Lento amanecer

Esta foto, sacada hoy 3 de septiembre en rutas de Córdoba, Argentina entre las 6 y 7 de la mañana, me pareció interesante para proponer la redacción de un texto colectivo como ya habíamos hecho una vez con una foto de un camión, ¿recuerdan? ¿se animan?
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Lento amanecer.




Amanecio otra vez, como siempre, como todos los dias. La gente a esa hora empieza a salir de todos lados, como si aparecieran de la nada, por generacion espontanea. Y eso me fastida el sueño que, para un vagabundo sin techo como yo, es lo unico intimamente mio que me queda. A partir de ese momento, del amanecer, empieza mi periplo diario. Caminar y caminar, buscar aquí y alla algo que comer, algo que alguien haya dejado del dia anterior. Acostumbraba ir al mercado publico pero ya somos muchos y los desperdicios no alcanzan para todos. La casa hogar del barrio es por ahora mi unica opcion. Nos dan café caliente y un par de piezas de pan como desayuno y a media tarde un plato de sopa y alguna que otra fruta. Latas, tambien latas, comida enlatada. Lo incomodo son las largas filas pero se pasa bien, platicamos entre nosotros, nos contamos nuestras desventuras mientras nos acercamos a la puerta. Las monjas son muy amables, nos tratan con mucho amor, en mi caso, a pesar de mi ateismo, me tratan igual. Alguna vez la madre superiora en una platica nos pregunto acerca de nuestra fe y yo le dije que yo nunca habia tenido eso y ahora mucho menos, despues de haberlo perdido todo. -Tenga usted fe en Dios buen hombre, nosotras somos sus herramientas y una prueba de que el vela por usted- Me dijo la monja mientras me daba unas palmadas en el hombro. A pesar del empeño y el amor de aquellas mujeres de Dios, a mi me daba igual lo que dijeran o predicaran, lo importante era la comida que me daban. Aunque si, debo aceptar que me hacia mucho bien su cariño y su dedicacion hacia nosotros, eran como la familia que habia yo perdido o que quizas nunca tuve o creia tener.

Qué desafío tan grande continuar este texto. Mirando la foto imaginaba algo muy distinto, pero lo intentaré:


Amaneció otra vez, como siempre, como todos los días. La gente a esa hora empieza a salir de todos lados, como si aparecieran de la nada, por generación espontanea. Y eso me fastidia el sueño que, para un vagabundo sin techo como yo, es lo único íntimamente mio que me queda. A partir de ese momento, del amanecer, empieza mi periplo diario. Caminar y caminar, buscar aquí y allá algo que comer, algo que alguien haya dejado del día anterior. Acostumbraba ir al mercado publico pero ya somos muchos y los desperdicios no alcanzan para todos. La casa hogar del barrio es por ahora mi unica opcion. Nos dan café caliente y un par de piezas de pan como desayuno y a media tarde un plato de sopa y alguna que otra fruta. Latas, también latas, comida enlatada. Lo incomodo son las largas filas pero se pasa bien, platicamos entre nosotros, nos contamos nuestras desventuras mientras nos acercamos a la puerta. Las monjas son muy amables, nos tratan con mucho amor, en mi caso, a pesar de mi ateísmo, me tratan igual. Alguna vez la madre superiora en una platica nos pregunto acerca de nuestra fe y yo le dije que yo nunca había tenido eso y ahora mucho menos, después de haberlo perdido todo. -Tenga usted fe en Dios buen hombre, nosotras somos sus herramientas y una prueba de que el vela por usted- Me dijo la monja mientras me daba unas palmadas en el hombro. A pesar del empeño y el amor de aquellas mujeres de Dios, a mi me daba igual lo que dijeran o predicaran, lo importante era la comida que me daban. Aunque si, debo aceptar que me hacia mucho bien su cariño y su dedicación hacia nosotros, eran como la familia que había yo perdido o que quizás nunca tuve o creía tener.

