¿TE CONFORMAS CON TENER UNA VIDA MEDIOCRE?
En mi opinión, una vida mediocre no es aquella en la que no existen los lujos, ni lo deslumbrante, ni el éxito al que otros han llegado. Cada uno tiene sus circunstancias, sus condicionamientos y sus límites, sus posibilidades y sus medios, pero a pesar de todas estas restricciones y partiendo de aquello a lo que se tiene acceso, cada uno puede hacer que su vida tenga magia, esperanza, maravilla, alegría, felicidad, y brillo.
Todo esto tan estupendo es una aportación personal y consciente a la propia vida, no sólo depende del azar, del destino o de los hados.
Una vida mediocre es una vida que está por debajo de la vida a la que uno puede acceder y que uno mismo se puede proporcionar… aún teniendo en cuenta las propias limitaciones, capacidades o circunstancias.
Es una vida en la que no hay una dedicación continuada a uno mismo, ni la atención y el cuidado que uno requiere, ni el esfuerzo y la pasión que le dan poderío y valor a la vida. Es una vida vacía de plenitud en las relaciones, en las reflexiones, en el auto-cuidado. Es una vida donde uno no ocupa el lugar preponderante que le corresponde.
Pienso en todas las sonrisas que he podido ver en personas que estaban muy lejos del éxito social y bancario, pienso en la gente que ríe o baila mientras deja aparcados temporalmente todos los problemas que le asedian –aunque luego los retoman y tratan de resolverlos-; pienso en la gente prácticamente excluida socialmente que decoran su vida con momentos de alegría, pienso en la gente que desarrolla lo máximo que tiene como persona y se convierte en un ejemplo de admiración para los demás.
Y pienso en los que se han rendido y no luchan, los que aceptan vencidos sus circunstancias sin esforzarse en poner en su vida un adorno, una lucecita, un motivo por el que aspirar a más y a mejor.
Es mediocre el que se cree que es mediocre.
Tiene una vida mediocre el que se cree que porque es mediocre no puede aspirar a otra cosa. Y resulta que se puede ser mediocre –de calidad media, incluso tirando a malo- pero a pesar de ese condicionamiento –que puede ser circunstancial y puede ser resuelto- y al mismo tiempo, se puede tener una vida en la que las satisfacciones como persona no estén ausentes, en la que las cosas agradables tengan cabida o influjo, en que uno pueda sonreír y ser feliz aunque no tenga todos los motivos convencionales para ello.
Se puede ser mediocre y no tener una vida mediocre. Se puede ser imperfecto, vulgar, incluso inferior, invisible para el resto, pero ninguna de estas situaciones son motivo suficiente para poder tener una vida digna, amable, agradable, llena de cosas satisfactorias.
Eso sí, hay que controlar que uno no haya hecho de su mediocridad una mal interpretada zona de confort, que le esté temiendo a la posibilidad de cambiar y triunfar, de abandonar su aparente insignificancia por el miedo al éxito. La comodidad es enemiga del progreso. Sólo se avanza moviéndose. Lo genial requiere esfuerzo y dedicación. Lo bueno es fruto de la voluntad.
Y si uno asume que la posibilidad de abandonar su vida mediocre está en sus manos y hace y cumple un firme propósito de mejorar, es seguro que podrá lograrlo. Y de ese modo abandonar la mediocridad y sus inconvenientes.
Recuerda: la mayoría de las limitaciones están en la mente y no en la realidad.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales