La escuché, su voz aguda chillona como siempre, hacían que me irritara con solo oirla. Sus insultos más de una vez golpeaban mi sensible ser, a veces pensaba que tal vez solo fui un error, una vida que no debió procrearse, que tal vez por ese motivo; sus palabras minadas de odio, amargura y rencor se desplazaban hasta mí, con una única misión lastimar, lacerar mis pensamientos, alterar mi existencia.
Escribí sobre aquel cuaderno, ese que ya olvidé si tenía hojas rayadas o cuadriculadas. Dejé que las lagrimas cayerán a cada renglón, que se toparán con las palabras recién grabadas con tinta negra.
Mientras más escribía más lagrimas surgían, sola sin nadie a mi lado, me resguardaba en mis lineas, en cada sentimiento u emoción debido a aquellas lesiones, que solo crecían al oir sus maldiciones, cada frase destructiva, que como rocas golpeaban en mi pecho.
La miré mientras buscaba algo en la sala, dejé que mis ojos grabarán cada rasgo de su rostro, su figura, su vestimenta y hasta su hiriente voz.
Jamás la comprendí, y tal vez nunca la entenderé, a pesar de que hoy ya no la tengo cerca, ya partí de esa realidad hace horas y hoy lloran en una extraña habitación acompañados de flores y velas blancas...
07-08-14
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