VIVIR y vivir
En mi opinión, aún siendo la misma palabra, el hecho de plantearse de un modo u otro la vivencia de las mismas cosas, aplicando las mayúsculas o las minúsculas, cambia la experiencia totalmente.
Con minúsculas, no va más allá del hecho de respirar, moverse, mantenerse en la rutina, hacer las cosas de un modo desatento, o no sentir la presencia propia ni la existencia del Uno Mismo que somos; o sea, estar… pero sin la manifestación consciente de toda la atención personal y ocupando el sitio de un modo irreflexivo y mecánico. Vivir mal.
VIVIR, con mayúsculas, es darse cuenta, ser consciente, estar del todo presente en la manifestación verdadera del “SOY YO, ESTOY AQUÍ Y AHORA”, es conmoverse, reflexionar, comprender, tomar las riendas de la vida siendo atento observador de uno mismo y de lo que le ocurre, de que es uno mismo quien hace o dice o se emociona.
El hecho de actuar de un modo consciente o inconsciente es lo que cambia el valor y el sentido de la palabra y la engrandece y ennoblece… o la menosprecia.
Vivir es lo que hacen las personas que no son sabedoras de que tienen también a su disposición la opción de VIVIR. Que ya se ha explicado que no es lo mismo.
Vivir puede ser elevado a la categoría de VIVIR con la única condición de que uno esté pendiente de lo que hace en cada momento, de quién es, de su sentido y presencia y estancia en este mundo, de la atención y el cumplimiento de la propia escala de valores y de los propios principios.
VIVIR es ver, es comprender, es darse cuenta de qué hace en su propio mundo, es pararse y reflexionar, es atender a las emociones y los sentimientos siendo consciente de ellos, es entender el lugar que uno ocupa en la vida y en su vida.
La decisión de elegir una u otra opción es un asunto personal que uno tiene que decidir conscientemente. No conviene aplazarlo porque, mientras no se decida, uno se queda en las minúsculas y se pierde la posibilidad de estar en las mayúsculas.
Vivir es consumir el tiempo, gastarlo sin más. VIVIR es habitar la VIDA. Ocupar la VIDA. Llenar la VIDA. Llenarla de nuestra presencia en nuestra VIDA. Poner plenitud y contento en nuestra VIDA.
Hay que ser muy conscientes –mucho- de la muy notable diferencia que hay entre dotar a nuestra VIDA de totalidad, de bienestar en la relación propia, de poder sacarle todo el jugo y disfrutar todo lo que nos aporta, en comparación con una vida –con minúsculas- en la que cada día acaba con la frustración inconsolable de haber derrochado un día más que se ha marchado vacío de nosotros.
Cualquier vida y cualquier situación personal permiten la atención plena y la creación de un espacio/paraíso al que uno puede acudir cuando lo necesite -mediante la imaginación o en relajación-, y permiten poner una hermosa banda sonora, optimismo, felicidad, acogimiento, un ramo simbólico de flores, sonrisas, paz…
VIVIR y la VIDA requieren que te pares, y pares todo, y te centres en ti mismo hasta que tomes consciencia real de todo lo anterior y firmes un propósito serio sobre hacer lo que acabas de leer.
Cada uno es el constructor de su Universo Personal y no ha de decaer en esa hermosa y responsable tarea.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales