EL PELIGRO DE NO SER UNO MISMO EN LAS RELACIONES
En mi opinión, la mayoría de las personas no saben a qué se refiere la frase que dice SÉ TÚ MISMO.
La mayoría de las personas, para quedar bien, decimos que sí, que lo entendemos, que lo vamos a ser “nosotros mismos”, que estamos de acuerdo porque sabemos que es lo correcto, y lo decimos con una aparente seguridad que en realidad es bastante insegura, que no se sabe de dónde sale, porque en cuanto nos quedamos a solas nos asalta a todos la misma pregunta: “¿Quién soy yo?”. Y nos surge la misma respuesta: “No lo sé”.
Casi ninguno tenemos la respuesta adecuada. “Creemos” que sabemos quién somos, pero no es cierto. Podemos saber, como mucho, quiénes “creemos que somos”, por lo que nos han ido diciendo los demás, por algunos detalles que hemos ido viendo en nosotros –que creemos que hemos ido viendo- que nos hacen creer que somos eso o que somos así.
Muy resumido: Existe lo que se llama el YO IDEA (la idea que tenemos de nosotros, que se ha construido en base a las opiniones que nos han dado los otros acerca de nosotros, pero que generalmente no coincide con la realidad) y el YO IDEAL (viene a ser lo opuesto al YO IDEA, y es un “invento” nuestro hecho con lo que nos gustaría ser. También es irreal, porque es sólo una idealización y un deseo). Recomiendo buscar información sobre este asunto porque es importante.
Pues eso… que no sabemos quiénes somos, pero que en algunos momentos estamos siendo el YO IDEA, un ratito después el YO IDEAL, más tarde el que creemos ser… y casi nunca el que realmente somos.
De cara a nosotros mismos –principalmente-, de cara al resto de los humanos, y de cara a las relaciones –sentimentales o amistosas- es imprescindible, para su buena marcha, que averigüemos quiénes somos y que, además, nos acostumbremos a ser nosotros mismos.
A veces, por la buena relación en la convivencia con los otros y por quedar bien, se impone dejar de ser uno mismo para ser correcto y educado, pero en esos momentos hay que tener claro que uno no deja de ser él mismo, sino que, temporalmente, acepta un papel y lo representa, siendo consciente de ello y deshaciéndose del personaje en cuanto acabe la función.
Cuando una persona va con miedos a una relación y no es ella misma, porque está reprimiendo u ocultando su auténtica naturaleza –por la circunstancia que sea-, entonces está mostrando una imagen que no es cierta. Está fingiendo. Está mintiendo.
En todo tipo de relaciones, consigo mismo y en las amistosas o en las sentimentales, insisto en que conviene ser siempre uno mismo, porque cuando se deja de ser uno mismo de un modo continuo, para pasar el que los otros quieren que uno sea, se cometen tres engaños.
ESTÁ ENGAÑÁNDOSE A SÍ MISMO
Quien se inventa un personaje que reúna todas las cualidades que el otro espera, se está engañando a sí mismo, y a la otra persona, y a la relación, porque en algún momento se va a dar cuenta –y eso le va a pasar factura- de que ha abandonado su verdadera personalidad y que ya no sabe quién es, y que una frustración inconsolable le persigue precisamente por no poder ser él mismo. Aceptar participar en este engaño obliga a estar representando continuamente a un personaje que, antes o después, se volverá contra uno –como Ser Humano y Espiritual- y acabará con uno.
ESTÁ ENGAÑANDO A LA OTRA PERSONA
Imagínate que tienes miedos a las relaciones –tal vez porque ya has vivido alguna que no ha terminado de un modo agradable- y para tu próxima relación has decidido que no te vas a involucrar del todo desde el principio, que no te vas a entregar –porque de ese modo, si falla no te hará mucho daño-. Decides mostrarte fría, distante, o desapegada, cuando en realidad eres cariñosísima y apasionada. Quien esté contigo pensará que eres lo contrario de lo que está buscando –aunque simplemente vea cómo te estás mostrando-, ya que lo que busca es una persona cariñosísima y apasionada… ¿Te das cuenta? Se irá… lo perderás.
También se puede dar el caso opuesto, y es que el otro esté buscando, precisamente, una persona fría y callada, y cuando el primero se muestra como realmente es, el otro no lo acepta porque no es lo que quiere. Quiere una persona fría y callada, y la cariñosísima y apasionada que ahora se atreve a manifestarse como realmente es, no es del agrado de su agrado. Fracasará la relación.
ESTÁ ENGAÑANDO A LA RELACIÓN
Cuando no eres tú mismo en la relación, cuando uno de los dos impone unas condiciones para que el otro sea aceptado, se está engañando a la relación porque se está fundamentando sobre una mentira.
Por supuesto que las relaciones no se refieren exclusivamente a las parejas sentimentales. Todo tipo de relación sana requiere de la sinceridad para que funcione bien.
No están bien las relaciones en las que siempre pierde uno y el otro gana. En las relaciones conviene que ganen los dos. Para que ambos quieran seguir en esa relación tiene que resultar beneficiosa y atrayente para ambos.
Especifico lo de “relación sana” porque hay relaciones en las que uno de los dos pierde de algún modo aunque gane algo por otro lado. Por ejemplo, la relación de un empleado con respecto a su jefe. En este caso la ganancia de un salario puede implicar –no siempre- la cesión temporal de una parte de su modo natural de ser, o unos pocos de sus derechos, pero esto no es grave si uno es consciente de que mientras está en su trabajo está siendo un personaje que se llama empleado y en cuanto termine su trabajo recupera su auténtica realidad.
Se puede renunciar a algo de eso, consciente y temporalmente, por supuesto, pero es conveniente no renunciar nunca –ni en el más extremo de los casos- a la dignidad, la honradez, la honestidad y el honor.
Conviene que tengas unos principios y que seas consecuente con ellos.
Te dejo con tus reflexiones…
(Y si te ha gustado, ayúdame a difundirlo. Gracias)
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