60 AÑOS

60 AÑOS
El bar era pequeño, apenas cinco mesas, dos butacas en un rincón del mostrador y algunos cuadros de buen gusto componían la acogedora  escena. Me senté y pedí un café  con gotas, la tarde era extremadamente fría.
Luego  puse sobre la mesa el anotador y comencé a registrar  las sensaciones de las horas anteriores en el Hospital Central.
El viejo Atilio había sido operado por cuarta vez en solo dos días de internación. Llegó  sin conocimiento y con escasas probabilidades de sobrevivir al sangriento accidente.
Su cuerpo había sufrido traumatismos, graves quebraduras y la mutilación de dos dedos en uno de sus pies. En el múltiple choque de la Autopista, el taxímetro en que viajaba quedó sepultado bajo un camión, el chofer  falleció en forma inmediata.
La enfermera sin variar nunca su asombro relató varias veces como Atilio apretaba su mano cuando camino al quirófano  los médicos tratarían de salvar su vida. Esa mujer percherona y de voz gruesa exclamaba… ¡no tenía pulso y sin embargo ejercía tanta presión que aún me duelen los dedos!, en tantos años de profesión jamás me ocurrió una cosa igual.

No contaba con mucho tiempo, debía volver a conocer el parte médico.
Atilio va para 79 años, dos o tres veces por semana paso por la pensión donde vive y tomamos unos mates, en sus relatos es fácil notar su  carácter entusiasta, festeja al sol, a la risa, los proyectos ajenos y hasta sus propios sueños. Dice que cuando se llenen de plantas los amplios balcones del nuevo edificio de la esquina, serán como jardines colgantes que bajan desde el cielo, también  aprecia el saludo  Ati-campeón!!... que los muchachos repiten desde cualquier vereda y asegura  que cuando se case la piba del quiosco, le regalará un ramo de flores tan inmenso que romperá todos los record.  No sabe leer ni escribir, supongo que no tuvo ese privilegio para que muchos no suframos de vergüenza.
Su único hermano, algo mayor que él vive aún  en las afueras de Tilcara, lugar donde se criaron bajo una pobreza desgarradora.
De muy joven Atilio abandonó el caserío porque en Buenos Aires tendría un empleo, firme promesa que un politicucho nunca cumplió.
Aun así no quiso retornar a su tierra y se defendió como pudo entre mentirosos y vivillos que terminaron por matar su ingenuidad.
A Giuseppe le debo la vida, siempre dice con gran respeto. Se refiere a Laino, un tano con quien llegó a compartir una pieza en un conventillo cercano al Abasto.
José Laino era un tipo serio y duro. Su rostro, según Atilio era una portación de tristezas por aquella Italia que alguna vez dejó trayendo con él recuerdos de una guerra despiadada.
Laino fue quien lo acercó hasta el mercado mayorista de flores y entre rosas, jazmines y no me olvides le facilitó el dinero para que comprara su primera canasta que aún hoy conserva barnizada sobre su pequeño ropero.
Sesenta son los años que Atilio lleva vociferando, siempre ofreciendo sus fragantes y coloridas flores para embellecer los hogares del barrio de Boedo.
Antes de salir del bar se escuchó un ruido sordo y extraño,  también vi gente corriendo que se amontonaba a unos metros del lugar. Pensé sin dudarlo, otro choque pero, no tenía tiempo de acercarme. Seguí mi camino rumbo al Hospital.
Las noticias fueron más que alentadoras, el cuadro de Atilio es sumamente delicado pero estable. Los médicos confían en su recuperación y hacen mención al gran esfuerzo que hace por aferrarse a la vida.
Al día siguiente el parte continuó siendo promisorio y por la tarde volví al bar, cuando el mozo me acercó el café recordé preguntarle por aquél supuesto accidente. Un hombre de treinta y ocho años se había arrojado al vacío desde el piso diez, no pudo soportar la bancarrota y dejó huérfanos a sus dos hijos.
Es innegable que quien a Atilio lo apodó campeón, no se había equivocado.

reche

Excelente cuento,viviencia,que permite visualizar al personaje.Muy buena narracion.
Un saludo

La austeridad de tus trazos me gusta. Las descripciones son las justas y necesarias para que el lector tenga una clara idea del narrador, del protagonista de esa narracion y de sus circunstancias. El texto esta muy bien redactado y el lector agradece eso porque su lectura, la de este texto, es una experiencia agradable y fluida.

