AQUELLAS ANTIGUAS TARDES...+++DESTACADO OCTUBRE DE 2010+++

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AQUELLAS ANTIGUAS TARDES...






Como decía uno de los personajes de mi novela "VIAJE AL AZAR: Yo voy a lo mío" Y lo mío, hoy por hoy, es seguir escribiendo. En ese momento de aburrimiento en que, por lo menos una vez al día, la mente se queda en blanco, y hurga entre las misteriosas circunvalaciones, giros y desvíos del cerebro en busca de un entretenimiento, a mi no me cuesta demasiado encontrarlo. La vocecita de ese enanito o duendecillo travieso que se oculta en mi interior con la pluma en ristre, me la ofrece adulador, para que dibuje las palabras que se me ocurran y así, una tras otra, con cierto orden aprendido y admirado desde que, en la infancia, tuve la suerte de estar rodeada de personas amantes de las letras, formen una historia que de una manera más o menos acertada, subyugue al lector.
Recuerdo con cierta nostalgia -algunas veces me atrevería a decir que con una gran nostalgia- aquellas tardes veraniegas, huérfanas de televisión, videojuegos y todos esos esparcimientos nacidos con los avances electrónicos, en los que la diversión para vencer el calor eran las conversaciones y, sobre todo, las lecturas en familia. Cuántas horas pasadas sentadas en los sillones y pequeñas sillas de enea, junto a las puertas acristaladas abiertas a la terraza, para dejar entrar la brisa en los momentos en que quisiera hacernos el regalo de su tibieza, leyendo en voz alta, (cosa que siempre me tocaba hacer a mí, a causa de mi buena dicción e inflexión en la lectura -modestia aparte- aunque de eso puedo presumir pues era solamente una niña); mientras la madre y las hermanas mayores, ocupaban sus manos en labores que abarrotaban armarios de ropa bien cosida y mejor bordada al tiempo que escuchaban historias, revisadas de antemano por el padre o aquella madre que, en silencio y aunque parecía sólo ocuparse de obedecer, era quien manejaba sutilmente todos los hilos que daban un orden y estabilidad a la unión familiar. De vez en cuando, la lectura se interrumpía por la entrada del padre que, sonriente y satisfecho, aprobaba en silencio el quehacer femenino con el cual vencía los altos grados de la canícula.
Más tarde, la merienda. El refresco de limón, la naranjada, o la fruta enfriada en aquellas neveras arcaicas donde las barras de hielo troceadas ayudaban a conservar un cierto tiempo los alimentos. Yo, siempre permanecía al acecho del hombre que traía el hielo. Me parecía un milagro ver aquellas barras arrastradas por ganchos de hierro para evitar congelarse las manos, que, en pocos instantes, iban a parar al diminuto habitáculo ubicado en la gran cocina de la antigua casa. El mismo hombre, en silencio, bajo mi observación infantil descubridora de hechos inverosímiles, troceaba la barra golpeando con una espátula dentada hasta desprender un trozo con la medida exacta del pequeño recipiente refrigerador. Luego, doblaba el saco humedecido, en el cual había apoyado el hielo sobre su hombro, me ofrecía una mirada de curiosidad y volvía a su trabajo en silencio.
Dichosos días de infancia, de recuerdos tranquilos, pacíficos, donde los problemas se resolvían entre diálogos íntimos, sin discusiones, con razonamientos sosegados. Momento en los que, a los más pequeños se nos permitía una corta libertad de juegos y pequeñas travesuras en patios, jardines y aposentos de la casa que aprovechábamos para visitar e indagar a la espera del encuentro de secretos o tesoros bien guardados, sin embargo, nunca hallados.
Una de los recuerdos más interesantes de aquellos lejanos tiempos, es cuando llegaban familiares, amigos o gente desconocida para mí, acompañadas de sus hijos, para saludar, visitar o dar la bienvenida, momento en el que, mientras los mayores eran invitados a un refrigerio, toda la chiquillería nos reuníamos en rincones bajo la sombra de los árboles a explicar cuentos, anécdotas, misterios verdaderos o fantásticos que hacían rebosar mi imaginación dando vida a gnomos, hadas, dragones o seres ficticios acurrucados en ese cuarto oscuro mental, en esa buhardilla donde se quedan escondidos los sucesos más conmovedores de nuestra infancia, los causantes, seguramente, de que, más tarde en el tiempo, sirvieran para que aquella niña, quisiera convertirse en escritora.
Pero la vida manda, impone el camino, nos hace seguir rutas nunca antes sospechadas y los deseos se doblan como ropa recién lavada dispuesta para la plancha. Se acomodan sobre una cesta, se estiran con las manos para ahuyentar las arrugas más pertinaces y se guardan en el armario a la espera de su turno. Otra vez, en ese armario en el que cabe todo, ese armario que también se halla en el desván de la mente, en el cuarto secreto, el de los trastos donde se encuentran tesoros, recuerdos antiguos, amados, deseos nunca conseguidos que poco a poco se han ido olvidando y cuando, de pronto, en un momento inoportuno de soledad, de recopilación de sucesos pasados los descubres, te admira su belleza, su dulzura, su fuerza, su solidez. Porque entonces eres consciente de su existencia, siguen ahí, todavía están vivos. Es en aquel momento cuando los rescatas del olvido y los pones en práctica. Todavía puedes, todavía están, son recuerdos del pasado traídos al presente, aquellos retazos de vida ya olvidada que consigues transformar en una pequeña historia. La niña ansiosa por ser escritora ha conseguido su sueño, aunque nadie lo sepa, ninguno de los que entonces la acompañaron lo supo, ni lo sabe, ni lo sabrá. Ya no existen, ya no están y te preguntas: ¿quedará alguien que recuerde todavía aquellas antiguas, pacíficas, serenas, encantadoras e ilustrativas tardes de verano? Yo las llevaré conmigo hasta el final de mis días. – MAGDA.

