CAPÍTULO 33 – LO SUPERIOR
Este es el capítulo 33 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.
“Tengo confianza en que hay un Espíritu que me ama y quiere que tenga amor en mi vida. Confío en ese Poder Superior porque eso es lo que hace que siga adelante sin importar lo que pase”.
“El pensamiento racional tiene gran utilidad para la vida práctica,
pero impide el acceso a formas de conciencia más elevadas
y experiencias que nos conectan con lo Absoluto.”
(Enrique Barrios)
LO SUPERIOR NO ES SÓLO DIOS O LO DIVINO O LO ESPIRITUAL O LA CONCIENCIA SUPERIOR.
Creemos que es todo aquello que consideramos que está por encima de la persona, de lo habitual, lo simple, lo que valoramos poco.
Pero Lo superior, si se mira y se comprende bien, también puede habitar en lo habitual, en lo simple, en lo que valoramos poco, en lo menospreciado, en lo humano, y en todas partes.
Aprender a verlo y valorarlo únicamente es posible para quien sabe quitarse las gafas de ver con los ojos ordinarios, y quien es capaz de asombrarse con el pan de cada día y con el mismo distinto cielo de cada día.
Lo Superior es “algo” sin forma, sin definición, mágico, místico…
Pretender explicarlo, lejos de ser útil, es una aberración.
Es querer poner límites a lo ilimitado, o querer definir lo indefinible.
Sirva esto como ejemplo:
El lugar más bello del mundo no es el mismo lugar para todas las personas. La persona más querida no es para todos la misma persona.
Así que si pretendiese especificar lo que es el Ser, Dios o la vida, cada persona estaría leyendo algo distinto.
Si pretendiera explicarlo como un sentimiento tampoco acertaría.
No todos sentimos lo mismo con un beso, ni ante el calor o ante un amanecer.
¿Y si lo defino como una sensación? Tampoco. Los tipos de sensibilidades y sensaciones son infinitos.
¿Y como una intuición? No todos sabemos escuchar con atención la intuición, no las experimentamos igual.
Definitivamente, creo que es mejor no acumular más frases, y dejar que cada uno escuchara a su sabiduría.
Tener una definición de un estado o una presencia inmaterial, que es algo inexplicable, puede ser contraproducente porque uno puede ir predispuesto a encontrar “algo” concreto y en ese centrarse en un “algo concreto” se le puede pasar de largo lo que realmente es Lo Superior.
Pero, a pesar de lo escrito, y por si alguien sigue necesitando las palabras, seguiré con el capítulo.
EL HOMBRE, LA MUJER, Y LO SUPERIOR
El hombre tiene tendencia a hablar de Lo Superior refiriéndose a algo que está “arriba”, ajeno, prácticamente inalcanzable, y que es un poco una utopía casi imposible que sólo queda al alcance de cuatro iluminados.
La mujer, al referirse a Lo Superior, parece que habla de “lo interior”, algo que siente dentro, propio, como embarazada de ello, integrado aún sin estar reconocido, solamente sentido.
Para el hombre es una conquista; para la mujer es un descubrimiento.
VISTO DE OTRO MODO
El Ser Superior
El Ser Interior
El Ser Infinito
La Conciencia Superior
El Espíritu
El Alma
Lo Divino
Lo Superior
El Nirvana
La Gracia
La Energía
La Beatitud
Lo Celestial
Lo Etéreo
Lo Numinoso
Lo Santo
Dios
Mil nombres para nombrar lo mismo: algo que intuimos de un modo indeterminado y pretendemos enjaular en alguna definición, un algo que no es lo común y lo material, que nos hace tener la sensación de que hay algo más, y de algo Superior a lo cotidiano.
Un asunto confuso para nuestra mente pero que nuestra alma o nuestra intuición comprenden perfectamente.
Está lo físico, lo tangible, le medible, lo que se puede explicar, y luego está lo indescriptible, lo que es diferente a cualquier otra experiencia de la vida; está eso que no sabemos dónde se encuentra, que ni siquiera terminamos de aceptarlo como algo que pudiera ser propio y lo situamos apuntado con un dedo al cielo.
Lo Superior es la otra mitad cuando nos dividimos en humano y divino. Lo que no entiendo es por qué dividirnos. Todo el tiempo hablando de Ser Uno, de la Unidad Integradora, de que Todo está dentro de nosotros, y acabamos estropeando la teoría por la cobardía de no aceptar la divinidad como parte de nuestra integridad.
