Cosas de Argentinos (Y conste que yo soy uno..., jajaja...)

En Madrid, el médico y la enfermera en el hospital contemplaban a los recién nacidos que dormían en sus cunas. Entre todos esos recién nacidos, había uno cuyos padres eran argentinos.

- ¿Usted sería capaz de adivinar cuál es el párvulo argentino enfermera? - Preguntó el doctor.

- Pero doctor, no hace falta adivinar nada. El infante argentino es aquél. El primero de la segunda fila.

- ¡Qué notable...! ¿Y cómo lo ha sabido usted?

- ¡Hombre, sencillísimo...! Es el primero que me cagó...


 
 


El chico llegó a su casa casi llorando del colegio:

- ¿Pero qué te pasa, niño? - Preguntó su madre preocupada

- Mamá, en el colegio me dijeron que si era judío no era argentino.

- Pero no, mi vida. Vos sos judío y también argentino.

- Bueno, pero entonces necesito saber qué soy un poco más..., ¿Argentino o judío?

- ¿Pero cómo qué sos más...?

- Sí..., qué soy más... ¡Necesito saberlo...!

- ¿Para qué...?

- Es que hay un chico de mi clase que me quiere vender una bicicleta. Por eso quiero saber qué soy más.

- ¿Y eso qué tiene que ver? No te entiendo...

- Es que si soy más judío, voy y le regateo el precio a muerte. Pero si soy más argentino, salgo esta noche y se la afano..., ¿Me entendés...?


 


En una ruta de España, la ambulancia llegó velozmente a la escena de un accidente de tránsito. Bajaron los enfermeros con la camilla y cargaron al accidentado. El médico se acercó al argentino herido, que recién había chocado y le dijo:

- Cálmese amigo. Pronto lo curaremos.

- ¡Mi Mercedes...! ¡Mi pobre Mercedes...! ¡¡Cómo ha quedado mi Mercedes nuevo...!!

- Pero, ¡Déjese de joder, hombre! Olvídese de su auto. ¡Su brazo izquierdo ha quedado aplastado!

- ¡Oh, no, Dios mío...! ¡Mi Rolex...! ¡¡Mi pobre Rolex...!!


 
 


Un argentino llevaba ya veinte años viviendo en La Coruña. Un día decide ir a consultar a un psicoanalista.

- Mire, doctor - Le Explicó - Lo mío es muy grave. Siento que perdí la identidad argentina. Siento que soy verdaderamente gallego en todas mis fibras.

- ¿Y eso cómo lo afecta?

- Y…, me afecta muchísimo. Cuando escucho un tango, me paro a bailar y termino bailando una muñeira. Si, por ejemplo, tengo ganas de comer un asado, termino pidiendo paella…

- Pierda cuidado. Esto tiene fácil solución.

- ¡No me diga...!

- Sí. En media hora usted estará curado.

- ¿Y cómo lo va a hacer, doctor?

- Lo voy a hipnotizar.

- ¡Gracias, doctor...! ¡No sabe cuánto se lo agradezco! ¡Gracias, gracias...!

Con la habilidad propia de su profesión, el psicoanalista hipnotizó a su paciente argentino y le hizo repetir:

- ¡Soy argentino! ¡Soy argentino! ¡Soy argentino!

Exactamente media hora después lo sacó del estado hipnótico.

- Veamos..., ¿se siente usted bien ahora?

- ¿Y a vos que carajo te importa, gallego pelotudo?

 

Gracias por compartir estos chistes. El buen humor nos anima y aleja las tristezas. A mi Particularmente, me ayuda a alisar las arrugas, jajajaja. Un cordial abrazo.

TRINA

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Jajaja..., gracias por tu visita y por tu buen humor, amiga Trina. Un saludo cordial,
José

Jajaja..., Manu... Qué mala fama nos hemos ganado! Muchas gracias por tu visita y tu buen humor, querida amiga. Un gran abrazo,
José

Hay mensajes que se blindan con el humor para evitar ser criticados y este es el caso. Por más chistes que sean, ofenden.

Eso es dependiendo del punto de vista con que se mire, y el humor siempre es humor, se vea por donde se vea. A mi, que soy argentino, no me ofenden. Si a usted sí..., bueno, respeto su opinión y ahí termina la cosa. Saludos,
José

Jajaja..., estimado amigo Jaime. En el humor, creo que muchas veces se exagera un poquito para hacer más patente la situación. Pero sólo un poquito. Creo (y conste que es mi opinión personal) que siempre hay una base de realidad. Y si nos hemos ganado esa fama a lo largo y a lo ancho del mundo, por algo será. La parte a rescatar es que, por suerte, no todos mis compatriotas son así y algunos hasta llegan a comportarse como seres humanos normales.
Otra cosa que quisiera aclarar es eso de las rivalidades entre nacionalidades. Para mi (y otra vez se trata de mi opinión personal) es una reverenda idiotez pensar que uno por ser de tal o cual país es mejor o peor que otro de otro lado. No importa otra cosa que ser una buena o mala persona. Ser rubio, negro, alto, petizo, gordo o flaco es sólo una ocurrencia genética.
Un gran abrazo a la distancia,
José