ALMA EN PENA +++ DESTACADO AGOSTO 2014+++

 DESTACADO






Dora cruzaba el “campo santo” como un atajo, camino a “las casas”.
Volvía de visitar a su comadre enferma y entre mates y chismes se le había hecho tarde. Ya había anochecido, su familia estaría inquieta. Iba durita, repitiéndose in mente que no debía temerle a los muertos. De pronto sintió un sonido que le recordaba al del metal raspando la tierra. La oscuridad era casi total. Corrió como loca, tropezando varias veces. El sonido, o lo que lo provocara, se acercaba. El terror le heló la sangre, siguió su carrera sin atreverse a mirar atrás. De pronto topó con el alambrado que rodeaba el cementerio, pasó una pierna  entre los alambres y se inclinó para pasar el resto del cuerpo. Suspiró aliviada, como si esos alambres la pusieran a salvo del alma en pena que andaba merodeando. Al día siguiente se encontró con Pepe, el vecino que cuidaba el cementerio. No le comentó nada porque, a la luz del día, le avergonzaba su reacción desproporcionada.  
El hombre le contó que el día anterior se le había hecho la noche sacando los yuyos que crecían entre las tumbas, y cuando se iba, cansado, arrastrando sus herramientas de jardinería, oyó “algo” o “alguien” que corría como endemoniado.

Concuerdo contigo, Any. Creo que los seres amados que se fueron están en permanente vigilancia y protección para que nada nos suceda. Yo lo siento con mi madre. Abrazo y gracias por todo lo que me aportas. ada

Gracias, Poesíacarnívora. Qué mis "casi" homónimas te acompañen a ti también. Abrazo, ada.

No comprendo por qué este escrito tuyo escapó a mi atención anteriormente. Por suerte para mí lo ví, pudiéndolo leer y disfrutar. Realmente amena lectura. Felicitaciones.
Saludos,
José

Gracias, Fobio. Abrazo.

Gracias, Jaime. Acabo de enterarme, ¡se me pasó encontrarme entre los destacados u olvidé cómo lo había titulado!
Es una gran alegría. Abrazo.
Ada