MI VIDA DEPENDE DE MI CUERPO
En mi opinión, en este artículo no corresponde desarrollar si somos nuestro cuerpo, o si somos la mente, si el espíritu o el alma, o si somos la suma de todos ellos juntos, que posiblemente sea así.
En esta ocasión se trata de asumir algo que es tan elemental, tal lógico y tan insolentemente evidente que no merecería ni siquiera una línea, pero… resulta que sí la merece porque, precisamente por ser tan elemental, parece que nos pasa desapercibido en muchas oportunidades.
Si no somos sólo un cuerpo y somos “otra cosa”, esa otra cosa está alojada en el cuerpo y necesita a éste para moverse y manifestarse, lo que quiere decir que tal como se encuentre el cuerpo nos encontraremos nosotros –o esa “otra cosa”- y lo que dure el cuerpo es lo que vamos a durar nosotros –o esa “otra cosa”-, o sea…es lo que vamos a vivir.
Si el cuerpo tiene dolores, sentiremos esos dolores. Si el cuerpo no puede más, no podremos más. Si la mente deja de funcionar o funciona mal, nos afectará a nosotros directamente.
Esto nos invita a pensar que el cuidado del cuerpo es un asunto de primera necesidad.
Cuidar la alimentación es importante para determinar cómo se va a sentir el cuerpo. Ahora tenemos suficientes conocimientos acerca de lo que nos es beneficioso y lo que nos es perjudicial. Esto último casi siempre coincide con las cosas que más nos gustan, así que es decisión personal lo que se va comer –en cantidades moderadas no suele ser muy perjudicial- o si prefiere sustituirlo con otras cosas. El placer de cualquiera de esos productos es efímero, pero el efecto perjudicial se acumula y puede durar para siempre.
Está demostrado que hacer ejercicio es provechoso y necesario, cada uno en la medida de lo que puede o esforzándose un poco. Sabemos que nos estropean el sedentarismo, la acumulación de kilos y grasas, las malas posturas, la falta de agilidad y flexibilidad, pero a pesar de saberlo –y salvo honrosas excepciones- parece que sólo nos lo tomamos un poco más en serio cuando ya es tarde, cuando ya NOS HEMOS HECHO un perjuicio y nos lo impone un médico o un traumatólogo.
No siempre estamos atentos a darle al cuerpo el descanso que necesita, a veces lo forzamos trasnochando, forzándolo, bebiendo en exceso, comiendo de más…
Los no tan firmes propósitos que se marca nuestra conciencia duran poco. No siempre aplicamos la disciplina necesaria para controlar y mantener en el mejor estado posible el buen funcionamiento de este cuerpo que somos o que nos acoge.
Demasiados “enemigos” en nuestra contra: la gula, la voracidad, la pereza, el descontrol, el alcohol, el tabaco, los excesos, el abandono, etc.
En realidad, el único “enemigo” somos nosotros mismos y mientras no nos paremos a tomar conciencia de esta verdad y no nos marquemos un propósito que se ha de respetar –por lo menos en un 90% si somos realistas, porque lo del 100% es deseable, pero es demasiado tal vez- lo único que hacemos es trabajar en el deterioro del cuerpo y de la salud.
Creo que este es un asunto para revisarlo y decidir si seguir como hasta ahora o si es un buen momento para empezar a aplicar cambios.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales