En las noches del día, de mi claridad oculta, no he visto soluciones ni alentadoras ideas, solo he visto infinidad de problemas e interminables rompecabezas de infinitas piezas y complejidad.
En las noches del día, a penas siento y a penas duermo, son noches largas de penalidades absurdas, de muertes lentas y de pensamientos en círculo.
En las sombras del día, mi corazón late a velocidades intensas y como una violenta tormenta que atormenta, se desprende en partes en mi alma, en necesidades opuestas, contradicciones retóricas y confusiones inciertas.
En las tardes del día, se impregna en mi, la nostalgia de un viejo recuerdo y la bondad de querer salvarme sin temor a sentir el fraude de mi propia persona.
En las noches del día, los océanos vienen por mi, la marea me lleva, los caminos se abren, la peligrosidad disminuye la presión, el muro se quiebra.
Y en esta noche del día, una montaña empieza a subirse a mi espalda, hasta llegar a mi cuello, para llegar a mi cabeza y en mi mente yacer y descansar (o al menos eso intentaría).
En ese momento me digo: "Vengarme sería la respuesta", pero no hay duda que no soy yo, ni muchos menos quien yo quisiera. Al menos no hoy, en esta noche del día.