Esa rutina angustiante y desgastante que lo acompañaba cada día, tuvo hoy una sorpresa. Un auto que se desplazaba hacia el sur, se detuvo para preguntarle sobre un pueblo próximo cuando el se dirigía hacia cualquier lugar como de costumbre después de ese desayuno especial de manos de las monjas. ¿San Fernando del Monte? repitió él. Sí, le respondió la mujer mayor que iba del lado del acompañante. -Ese pueblo ya no existe, quedaba aproximadamente a diez kilómetros de acá pero los continuos desbordes del río lo fueron destruyendo, las personas ante las crecidas fueron abandonando el lugar. De cualquier manera eran pocas familias, era un pueblo muy chico.
No puede ser, respondió la mujer preocupada. Necesito saber de una mujer que vivía ahí. ¿Como puedo hacer?, insistió.
Entonces el hombre, que hace años deambula por las calles solitario, se compadeció, no sabía por qué de esta mujer. Yo vivía allí, le dijo. Crecí ahí hasta que el agua se llevó lo único que tenía, la mujer que me crió, y desde entonces no encuentro, aunque busco, un camino para seguir.
¿cómo se llama la mujer que Ud busca Sra? - Julia López, dijo. Es indispensable que la encuentre.
Ahí la sorpresa y preocupación no solo fue de esta mujer de buen vestir y hablar, de evidente estado social y económico importante, sino que pasó a ser suya también. ¿por qué alguien vendría a buscar a la mujer que lo crió y dio la vida por él? Palideció y su mente empezó a volar.

¿Alguien se anima a seguir el relato? Vamos bien, sigamos...
Nilda

Hola Nilda y Roberto: Esta brava la continuación. Han sido ustedes dos, unos verdaderos dueños de la imaginación. Quizás hoy la mía está de vacaciones... o quizás voy en ese camión.

La fotografía muy diciente y hermosa.

Si, complicado, pero es bueno tener desafíos. Puede cerrarse ahí el texto, abierto al final que le de el lector, o bien definir con qué pasó después? quién será esa mujer? tendría algún vínculo esta desconocida con el protagonista? en que quedó pensando él? hummm, musiquita de suspenso.
ja ja.
Gracias Etel.
Nilda

Esperemos una semana mas y si nadie se entera o quiere participar, yo seguire con la tercera parte y vos Nilda con la cuarta parte, que decis? Te gusta la idea?

Claro que sí. Hoy llegué a Buenos Aires y vi varios árboles muy bonitos, muy diferentes, ya estoy pensando armar un power con árboles, sería bueno hacerlos hablar entre sí, tengo fotos de árboles de muchos lugares y cada uno tiene mucho para contar. Así que termina este texto y empezamos con árboles, ojalá se sumen más miembros de Letras.
Nilda

Bueno veremos jaja ... Ahí voy:

Amaneció otra vez, como siempre, como todos los días. La gente a esa hora empieza a salir de todos lados, como si aparecieran de la nada, por generación espontanea. Y eso me fastidia el sueño que, para un vagabundo sin techo como yo, es lo único íntimamente mio que me queda. A partir de ese momento, del amanecer, empieza mi periplo diario. Caminar y caminar, buscar aquí y allá algo que comer, algo que alguien haya dejado del día anterior. Acostumbraba ir al mercado publico pero ya somos muchos y los desperdicios no alcanzan para todos. La casa hogar del barrio es por ahora mi unica opcion. Nos dan café caliente y un par de piezas de pan como desayuno y a media tarde un plato de sopa y alguna que otra fruta. Latas, también latas, comida enlatada. Lo incomodo son las largas filas pero se pasa bien, platicamos entre nosotros, nos contamos nuestras desventuras mientras nos acercamos a la puerta. Las monjas son muy amables, nos tratan con mucho amor, en mi caso, a pesar de mi ateísmo, me tratan igual. Alguna vez la madre superiora en una platica nos pregunto acerca de nuestra fe y yo le dije que yo nunca había tenido eso y ahora mucho menos, después de haberlo perdido todo. -Tenga usted fe en Dios buen hombre, nosotras somos sus herramientas y una prueba de que el vela por usted- Me dijo la monja mientras me daba unas palmadas en el hombro. A pesar del empeño y el amor de aquellas mujeres de Dios, a mi me daba igual lo que dijeran o predicaran, lo importante era la comida que me daban. Aunque si, debo aceptar que me hacia mucho bien su cariño y su dedicación hacia nosotros, eran como la familia que había yo perdido o que quizás nunca tuve o creía tener.

Esa rutina angustiante y desgastante que lo acompañaba cada día, tuvo hoy una sorpresa. Un auto que se desplazaba hacia el sur, se detuvo para preguntarle sobre un pueblo próximo cuando el se dirigía hacia cualquier lugar como de costumbre después de ese desayuno especial de manos de las monjas. ¿San Fernando del Monte? repitió él. Sí, le respondió la mujer mayor que iba del lado del acompañante. -Ese pueblo ya no existe, quedaba aproximadamente a diez kilómetros de acá pero los continuos desbordes del río lo fueron destruyendo, las personas ante las crecidas fueron abandonando el lugar. De cualquier manera eran pocas familias, era un pueblo muy chico.
No puede ser, respondió la mujer preocupada. Necesito saber de una mujer que vivía ahí. ¿Como puedo hacer?, insistió.
Entonces el hombre, que hace años deambula por las calles solitario, se compadeció, no sabía por qué de esta mujer. Yo vivía allí, le dijo. Crecí ahí hasta que el agua se llevó lo único que tenía, la mujer que me crió, y desde entonces no encuentro, aunque busco, un camino para seguir.
¿cómo se llama la mujer que Ud busca Sra? - Julia López, dijo. Es indispensable que la encuentre.
Ahí la sorpresa y preocupación no solo fue de esta mujer de buen vestir y hablar, de evidente estado social y económico importante, sino que pasó a ser suya también. ¿por qué alguien vendría a buscar a la mujer que lo crió y dio la vida por él? Palideció y su mente empezó a volar.


Realmente la noticia  fue conmocionante y disparó en su mente mil fantasías...
¿Qué relación habría entre Julia y esa mujer que parecía no tener ninguna conexión con la humildad que siempre lo había acompañado  a lo largo de los años de su niñez y que hoy al desaparecer su sostén emocional y económico lo había llevado por las calles de la miseria? Justo allí ,al escenario de su niñez, su mente  voló y abandono durante breves instantes su presente,  lugar donde el suplicio parecía no tener fin , donde los sueños  que alguna vez habían florecido en su mente se habían convertido en pesadillas, en callejones sin salida como los que recorrían sus pies al finalizar el día...
Un estremecimiento recorrió su cuerpo . La inquietud y la ansiedad lo sumergieron en un silencio demoledor  ante esos ojos  demandantes  que esperaban una respuesta, su respuesta, su verdad.

Hombre Ximena... lo dejaste igual! Dejaste el mismo suspenso que ya habia! pero bueno, de cualquier modo tu aporte sirve para enfatizar la duda, el suspenso, la emocion de saber que es lo que sigue.

Esperaremos a ver si alguien mas se anima.

Que todo salga bien con tu dentista Ximena.

Ya vendré a apropiarme más de esto.... El domingo....

Fuerza a los Letreros y algo más!! Va a ser un excelente relato seguramente, démosle tiempo a los valientes Ximena.
Nilda

Intervengo, a su criterio les dejo este texto con el cual puede concluir la narración.  

Amaneció otra vez, como siempre, como todos los días. La gente a esa hora empieza a salir de todos lados, como si aparecieran de la nada, por generación espontanea. Y eso me fastidia el sueño que, para un vagabundo sin techo como yo, es lo único íntimamente mio que me queda. A partir de ese momento, del amanecer, empieza mi periplo diario. Caminar y caminar, buscar aquí y allá algo que comer, algo que alguien haya dejado del día anterior. Acostumbraba ir al mercado publico pero ya somos muchos y los desperdicios no alcanzan para todos. La casa hogar del barrio es por ahora mi unica opcion. Nos dan café caliente y un par de piezas de pan como desayuno y a media tarde un plato de sopa y alguna que otra fruta. Latas, también latas, comida enlatada. Lo incomodo son las largas filas pero se pasa bien, platicamos entre nosotros, nos contamos nuestras desventuras mientras nos acercamos a la puerta. Las monjas son muy amables, nos tratan con mucho amor, en mi caso, a pesar de mi ateísmo, me tratan igual. Alguna vez la madre superiora en una platica nos pregunto acerca de nuestra fe y yo le dije que yo nunca había tenido eso y ahora mucho menos, después de haberlo perdido todo. -Tenga usted fe en Dios buen hombre, nosotras somos sus herramientas y una prueba de que el vela por usted- Me dijo la monja mientras me daba unas palmadas en el hombro. A pesar del empeño y el amor de aquellas mujeres de Dios, a mi me daba igual lo que dijeran o predicaran, lo importante era la comida que me daban. Aunque si, debo aceptar que me hacia mucho bien su cariño y su dedicación hacia nosotros, eran como la familia que había yo perdido o que quizás nunca tuve o creía tener.

