La maestra mandó como deber para los niños de su clase que les pidiesen a sus padres contarles una historia que al final tenga una moraleja. Al día siguiente, comenzaron a narrar esas historias. Daniel dijo:
- Mi padre es un agricultor y tenemos un montón de gallinas ponedoras. Una vez llevábamos una canasta llena de huevos en el asiento delantero de la camioneta, cuando caímos en una zanja y todos los huevos se rompieron.
- Qué pena - Dijo la maestra - ¿Y cuál es la moraleja?
- No pongas todos tus huevos en una misma canasta.
- Muy bien - lo felicitó la maestra.
Ahora Sara levantó la mano y contó:
- En nuestra familia también somos campesinos. Nosotros criamos pollos para vender. Un día teníamos una docena de huevos, pero sólo diez pollitos rompieron el cascarón, y la moraleja es: No cuentes tus pollitos antes de nacer.
- Ese fue un lindo cuento, Sara. Y tú, Jaimito: ¿tienes alguna historia para compartir...?
- Sí, señorita. Mi papá me contó esto acerca de mi tío Pepe. Mi tío Pepe es su hermano. Era piloto de un avión durante la guerra, lo derribaron y se tuvo que lanzar en paracaídas sobre territorio enemigo. Todo lo que tenía con él era una botella de whisky, una metralleta y un machete. Mi tío se tomó todo el whisky mientras bajaba, para que la botella no se rompiese al llegar al suelo, y cuando tocó tierra lo hizo justo en medio de cien soldados enemigos. Mató a setenta de ellos con la metralleta hasta que se quedó sin balas. Luego mató a veinte más con el machete hasta que la hoja se partió. A los diez restantes tuvo que ahorcarlos con sus propias manos.
- ¡Dios mío...! - Dijo la maestra horrorizada - ¿Y qué clase de moraleja te dijo tu papá que tenía este cuento tan horrible?
- Aléjate de los borrachos...