Pasando al fondo de tu escrito podria yo tacharte de moralista porque es evidente que colocas en una balanza a Atilio y al suicida, pero hay algo de trampa en el proceso, pero no es una trampa malintencionada de tu parte sino mas bien te dejas llevar por el topico de que todo aquel que se suicida es un cobarde. Y digo que hay trampa en el proceso porque debe haberla! Porque la razon de tu escrito es exaltar la naturaleza optimista y de amor por vivir de Atilio en contraposicion de la de aquel que no soporto los avatares de la vida y decidio quitarsela. Ahora bien, cuando digo que hay trampa me refiero a que el autor no da mas detalles sobre el porque de ese suicidio, porque si el autor diera detalles, razones, motivos y/o circunstancias de ese suicidio, las virtudes de Atilio podrian ya no serlo tanto.

Para acabar pronto, me ha gustado este trabajo tuyo compadre. El unico pero que yo le pondria a tu excelente relato seria que, o cambiamos la edad del suicida o cambiamos el motivo del suicidio. Incluso aqui en Estados Unidos es poco verosimil que alguien se suicide a los 30 años por una bancarrota. A esa edad se suicidan por otros motivos.

Recibe mi saludo fraterno y veo con mucho gusto que cada vez escribes mejor.

Mario, muchas gracias por tu apreciación. Un abrazo

Angel, agradezco tu tiempo y el análisis sobre mi escrito. Sin duda que el final incentiva a seguir escribiendo y eso vale.
Muy acertada tu apreciación sobre la edad del suicida, a raíz de ella lo subí a FB cambiando 30 por 38 años.
Lo malo es que el la página ya no puedo hacer cambios, por lo menos yo no sé cómo hacerlo.
Si tu puedes hacerlo, te pido una mano. Desde ya muchas gracias.
Un abrazo.

Siempre dejas una enseñanza en tus textos amigo. me gusta tu estilo, siempre me gustó sólo que ahora está mucho más pulido.

Querido Reinaldo:aunque debo reconocer, que mi "amigo"El Angel Caído, tiene razón, en varias puntuaciones, te diré, con conocimiento de causa, que yo también balancée, el vivir en la lucha sobre el morir en fracaso.Soy hija de un suicida y comprendo sus razones, mas no le quito responsabilidad en cuanto a eso de hacerle ooole, a la vida, sobre todo cuando hay hijos de por medio.Me encantó tu relato, sobrio, franco, y con una secreta admiración por "ese"hombre, que yo también la tendría.En mis años jóvenes, supe sentirme tentada, en mas de una ocación, hoy en día, después de haber vivido tanto, comprendo que es menester buscar otras salidas, que las hay.Seguiré leyéndote, amigo, me gusta tu estilo. Abrazos al alma, poeta! Malisa. 

Querido Reynaldo, cambié los años al personaje, así tu texto quedó como tú querías.
En cuando al texto me sorprendes cada día que te leo, buena hilaridad. Permites que el lector entienda de manera perfecta la historia que gusta, atrapa al lector. Además porque todas tus historias tienen ese toque de humanidad que no desperdicias en ningún momento, acentúas el texto con ello..

Felicitaciones y bravo!... un gusto

Gracias Cochito, muchas gracias.

Mali querida, que eres transparente nadie puede dudarlo. De cualquier forma de haber conocido esos datos, el final del cuento hubiera sido otro.
Es como dices, la intención del escrito era destacar una vida nada fácil del personaje y aun así su casi fanático deseo de seguir con ella. Quiero que sepas, y esto nada tiene que ver con la historia de tu padre, que el que suscribe estuvo parado en una barrera sacando cuentas para no fallar. Era muy joven y creía no poder sobrellevar las jugadas que desde muy chico la vida me regalaba pero, la vida también me regaló la atención de un hombre mayor que puso una mano en mi hombro a lo que siguió una charla que jamás olvidaré. Que tanta gente haya pasado a mi lado y que solo uno se haya fijado en mí me demostró que aunque sea una sola, siempre puede haber una salida. Campeones hay muy pocos y quién es el que alguna vez no anduvo a los sopapos recibiendo más de la cuenta. Señalar es más fácil que sentarse a comprender. Te quiero mucho. Un abrazo.

Hermanita Ethel !!! te agradezco la enmienda y las palabras de tu comentario. El personaje Atilio si pudiera leerlo no dudaría en decirme ¡ vamos flaco todavía !!!!!!
Otra vez, muchas gracias y como dice Mali, un abrazo al alma.

Me encanta leer sus relatos, porque los puedo imaginar a la perfección, en cada descripción que caracteriza tantos los sucesos por los que atraviesan los personajes, como los que caracterizan al mismo protagonista. Un gusto leerlo y gracias por compartirnos sus excelentes relatos.

Cecy, el que agradezco soy yo, por tu tiempo y apreciación
Un beso.