Mas Alla de una Razon

Mientras iba manejando por la autopista, mi cabeza no dejaba de preguntarse si realmente estaba preparado para esta contingencia o si estaba haciendo lo correcto. Si tendría la presencia de ánimo y la firmeza necesarias para poder elegir, llegado el caso.

No estaba muy seguro, pero ya había cubierto, mientras cavilaba, más de la mitad del trayecto, así que tendría que ponerme a prueba nomás.

Están allí para que uno decida a quien se lleva, razoné para calmarme un poco. No es tan dificil. Uno va, mira, selecciona y después de pagar una tarifa nominal sale con el o ella por la puerta como si tal cosa. Pensá que en definitiva los estás ayudando, me decía. Andá, fijate bien lo que hay y con sólo un poquito de buena suerte en la elección vas a conocer placeres que nunca antes pudiste experimentar. Al menos, eso decían los que ya habían pasado por esto.

Cuando traspuse las puertas del inmenso salón, olía raro. Una mezcla de desinfectante con el aroma de cuerpos no muy limpios. De todas formas, no hubo oportunidad de concentrarse en los olores, pués inmediatamente el empleado a cargo se acercó para recibirme y darme la bienvenida. Después de una breve explicación de mi parte y su asentimiento comprensivo, empezamos a caminar por el pasillo central, mientras un sinfin de caras seguían atentamente nuestro recorrido de una punta a la otra de la sala dividida.

Curiosamente y aunque nunca antes había estado por allí, cuando iniciamos nuestro relevamiento se hizo un silencio expectante y todos esos ojos se posaron en mi persona con ansiedad. El encargado, mientras caminaba a mi lado, señalaba aquí y allá y me recitaba un discurso obviamente preparado, que repetía cada vez que un potencial interesado llegaba al lugar. Era claro que sus indicaciones dejaban entrever sus propias preferencias, al hablar mejor de algunos candidatos que de otros. Pero yo no tenía intenciones de dejarme influenciar.

Ya tenía suficiente con las muchas instrucciones recibidas de mi pareja, que se hallaba tediosamente postrada en cama con una pierna enyesada y que a esta altura de su vida, se había propuesto condimentar la rutina de nuestra relación agregando a un tercero.

El empleado, quien parecía estar bastante familiarizado con el carácter, conducta y habilidades de todos los que allí moraban, seguía hablándome sin parar, tratando por todos los medios que me decidiera de una buena vez por alguno y que no fuera a irme de allí sin compañía.

Tomar una decisión era aún más dificil de lo que imaginé. Estaba buscando por algo distintivo, sin saber exactamente que. Todas esas caras competían por mi predilección, todas parecían implorar por mi atención y favoritismo. Repasé una vez más el grupo detenidamente, hasta que encontré sus ojos entre tantos otros ojos impacientes, una mirada tan limpia e inocente que simple y llanamente me caló hasta el corazón.

La contemplé por largo rato, soportando todo el tiempo como una irritante música de fondo, la cháchara del empleado que no paraba nunca de hablar. Ella me sostuvo la mirada sin falsas esperanzas ni exagerada exitación. Sólo me miraba con una ternura infinita que yo jamás había sentido hasta entonces.

Se la señalé con dedo firme y resuelto al encargado parlanchín, que gracias a Dios, por unos instantes, paró de hablar para ir a buscarla.

Lo demás fue cumplir con las formalidades de práctica en esos casos. Llenar algunos papeles, recibir a mi vez otros, efectuar el exíguo pago estipulado por el establecimiento y recibir efusivas congratulaciones por mi acertada elección, antes de salir del local con ella en brazos hacia mi auto.

Mientras iniciaba el viaje de vuelta hacia nuestro hogar y antes de subir a la autopista donde debería concentrarme exclusivamente en conducir, la miré amistosamente, estiré el brazo hacia el asiento contiguo y acaricié suavemente su cabeza como para empezar a conocernos. La perrita sin nombre me lamió los dedos con afecto y agradecimiento y en seguida se quedó dormida, con lo que yo hubiese jurado era una sonrisa en su negra carita alargada.

QUE LINDO CUENTO, Y ES CIERTO, NO IMPORTA POR SUERTE LA RAZÓN CON ELLOS, SOLO IMPORTA EL SENTIR CON ELLOS, OJALA CON LOS HUMANOS FUESE IGUAL

Poesiacarnivora, Mateo: Muchas gracias amigos por vuestra visita a este escrito. Yo con los perros tengo algo especial. Le encuentro sentido a todo lo que hacen y los quiero profundamente. Ni hablar de su fidelidad y excelente compañia. Un saludo afectuoso a ambos,
Jose

Amigos incondicionales, he visto y sabido de muchas acciones de animales que superan cualquier logica.
Cuando me vine al hogar, aqui no dejaban perro, así que a Malevo ,un perro callejero como yo, tuve que dejarlo con un amigo,bastante lejos,y fue todo un gran dolor desprendernos.
Pero pasaron no se cuantos meses, y malevo aparecio en la puerta del hogar un dia, flaco, cansado , vaya a saber cuanto anduvo el tipo hasta que me encontro, ahora ,es la mascota de todo el hogar, pues no hubo otra que recibirlo como a este viejo, pues se lo merecia.Y como cuida a todos.
nadie se va a explicar como llego, de verdad que estaba muy lejos,nunca habia venido aqui,era imposible,pero el tipo llego,y se quedo.

Si Antonio. Hay cosas en las acciones, comportamiento y la intuicion de estos animales, que creo jamas llegaremos a entender. Pero que, para el buen observador, destilan amor, gratitud y siempre buena compañia. Sin nunca exigir nada a cambio.
Gracias, amigo, por tu visita y lindo comentario. Un saludo cordial,
Jose

Gracias Nomade por tu visita y comentario. Solo quisiera aclararte que, si bien quiero mucho a los animales, principalmente a los perros, este es solo un relato de ficcion en primera persona y no necesariamente una experiencia personal propia. Pero fue inspirado en mi amor hacia los perros, especialmente los callejeros, sin hogar. Un saludo afectuoso,
Jose