Precioso relato Xanino,donde nos trasladas a esas antiguas tardes con facilidad y gracias.
Desperto muchos recuerdos en mi, de tardes de visitas familiares siendo chico.
Un gusto leerte

Sí, desde mi remoto lugar en el mundo y gracias al artilugio llamado Internet,
llego hasta ti para decirte que sí, que eres escritora y de las mejores.
¿Y quién soy yo? Un lector.

Aquellas antiguas tardes...siguen muy vivas y frescas en el almacén de tu memoria,para regocijo y disfrute de tus muchos lectores y lectoras,que disfrutamos de tu arte de juntar palabras.
Has removido telarañas del desván mental y has desempolvado algunos de mis recuerdos de aquellas mis tardes antiguas...
Un disfrute leerte Xanino.

¡¡Mil abrazos de flores de colores!!

Un abrazo agradecido a todos vosotros mis amables lectores y auténticos escritores. ¡Gracias de corazón!

Si claro que quedamos, muchos somos los que hemos vivido esas tardes a las que te refieres en este agradable y bien construido relato mi querida Magda.
Un abrazo

Me alegra saber que por esos rincones desconocidos del mundo, todavía quedan personas que, como tú, amigo César, rememoran con placer momentos serenos en los que se unían los corazones y las palabras. Gracias por leerlo.

BUENO TE CUENTO UN SECRETO ABUELA XANINO, AUN HAY TARDES DE ESAS..AL MENOS A MI AUN ME REGALAN ALGUNA,QUE SUPONGO EN UN FUTURO, SERAN PARTE DE MIS RECUERDOS AGRADABLES Y QUE SERAN ANTIGUAS,PERO POR AHORA SON ...Y COMO SE DISFRUTA.

ME ENCANTA LEERTE ,DE VERDAD ME GUSTA MUCHO

Mi entrañable amigo Mateo ¡cómo me gusta que me llames "abuela xanino"! Aprovecha esas tardes, disfrútalas porque luego se acaban y se echan de menos. Guárdalas con avaricia, como un hermoso recuerdo de tu juventud así podrás explicar a tus hijos y nietos, los momentos maravillosos de aquellas antiguas tardes... Un besote muy fuerte para ti, mi querido Mateo. Gracias por tus amables palabras.

Excelente relato, como siempre que me cruzo con tus letras, Xanino. Y soy de los que creen que extrajendo los recuerdos de nuestras mentes, para plasmarlos en alguna historia sobre el papel, no solo los revivimos, sino que tambien los inmortalizamos de alguna manera. Muy bello y disfrutable. Un saludo afectuoso,
Jose

Tienes razón, Jose, amigo, tengo un vida ya bastante larga y por lo tanto he acumulado muchísimos recuerdos, unos amables otros no tanto y es bonito revivirlos y este gusanillo de la escritura es lo que me impulsa a transformarlos en palabras escritas aunque siempre mezclados con un poco de fantasía... la más elemental herramienta del escritor. Gracias por leerlo y por tu comentario. Un abrazo.

Una vez más, quedo subyugada por tu escritura, querida Magda. Y mientras tan bien y con tanta belleza lo describas, esas tus tardes llegan a los lectores para cobrar vida en cada lectura. Un abrazo y felicidades.
Silvina.

Ahhh qué deleite leerte, Xanino!!
Qué placer, por Dios!!
Gracias por compartirlo, comentarte no tiene sentido.
Todo se siente, mientras mis ojos recorren cada una de tus letras!!
Un abrazote enorme y felicitaciones, maestra!!

Muchas gracias, amigos todos, por esa valoración generosa que habéis dado a este humilde recuerdo hecho palabras. Es un estímulo para seguir en esta andadura de las letras. ¡GRACIAS!

Xanino, este es el primer escrito que leo de tu autoría y de verdad, he quedado con una gratísima y emotiva sensación. Imágenes tan entrañables como lo son esos recuerdos de infancia, que creo, quién más quién menos, coincidimos en las mismas experiencias: encuentros familiares en esas tardes estivales, rincones mágicos que para las mentes infantiles como lo son las buhardillas y desvanes, donde se atesoran las remembranzas de antaño... Aromas y sabores que nos acompañarán toda la vida. Gracias por compartir tan impecable bello escrito!
Un placer saludarte y dejarte mi enhorabuena y admiración!

Un abrazo, desde Galicia!

¡Hermosa Galicia tantas veces visitada, tantas veces disfrutada, tantas veces añorada! Gracias amiga por tus palabras, me satisface haber contribuido a proporcionarte con mis letras, un momento grato de lectura, Un beso.

Así es en todas partes, Jaime.La tecnología nos ha dado muchas cosas buenas y muchos adelantos pero nos ha privado de momentos muy entrañables. Muchas veces pienso donde han ido a parar aquellos momentos en los que, a diario, se esperaba la hora de reunirse todos alrededor de la mesa para comer y conversar. Ahora, el primero que llega a casa por la noche se hace con el mando del televisor o se encierra en su habitación para encender el ordenador, ya no se le vuelve a ver el pelo ¿cómo vamos a conocernos así? ¿qué recuerdos nos quedarán? Una pena...

Xanino, Este relato tambien ya lo habia leido, pero ha sido un absoluto deleite volver a leerlo nuevamente. Felicitaciones por algo tan lindo. Saludos,
Jose

Mi más sincera y cariñosa Enhorabuena Xanino!

¡¡Abrazos de flores!!

¡Gracias Jose, gracias pétalos! Un beso para ambos.