TODOS PODEMOS HACER EL REGALO MÁS CARO DEL MUNDO
En mi opinión, y en general, las personas no somos absolutamente conscientes – repito: NO SOMOS ABSOLUTAMENTE CONSCIENTES- de la limitación del tiempo de estancia en nuestra vida y en este mundo, y pensamos en ello poco y levemente. Hasta hay quien cree que si no se habla de ello el tiempo no se da cuenta y no sigue restándonos segundos.
Vamos aplazando, irresponsablemente, la toma de conciencia firme de esta innegable realidad.
El consumo continuo e irrevocable de vida es cierto, así que cada segundo de vida es valioso porque son limitados y son irrecuperables.
Sin duda alguna, lo más caro del mundo es nuestro tiempo de vida. Tan caro que no se puede comprar a ningún precio. Ni las fortunas más grandes del mundo han podido comprar jamás ni un solo segundo extra de vida.
Las cosas que compramos no las pagamos con dinero, las pagamos con una parte de vida que hemos tenido que dedicar a trabajar para conseguir dinero.
Administrar bien la vida es administrar bien un tesoro. El mayor tesoro.
Ante esta realidad, conviene no “perder el tiempo”, no “matar el tiempo”, no desperdiciarse –inconscientemente- en “pasatiempos”, sino ser plenamente conscientes de la vida y de la importancia de cada instante.
Por eso también tenemos que ser conscientes de que cuando alguna persona está con nosotros nos está haciendo el regalo más caro del mundo.
Y cuando nosotros estamos con alguien le estamos haciendo la ofrenda más valiosa, el obsequio más exorbitante: una parte irrecuperable de nuestra valiosa vida.
Todo este preámbulo es una invitación a reflexionar acerca de ello.
Para que seas muy consciente de que cuando alguien está contigo, o cuando estás con alguien, eso no se convierta en una pérdida inútil de vida sino que se convierta en un momento mágico para ambos.
Podemos acompañar a quien lo necesite como un regalo excelente de una generosidad inmensa, y es mejor que sea magnificando ese momento, haciéndolo grandioso para ambos siendo muy conscientes.
Cuando estés con alguien –quien sea- que esa relación no consista simplemente en que tu cuerpo esté al lado del suyo mientras que tu atención y tu alma están en otro sitio. Eso no sirve de nada. Sólo es válido si hay una comunicación de alma a alma.
Y si no es así, se queda en un penoso y lamentable modo de desperdiciar y matar el tiempo, que parece un crimen imperdonable.
Hagamos a menudo este hermoso regalo, pero con consciencia plena de lo que estamos haciendo.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales