CÓMO CONVIVIR CON MIS FRACASOS
En mi opinión, la larga convivencia de uno consigo mismo no siempre es fácil, no siempre va sobre una alfombra de rosas, y resulta inevitable estar consigo mismo en todas las horas del día, en los momentos buenos y en los otros, en un matrimonio indisoluble, y hasta el final.
También resulta verdadero que en la vida de cada uno hay asuntos brillantes, divertidos, satisfactorios, lo mismo que también aparecen con mayor o menor asiduidad otros que no son fáciles de llevar, que dejan un regusto desagradable y el planteamiento serio de dimitir, de escaparse de uno mismo, de no querer seguir con este ser fracasado que uno se siente a veces.
Ya se sabe que son la excesiva exigencia y la rigidez desproporcionada quienes consiguen que uno se mire a sí mismo de mala manera, quienes imponen las sensaciones desagradables en la relación consigo mismo.
Una mayor comprensión y dulzura, una suavización de las pretensiones que uno mismo se impone, una relación más cordial, más amigable y relajada, permitirían que la convivencia consigo mismo fuese más relajada.
Apuesto a que todos nos hemos visto en más de una ocasión en una situación similar a alguna de las descritas, y que más de una vez nos ha costado mantener la mirada frente al espejo, y que nos hemos rehuido, apesadumbrados, insatisfechos, a disgusto.
Propongo una revisión amable y exhaustiva de este asunto. Una comprobación a fondo de nuestro comportamiento en estas situaciones, y una evaluación sincera acerca de si el modo en que nos tratamos antes los “fracasos” es el adecuado.
Seguro que si esto lo hacemos bien nos avergonzaremos un poco. O mucho.
Propongo un examen intenso, ecuánime, insobornable, presidido por un observador imparcial capaz de ver -y de hacernos ver- el error en que incurrimos en el modo de reaccionar –siempre inconscientemente- antes los “fracasos”.
Lo escribo muchas veces: CONVIENE DESDRAMATIZAR LA VIDA, quitarle la aspereza, restarle la fatalidad, plantar más flores, pintar sonrisas, usar palabras risueñas y afectuosas cuando tratamos con nosotros mismos… O sea, amarnos.
Eso es: Amarnos.
Cada uno de nosotros se ha equivocado, se equivoca hoy en día, y se seguirá equivocando hasta el final de su vida.
Es lo que implica esto de Ser Humano: la imposibilidad de ser perfecto.
Existe la posibilidad continua de mejoramiento, el camino del progreso, la búsqueda de la madurez, la buena voluntad… pero nos está vedada la perfección absoluta e impecable, así que conviene aprender a convivir con uno mismo de un modo amable, cariñoso, no muy exigente ni cruel, y conviene poner una sonrisa cuando nos pillamos en un error, cuando nos equivocamos y metemos la pata hasta el fondo, o cuando experimentamos esa sensación incómoda a la que llamamos “fracaso”.
Tratarnos de un modo cariñoso se llama Amor Propio, o sea, Amor a Uno Mismo.
¿Eres capaz de amarte aunque sea sólo un poquito más?
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales