El Loco González - (Cuento)
El tipo era más loco que un plumero, simpático y entrador además de buen reportero gráfico. De hecho todos lo conocíamos como el Loco Gonzáles.
Éramos buenos amigos y yo me divertía con sus ocurrencias muchas veces con riesgo de perder el trabajo por impertinentes o que nos pegaran una flor de paliza por meternos a provocar hinchadas durante los partidos que íbamos a cubrir por nuestro trabajo. Bueno… digo “meternos”, en realidad yo sólo estaba junto a él pero, de hecho quedaba involucrado en sus acciones digamos… riesgosas.
La Casa de Gobierno sitio que además de las colaboraciones que teníamos en alguna revista deportiva era nuestro trabajo fijo como fotógrafos y sin duda un lugar poco propicio para las bromas de alto vuelo erótico exhibicionista, sin embargo, para el Loco era un desafío.
Se me helaba la sangre cuando disimuladamente en pleno Salón Blanco durante un discurso de algún Ministro me tocaba el brazo indicándome con los ojos que mirara como había sacado sus atributos masculinos que asomaban por el espacio que dejaba su saco de corte cruzado.
Una mezcla de sentimientos encontrados me paralizaba, sorpresa, risa, nervios y temor explotaba de pronto en todo mi cuerpo.
El Loco sobrepasaba su propia locura habitual.
Cierta vez caminando por la Av. de Mayo a pocas cuadras de Plaza de Mayo lugar emblemático si se quiere para los argentinos, se le acercó un niño de la calle de esos pequeños que piden limosna.
Estirando su bracito y abriendo la mano el pequeño lo miró directamente a los ojos y le pidió una moneda.
El Loco me preguntó si podía prestarle diez pesos.
Si claro – respondí - Entonces… vació su billetera y le dio todo el dinero que tenia al niño que no pudo dejar de abrir sus ojos como dos soles.
Que haces - le pregunte - pensé que los diez pesos eran para el pibe.
No boludo - Me dijo - son para volver a casa.
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Ricardo "Cocho" Garay
"Sólo soy un soplo de vida en la eternidad"