Hasta somos capaces de hacer milagros y si no los hacemos más a menudo es porque no les damos importancia. Hacer milagros no solamente es devolver la vista a un ciego, sino, según el diccionario es un “suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa, y ocurrir algo cuando parecía imposible que ocurriese”.
En teoría es casi imposible que dos personas coincidan por casualidad en una ciudad distinta a la suya habitual, pero si se llaman por teléfono y acuerdan quedar en cierto sitio y a cierta hora “ocurrirá algo cuando parecía imposible que ocurriese”, y posiblemente será un “suceso extraordinario y maravilloso”.
¿Ves qué fácil es hacer milagros?
También somos capaces de hacer milagros más grandes y más importantes, como curarnos con la fuerza de la voluntad “cuando parecía imposible que ocurriese”, y sin duda será un “suceso extraordinario y maravilloso”, o podemos llegar a Descubrirnos, y eso sí que será un auténtico milagro, “cuando parecía imposible que ocurriese”. Eso sí que será, sin duda, un “suceso extraordinario y maravilloso”.
La parte humana creemos comprenderla más o menos, o nos da la sensación de que podemos llegar a entenderla, o bien estamos intentando arreglarla, pero Lo Superior es más delicado, porque lo asociamos a conceptos inalcanzables y está constituido por aspectos que sólo captamos como sensaciones o sentimientos, por lo que nos dejan la duda insalvable de llegar a saber si es una realidad o es una fantasía nuestra producto de nuestro deseo o nuestra imaginación.
Así que por el hecho de no poder ubicarlo en un espacio, ni ponerle forma o un sello inconfundible, se nos escapa de nuestra mente racional y tendemos a descartarlo, o, cuanto menos, a mirarlo con precaución.
De otra parte, algunos curas nos han inculcado la idea de que Dios, y por tanto lo divino, están lejos de nuestras posibilidades y que nos es inaccesible por nosotros mismos -de hecho, ellos dicen tener la exclusiva y ser los intermediarios necesarios para contactar con Él-, y por eso nos cuesta trabajo aceptar Lo Superior en nosotros.
Lo Superior sólo se puede mostrar en el silencio, no en la razón, pero en ese mismo silencio se manifiesta también nuestra pequeñez ante ese vacío silencioso, ante la posibilidad de que se presente lo desconocido, pero en el sentido de una fuerza hacia la que nos han inculcado miedo: el miedo a lo inexplorado que pudiera ser amenazante.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Lo sabemos, pero nos aún así nos cuesta trabajo aceptarlo.
Lo hemos oído muchas veces, y nos suena como que puede ser posible, salvo que una voz cavernosa que nos retrotrae a los años de nuestra pésima educación religiosa nos diga que es un disparate y un pecado pensar que Lo Superior habita en nosotros y que formamos parte indisoluble de ello.
Cuando estudié religión con los curas, me hablaban de algo inalcanzable, infinitamente superior a mí, a millones de años luz de distancia de mis posibilidades, a lo que no podía ni hablar directamente salvo para ofrendarle una oración.
Por supuesto que era impensable que Lo Superior me habitase, o que me escuchara en mis dudas, ya que sólo habitaba en la iglesia o entre los santos, y estaba prohibido dudar.
A día de hoy, a veces no puedo evitar que aquello que me dijeron los curas me estremezca por mi osadía de querer tutear hoy a Lo Superior y relacionarme con ello, o por mi presunción de que forma parte de mí, o por estar seguro –“qué disparate”, dice mi desasosiego heredado- de que soy un pequeño mini dios con un gran corazón para con mis hermanos simbólicos, y de que puedo crear milagros para los demás, aunque sólo sea en forma de momentos un poco especiales, y puedo llevar la esperanza a los tullidos de confianza, y un poco de luz a los ciegos de fe.
No sé si alguna vez me desharé del todo de mi pequeñez, de mi miedo que se disfraza de falsa modestia, de las dudas que son muy dudas, y podré vivir en la confianza inquebrantable de ser espiritualmente quien, en secreto, sé que soy.
RESUMIENDO
Es indudable: existe.
Lo Superior está donde sea que esté y es inevitable su efecto e innegable su trascendencia.
Parece que ser humano va inevitablemente unido a la necesidad de que haya una trascendencia, algo más allá de estos límites naturales que nos imponen este cuerpo y esta mente, y en el fondo parece que no se ha borrado el recuerdo ancestral de cuando formábamos parte de algo que ahora no sobrepasa, o cuando lo sabíamos sin dudas y quedaba a nuestro alcance vivencial.
LA BÚSQUEDA DE UNO MISMO ES LA BÚSQUEDA DE LO SUPERIOR.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
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