NO HAY QUE ASUSTARSE ANTE LAS ADVERSIDADES Y LAS CIRCUNSTANCIAS
En mi opinión, las adversidades y las circunstancias desagradables forman parte de la vida -prácticamente son inevitables-, así que hay que acostumbrarse a lidiar con ellas, y a soportarlas y sufrirlas –sólo un poco- pero sin permitir que se conviertan en un freno que condicione la vida o en un muro infranqueable.
De hecho, hay personas que las magnifican y les dan un poder que no tienen, convirtiéndolas de ese modo en una excusa perfecta para no afrontar o no enfrentarse a su situación personal.
A lo largo de la vida siempre pasa algo.
Son raros los momentos de paz en todos los aspectos de la vida ya que estamos implicados en demasiadas cosas de nuestro alrededor y no todas dependen de nosotros, así que algunas se nos escapan al control pero en cambio nos hacen padecer sus consecuencias.
Todos tenemos “problemas” en mayor o menor cantidad que nos afectan en mayor o menor medida. Insisto: es inevitable.
Ya lo he escrito alguna vez: LO IMPORTANTE –o lo preocupante- NO ES LO QUE NOS PASA, SINO LO QUE HACEMOS CON LO QUE NOS PASA, y cómo permitimos que nos afecte, nos paralice, nos desanime, nos ponga nerviosos y enojados, o hasta nos hunda del todo.
Ya lo he escrito alguna vez: HAY QUE DESDRAMATIZAR la vida. Y las adversidades y las circunstancias. Y hay que acostumbrarse a vivir con ellas. Prestarles la atención que necesitan, preferiblemente previéndolas para evitarlas, o resolviéndolas cuando ya están, y entendiendo -sin alterarse- que eso es habitual y es “lo normal”.
Tranquilidad.
Y resolución.
No son buenos los aplazamientos, el abandono, el pretender que se vayan sin resolver al olvido, culpabilizar a lo ajeno y conformarse con ello, sentirse desgraciado, ponerse a llorar… hasta me puede llegar a parecer bien que uno se permita durante un minuto –reloj en mano- sentirse mal, pero una vez transcurrido el minuto –y ni un segundo más- hay que ponerse en marcha y resolver lo que haya que resolver.
Hay que cuidarse de no caer en esa masoquista sensación de sentirse desgraciado y mal, y además regodearse en ello estancándose. La vida sigue y uno tiene que seguir, así que no valen las pataletas infantiles y las rabietas juveniles: somos adultos y tenemos que comportarnos como adultos.
(Parece increíble, pero hay personas que se empeñan en “estar mal” porque “cuando están mal” los otros les prestan atención y les dan un poco de atención o cariño. Es una forma ruin y perversa de conseguir un poco de atención a cualquier precio, pero es más habitual de lo que parece)
Las personas adultas son conscientes de que han de gobernar sus vidas y que ello implica procurarse una vida lo más agradable, interesante, feliz y satisfactoria que se pueda, y que hay que hacer todo lo posible –y un poco de lo imposible- para lograrlo.
Cuando las adversidades se ponen duras es cuando más fuerte y más consciente y más constante hay que ser. No es el momento de rendirse. No se trata de quedarse en el rincón del cuadrilátero recibiendo golpes y resguardándose como se pueda para que no duela mucho, sino de salir atacando.
Quejarse solamente no resuelve. Cuando uno atraviesa un momento desagradable es el momento de sacar todas las fuerzas y capacidades. O de solicitar la colaboración del amigo o profesional que pueda ayudar.
La vida no siempre es fácil.
Las adversidades indeseadas y las circunstancias complicadas forman parte de la vida. Siempre han estado y seguirán estando, así que hay que acostumbrarse a que se presenten, teniendo claro que si no se resuelven se quedan con nosotros más tiempo del necesario o para siempre.
No hay que tener miedo a afrontar todo aquello que de algún modo nos perjudica. Hay que tener miedo a quedarse parado y sin hacer nada para resolverlo, aguantando los golpes por todos los lados, estancado, soportando las inclemencias de lo que nos pasa más los reproches propios por quedarnos parados.
La vida, nuestra vida, requiere de nuestro gobierno. No es conveniente que vaya a la deriva de los acontecimientos, y que sea lo ajeno y lo externo lo que marque el rumbo o el estado de ánimo.
Vivir es ser Responsable de la propia Vida.
Y quien no lo haga así está cometiendo un error que pagará con una vida vacía o insatisfactoria.
Sea como que sea, pase lo que pase, hay que seguir.
A la Vida se viene a Vivir y no a sufrir, así que quien se conforme con sufrir se está perdiendo la parte más interesante de la Vida.
Por lo tanto… adelante.
Decisión… y a resolver las adversidades y a mejorar las circunstancias.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
(Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias)
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