Esa rutina angustiante y desgastante que lo acompañaba cada día, tuvo hoy una sorpresa. Un auto que se desplazaba hacia el sur, se detuvo para preguntarle sobre un pueblo próximo cuando el se dirigía hacia cualquier lugar como de costumbre después de ese desayuno especial de manos de las monjas. ¿San Fernando del Monte? repitió él. Sí, le respondió la mujer mayor que iba del lado del acompañante. -Ese pueblo ya no existe, quedaba aproximadamente a diez kilómetros de acá pero los continuos desbordes del río lo fueron destruyendo, las personas ante las crecidas fueron abandonando el lugar. De cualquier manera eran pocas familias, era un pueblo muy chico.
No puede ser, respondió la mujer preocupada. Necesito saber de una mujer que vivía ahí. ¿Como puedo hacer?, insistió.
Entonces el hombre, que hace años deambula por las calles solitario, se compadeció, no sabía por qué de esta mujer. Yo vivía allí, le dijo. Crecí ahí hasta que el agua se llevó lo único que tenía, la mujer que me crió, y desde entonces no encuentro, aunque busco, un camino para seguir.
¿cómo se llama la mujer que Ud busca Sra? - Julia López, dijo. Es indispensable que la encuentre.
Ahí la sorpresa y preocupación no solo fue de esta mujer de buen vestir y hablar, de evidente estado social y económico importante, sino que pasó a ser suya también. ¿por qué alguien vendría a buscar a la mujer que lo crió y dio la vida por él? Palideció y su mente empezó a volar.

Realmente la noticia  fue conmocionante y disparó en su mente mil fantasías...
¿Qué relación habría entre Julia y esa mujer que parecía no tener ninguna conexión con la humildad que siempre lo había acompañado  a lo largo de los años de su niñez y que hoy al desaparecer su sostén emocional y económico lo había llevado por las calles de la miseria? Justo allí ,al escenario de su niñez, su mente  voló y abandono durante breves instantes su presente,  lugar donde el suplicio parecía no tener fin , donde los sueños  que alguna vez habían florecido en su mente se habían convertido en pesadillas, en callejones sin salida como los que recorrían sus pies al finalizar el día...
Un estremecimiento recorrió su cuerpo . La inquietud y la ansiedad lo sumergieron en un silencio demoledor  ante esos ojos  demandantes  que esperaban una respuesta, su respuesta, su verdad.

Alguien que se encontraba en la fila y que había escuchado la conversación, se separó un poco del grupo y se acercó hasta la mujer y con un gesto de intriga volvió a preguntar por el nombre que había pronunciado.
¿Julia Lopez?  ¿Para qué quiere encontrarla?
-Es urgente, ¿usted sabe algo de ella?
El hombre se cambió de lugar y se acercó a la mujer y al oído le dijo:
"Ella estaba loca".
-¿Porqué dice que estaba loca? ¿Murió?
No, hasta donde supe ella no murió, su casa se desplomó y cuando fuimos a buscarla, porque todos sabíamos que ahí vivía, no la encontramos. Supe que vivía con un hombre de apariencia humilde. Fue como si el cauce de las aguas se la hubiera llevado.  Incluso señora, en lo que quedó del pueblo, se tejió la historia de la mujer llevada en los brazos del río.
La mujer con apariencia adinerada, se echó a llorar desconsoladamente, de tal manera que una Monja se le acercó a consolarla.
¿Señora qué le sucede?
Y ella entre sollozos contestó: "Era mi hija y hace pocos días gané el premio mayor de la Lotería y quería devolverla a mi casa. Estando muy pequeña se nos perdió y no volvimos a saber de ella y desde ese momento mi familia se desintegró".
Entonces la monja le prometió que iría con un sacerdote y haría que él, oficiara una misa en honor del alma de Julia López.
La mujer se calmó y dejó de llorar, instantes después sacó unas monedas y las colocó en la mano de la monja y cuando ella se hubo retirado, sacó un fajo de su bolsillo y lo entregó al hombre que le dio la información. Dicen que con ese dinero el hombre se compró un camión y jamás lo volvieron a ver.

Un vagabundo como yo tiene derecho a seguir soñando, quién será esa mujer adinerada que busca a Julia, se ve una buena persona. Porqué le daría dinero al perro soler? este es buscado por la justicia un mentiroso de primera y nadie lo soporta, hace mucho que quería abandonar este pueblo, pero, tan pronto? en fin a mi ni me escuchó, que mas da. Como si a alguien le importara mi diario vivir. seguiré mis pasos al fin y al cabo es lo que me gusta caminar hasta deshacer lo andado. Vagabundo soy y siempre lo seré.

El sol peinaba la tarde cuando de pronto sintió un bocinazo en la espalda al girar dio un grito espeluznante..

Muy bien Rosana, ahora quien más se apunta?

Qué bueno!! Me gusta como está. Ethel que introduce nuevos personajes, queda muy bien y Rosana recupera al protagonista y lo mata OH!!
Nilda

Lindo! Esta quedando lindo! Yo seguire la historia desde fuera en espera de que mas companeros pongan su granito de arena.

¿Qué tal si lo cerramos ahí? con el suspenso del bocinazo? Le da misterio y un final abierto. Tal vez seguir extendiéndolo sea forzado y no le deje bien, ¿qué opinan?
Nilda

Creo que quedó perfecto el texto.