RAZÓN TENÍAS, SOCRATES (Solo sé que no se nada...)

Cuando me dicen que soy una persona culta les digo que nada de eso, que soy un pobre ignorante. Pero, bien pensado, como sé la ingente cantidad de cosas que no sé, va a resultar que sé muchísimas cosas... viéndolo así puede que no sea tan ignorante después de todo.




Adanhiel.

Estimado:

Usted escribe, y no puedo yo, menos que poner en movimiento mis pocas y reumáticas neuronas.

Cuando alguien le dice a usted, que es una persona culta... Pues, tendrá sus motivos para decírselo.
Es mas, aparte de culto, puede que usted sea también; Ilustre e inclusive, portador de un conocimiento enciclopédico, por decirlo de alguna manera.
Ha de notar, que éstos tres conceptos son diferentes entre si, aunque pudiesen estar relacionados.

Ahora, a mi modesto entender, estoy en un todo de acuerdo con el gran filósofo Sócrates, en esto de que "sólo se que no se nada". Pues, si el tal Sócrates, para él, no sabía nada... ¿Qué quedaría para los demás? ¡¡¡Pardiez!!!

Hubo una tangente, en nuestro amigo Sócrates, que lo ha llevado a tan exacta reflexión: Su propia lucidez. Es ésta, sin lugar a dudas, a la lucidez me refiero, quien nos hace mejores en todos los sentidos. Es ella, quien nos muestra el camino mas directo a la cultura y al conocimiento.

Permitame expresarle, querido amigo Adanhiel, refiriéndome a usted en particular; Que es su lucidez, y no otra cosa, quien hace que usted goce de la reputación que merecidamente lo distingue. Lo otro, sencillamente, sólo son cosas que se aprenden.

Entonces... ¡SOCRATICOS ABRAZOTES AL CANTO!... querido amigo.

Querido amigo:

Después de ver reducida esa lucidez de la que hablas con tan buen criterio (la de mis santos progenitores) a mero polvo que ha de llevarse el viento del providente devenir comprendo... SÉ, que somos poco más o menos que eso... POLVO, pura, vanidosa e insignificante nada. ¿Qué me separa a mi de un miserable analfabeto de campo? NADA; ¿qué me une a él y su equiparador destino? Puede que TODO. Perdónenme si no me vanaglorio cuando me dicen culto, ni cuando me galardonan con la ínfula de "especial"... Somos diferentes y sin embargo tan iguales que asusta, Sí, asusta el reconocernos en tan dilucidadora igualitoriedad. Bájenme entonces del brioso caballo de la preeminencia pues no estoy hecho para su doma, antes, prefiero, amansar mi propio ego, que es quien nos hace precipitarnos en el distanciamiento entre hermanos unidos por igualador vínculo divino; a ese vínculo quiero seguir permaneciendo fiel siendo, por ello, fiel a mi poquedad... que tonto, ¿verdad? Pero, culto o no culto, lúcido o no lúcido, quiero ser merecedor a mi felicidad de aquesta singular manera.

¡Toma ya! Vaya disertación, y quien la ha hecho posible no he sido yo (no enteramente) sino mi propia alma; valga sea a tono de confidencia que sólo personas como tú estimulan con su franca amistad. Que en público quede constatación de mi perviviente compromiso con ella.

Sus palabras, maese Ricardo, aparte de generar esa extraña estimulación, me han reconfortado en alto grado y desde ese grado me gustaría agradecérselo.

¡CONGRATULADÍSIMOS Y FILOSÓFICOS ABRAZOTES, MI POLIFACÉTICO HERMANO!

Mi muy querido y extrañado amigo:cuando Sócrates expresó lo que tú has citado fielmente, creo que demostró la sabiduría del grande y a la vez humilde. El que sabe mucho, no necesita vanagloriarse de lo que sabe o andar haciéndolo notar, a los cuatro vientos.El que sabe, sabe, aunque él no lo sepa. Lo saben los otros, los que esperan ansiosos sus palabras, como los alumnos de nuestro amado filósofo.El que sabe, desea saber más, le hierve la sangre por aumentar su sapiencia, porque se da cuenta que es poco lo que sabe comparado con lo que aún le falta saber. Por eso lo de humilde. El que sabe, provoca el silencio reverencial, ante los que lo escuchan, beben de su fuente.El que sabe, puede tener una medida aproximada, de lo que sabe, cuando comienza a hablar y los demás se aglutinan a su alrededor, como sucedía con Cristo, ¿verdad?Despiertan sed y hambre a su paso, y , a pesar de nuestra pequeñez, nos eleva y enaltece, elevando nuestra autoestima, porque no necesita banalizar su discurso, ante nuestras miserias.Creo que Sócrates, como buen Maestro, quería darnos una lección de humildad, y enseñarnos a ir siempre en busca de más, porque el saber es infinito, lástima que nuestra vida terrenal no lo sea, pero nuestra esencia, en su infinitud, continuará aprendiendo, siempre.Sólo deberemos cuidarnos del Ego, y dejarnos fluir, por el camino del aprendizaje, aumentando nuestra sabiduría y ejerciéndola con humildad. Así, que mi querido amigo, no es poca cosa la que tú sabes, ya que te has dado cuenta que sabes poco. Abrazos socráticos, mi querido sapiente!!!Yo continúo aprendiendo de tí.Malisa

Mi queridísima amiga Malisa: Sin duda serías una alumna aventajada del maestro Sócrates al captar al cien por cien el fondo y contenido de sus reflexiones, al igual que has hecho con ésta que he querido rescatar para resaltar las mías. Mantengamos, pues, a machamartillo, nuestra humildad contra viento y marea de nuestras evanescentes y mortales inclinaciones porque ese es el sendero (puede que algo angosto, pero veraz) a la sapiencia, no para con todas las cosas pero sí para con las que resultan ser las más accesibles y relevantes. Conociendo lo que no sabemos comenzaremos a desvelar las mil y una incógnitas de aquello que nos queda por saber y de lo que nuestras almas ya están más que advertidas; hagámoslas caso, dejémonos guiar por ellas aunque la reactividad de nuestra mente se muestre reacia a asumir según qué reveladores axiomas... domémosla (junto al ego) con esa humildad a la que el maestro hacía acertada referencia poniéndose en primera persona como aleccionador ejemplo, sigámoslo entonces, cada uno a nuestro ritmo y con nuestro inigualable estilo, y los frutos recogidos, incuestionablemente, no nos cabrán en la cesta, entonces estaremos en disposición de repartirlos a quien veamos más necesitado de ellos, prodigosamente... que Dios lo verá con buenos ojos y asentirá con una inconfundible chispa de aprobación en nuestros corazones.

Todos aprendemos de todos, egregia Dulcinea, tú de mí, yo de ti, etcétera, cual esponjas, y que sigamos así por muuuuuuuucho mucho tiempo, que falta nos hace a todos.

¡Besazooooooooooooosssss!! ¡Princesa y reina!