo tipo de autoridad. Así pues no es que fuera "un golfo" porque sí o por condición, sino que no se le ocurría otra forma de vivir en aquel circo de dementes hipócritas e incoherentes humanos. Si todo era una falsedad, al menos durante el tiempo que la viviera, se divertiría. En esas circunstancias era muy difícil tener cariño ni respeto por nadie, cuando veía tan claramente lo débiles, vulnerables y falsos que eran todos.

Sin embargo desde el día que él mismo ayudó a Mari a traer a su hija al mundo, descubrió que si que había algo que merecía la pena en la existencia física. Alguien a quien amar. Alguien genuino e inocente que además, dependía de él. Se lamentaba mil veces el no haber estado allí para protegerla. Se maldecía a sí mismo por ni haber previsto algo así. Por primera vez desde que tenía conciencia (Y recordemos que su conciencia iba mucho mas allá que la de cualquier otro ser humano, otra cosa es que diera crédito a todo cuanto viera y escuchara)... Algo le había pillado por sorpresa, “algo” se le había ido de las manos, ese algo estaba fuera de su control y era precisamente lo único que de verdad le importaba. Absurdo, ¿Verdad...? ¿Qué broma macabra era esa?.

El veía, oía, recibía toda la información, pero era incapaz de interpretarla. En eso si que era como el resto de los humanos. No relacionaba el color gris que ahora lo envolvía todo, con la tristeza profunda que sentía.
Igual que el resto de los humanos eran incapaces de relacionar por ejemplo un dolor en el oído, con el dolor de oír según que cosa... ni se preguntaban, si tenían los ojos irritados, que era lo que les irritaba ver, ni si le dolía la espalda, porqué o por quién no se sienten apoyados, etc... En esa condición de “dormido” se parecía al resto de su especie: Nunca interpretaba las “señales”.

Arrastrando los pies llegó a su casa y la encontró vacía. Tampoco es que le preocupara demasiado lo que Mari pudiera estar haciendo. Sabía de su naturaleza “ligera” y esa condición en ella le tenía sin cuidado, así que se metió debajo de la ducha y permaneció un buen rato sintiendo como el agua pasaba por su cuerpo arrastrándolo todo, menos su tristeza, menos su oscuridad... desalentado se metió en la cama con la esperanza de no volver a despertar.


Contunuará...

No había leido anteriormente la primer parte y ahora, antes de leer este relato la leí. Ambas me dan la sensación de sentir ese estado confusional y hasta apático por momentos del personaje principal. Es interesante como al describir logras de una manera vívida transmitir esto. Al algunos puntos que me quedan sueltos quizas por ese mismo motivo. Resulta interesante y anima a esperar las siguientes entregas. "Igual que el resto de los humanos eran incapaces de relacionar por ejemplo un dolor en el oído, con el dolor de oír según que cosa... ni se preguntaban, si tenían los ojos irritados, que era lo que les irritaba ver, ni si le dolía la espalda, porqué o por quién no se sienten apoyados, etc... En esa condición de “dormido” se parecía al resto de su especie: Nunca interpretaba las “señales”."esta parte en particular es profunda y cala hondo...
Saludos
Silvina.

Atrapante la historia Caye, muy, muy buena. Ya quiero seguir leyéndola hasta terminarla, saber qué pasó con Miguel y todo su dolor y confusión.
Sos una muy buena escritora, excelente!!!
Un fuerte abrazo.

Excelente este relato, Cayetana.
Expones muchas de la realidad en la que el ser humano se ve inmerso hoy en día.
Muchas veces recibimos "señales" aquellas que nos marcan pautas para continuar creciendo, que al fin y al cabo, para eso estamos aquí, es la verdadera razón por la que estamos en este planeta escuela.
Te repito, me parece excelente, y me quedo en espera de su continuación.

Un abrazo en la Luz del Ser.