Decisión acertada ©

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"Para Valen"


Estaba radiante, llena de felicidad, ojos brillantes, el corazón le latía al compás de la alegría por la decisión acertada, de la placidez de haber hecho lo que le rondaba por la cabeza desde hacía mucho tiempo y que nunca se había atrevido a dar el paso definitivo, lo que hasta que no se hace te genera dudas y más dudas, incertidumbres tras incertidumbres.

Pero por fin ya tenía un propio hogar; de alquiler claro, pero un propio hogar, de momento, por unos cuantos años. Un hogar donde poder empezar una nueva vida sin tener que estar pendiente de los vecinos que hasta ahora había tenido, carcas y cerdos, que casi cada día le tiraban papeles, colillas, migas de pan, la basura que barrían, tapones de botellas, ropa sucia, escupitajos, condones usados, mierda y más mierda, con total falta de respeto, a su pequeña terracita.

Se había acabado aquel tormento, como el de no poder invitar a nadie a casa a cenar y charlar hasta altas horas de la madrugada porque el vecino de al lado le había amenazado en llamar a la policía, debido al revuelo que hacían sus risas... Pobre, ni siquiera la dejaban reír los fines de semana con los amigos.

Tampoco recibiría más golpes en la pared del mismo vecino cuando estudiaba piano en las horas permitidas: no, esto tampoco podía hacerlo.

Y no tendría que pagar tanto dinero por el alquiler de un cuchitril que había tenido que pintar y repintar más de una vez, sin habitación, ya que el comedor que conectaba con la cocina se había convertido en dormitorio a la vez.

Eso sí, siempre había mantenido aquel pisito, si así se podía llamar, bien limpio y pulido, un pisote que parecía que tenía más años de los que realmente tenía la finca.

Sí, por fin se había librado de aquella vivienda que había estado pagando excesivamente durante varios años a una propietaria usurera e irascible... ¡¡¡Por fin!!!

Pero el dejar un lugar donde has estado viviendo durante bastante tiempo también deja penas y pesares: algunos vecinos que la ayudaron y otros que se hicieron auténticos amigos y con quien quisiera mantener esta amistad para siempre...

¡Virgen! ¿Cómo había podido estar tantos años en aquel antro sin dar el paso definitivo? Esto no es más que la incertidumbre. Ese miedo a lo desconocido, al fracaso. Al más vale quedarse con lo que ya tienes no sea que te den gato por liebre.

Exacto, exultante, esta es la mejor expresión para indicar cómo se encontraba en esos momentos. Por fin un pisito con dos habitaciones, cocina, comedor, trastero con lavandería y un cielo abierto donde poder tender la ropa sin miedo a que le cayera nada de los puñeteros vecinos de encima suyo.

Un baño nuevo y blanco, limpio y lleno de plantitas, con pequeños estantes y cajones donde poder depositar las colonias y perfumes, pastillas de jabón, pendientes, etc.

Y calefacción centralizada, nada de estufita o radiadores de aquellos que en cualquier momento te hacen saltar los plomos ... ¡Oh, qué bien!

La única pega era que se encontraba a unos cuantos kilómetros de la ciudad donde había vivido y donde trabaja; pero no importa, coger el tren, llevarse un libro para leer durante el largo trayecto y soltarse sin impaciencia. Sensaciones nuevas, cambios de rutinas a la vez divertidas. Sí, ahora vivirá en el pueblo, pero no importa, es un pueblo/ciudad porque hay de todo: restaurantes, súpers, bares, plazas, parques y jardines, biblioteca, ramblita...

Hoy, además, es un día especial. Unos de los vecinos con quienes había contraído mucha amistad y confianza, de la escalera que acababa de dejar, la venían a visitar y se quedaban a comer y se había pasado casi toda la noche en vela pensando en la visita: ¿Les gustará el pisito? ¿Qué compro para hacer un aperitivo? ¿Vendrán con la niña? ¿Qué comida les gustará? Puedo comprar comida preparada... No, hago una ensalada y algo de carne. ¡Ay! ¡No sé qué hacer! ¡Ya lo tengo! Comeremos y luego los llevaré a dar una vuelta por el pueblo, seguro que les gustará mucho.

Había puesto detallitos en los estantes, fotos tomadas por ella, dibujos también hechos por ella, porque es muy buena ilustradora, sabe mucho de pintar, así como de tocar y enseñar a tocar el piano... Pero hoy no será necesario que los toque ninguna pieza, hoy charlarán, verán la casa y luego pasearán por el pueblo.

Era ya media mañana y decidió sentarse en el sofá mientras esperaba la llegada de sus amigos. Primero encendió la mini-cadena, puso aquel cd del Ella Fitzgerald y Louis Amstrong que tanto le gustaba y cerró los ojos.

Unos segundos y sonó el timbre. Se levantó medio aturdida, con una pequeña sonrisa en los labios, y frotándose los ojos se dirigió como un autómata hacia la puerta de entrada...

Pero cuando la abrió: una repentina sensación de estupefacción y un sudor frío con temblor de todo el cuerpo se apoderó de ella ¡Eran los vecinos viejos y carcas de la escalera que había dejado los que se encontraban al otro lado de la puerta! Él con su bigotito y la mirada pequeña y ella, su mujer, encorvada y con cara agriada. Le pidieron por qué siempre hacía tanto revuelo, que les molestaba mucho, ellos que eran unos vecinos que nunca se metían con los demás.

Entonces empujó instintivamente al señor del bigote, apartó la señora encorvada y cuando pudo ver la totalidad del rellano, se dio cuenta que era el de la antigua escalera, dio un grito desde lo más profundo de sus entrañas y cayó desmayada en redondo al suelo...



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Un notable final hace que valga la pena leerlo.
Como siempre, muy interesante como pintas los personajes.

antifaz escribió:

Un notable final hace que valga la pena leerlo.
Como siempre, muy interesante como pintas los personajes.

Muchísimas gracia por leerme, amigo mío.
Un abrazo grande grande.