La rota tarde de un martes cualquiera

La tarde en que Hank y Diana se conocieron estaba rota. Era martes, llovía y la calle estaba ensopada de lodo, de lluvia gris y fría, estaba inundada de desesperación y mentiras. De abandono. De horas que transcurrían lentas e interminables. Estaba rota desde una esquina, desde la esquina en que el cielo se abría y soltaba todas esas gotitas como llanto de sirenas, como babas de murciélago, gotas que mojaban y hacían más jodida la existencia. Gotas de lluvia fría, que se mezclaban con los reclamos, con la basura, con los pasos derrotados y presurosos de quien calzaba unos viejos y desgastados tenis Converse. Lluvia tan fría como cubitos de hielo flotando en una cuba, gotitas heladas como latigazos de hielo, arañazos fríos sobre la espalda morena y delgada, sobre el cabello negro revuelto, revuelto como los pensamientos de esta tarde rota envuelta en el humo azul de un Malboro.

La tarde olía a humo, a smog, a gasolina y autos sobre el asfalto, olía a soledad. A paredes grises y a rostros cansados. La tarde olía un poco a inténtalo vamos tu puedes. La tarde poseía un ligero olor a libro de superación, a conferencista gritante, a coro de iglesia. Olía un poco a resignación, a dioses extintos, a biblia vieja. Hank seguía las briznas de perfume, las migajitas de olor, los miedos nube no me dejan ser, que se iban quedando relegados sobre las esquinas, sobre los puestos de periódico, se iban quedando en los grafitis, en los carteles esta noche hay lucha gran baile norteño se solicita sirvienta busco a mi perro.

Hank se enamoro de esa espalda liquida, de ese negro cabello, de los labios rojos y grotescos, se enamoro de el cigarro entre sus dedos, se enamoro de sus dientes chuecos, de sus cejas depiladas, de sus pequeños grititos, de sus uñas y de sus largas piernas. Diana se fijo primero en su chaqueta de cuero, en su LEVI’S, en su voz resacosa, le gusto lo que le dijo, aquello de que su boca sabia a noche cálida y tranquila, a luna llena, a limón y a lavanda. Le gusto que le dijera, que el iba a devorar sus miedos, a conjugar sus pecados. El iba hacer que ella olvidara. Le gusto que él le mostrara un pedacito, un pequeño pedacito de corazón, uno que no había sido dañado, uno que conservaba –casi- intacto. Dijo que lo guardaba para ella.

Era un pedazo de corazón que cantaba viejas canciones, lleno de lamentos y de ruiditos como canciones de THE CURE, y sonaba como A NIGHT LIKE THIS, como a PICTURES OF YOU, un poco como canciones tristes, sonaba a APART, A FORREST. Pero si Diana esperaba un poco y sintonizaba su silencio en la misma frecuencia que el latido y el canto triste de ese pedacito de corazón, entonces sonaba a JUST LIKE HEAVEN, FRIDAY IAM IN LOVE, a LOVE SONG. Y cuando sonaba a LOVE SONG latía de forma curiosa, parecía un pequeño tomate respirando, un pequeño tomatito que bombeaba sangre roja al compas de una guitarra casi ausente, casi triste, casi pop.

Diana se lleno de SMOKE IN THE WATER, de WILD THING, de Hendrix y su FOXY LADY. Cambio su paraíso por NIRVANA, sus Malboro por mariguana. Y se lleno de música e intento arreglar la tarde, y le canto al cielo gris aquel que se caía, a las nubes aquellas llenas de agua, pero también llenas de dolor y de tardes rotas y de cigarros, y llenas de alcohol, de ruido, de sangre, de rock. Le dijo –Hank voy a llenar todo el cielo de música, voy a cantarle a las estrellas. Seré ZIGGY STARDUST, una araña de Marte, el hombre que vendió al mundo, seré David Bowie cantando SPACE ODDITY. Hank voy a darte besos de música, tus dientes serán las notas etéreas de una sinfonía agridulce, subiremos juntos nuestra escalera al cielo- dijo eso y luego se puso muy triste, y la tristeza era por la tarde, por la lluvia y porque Hank tenia todas esas cicatrices, se hacia daño a si mismo, y ella pensaba que podía curarlo.

Y hank le dijo –Welcome to the jungle, C’mon baby light my fire, enciende mi fuego- y sus palabras salieron un poco atrabancadas, un poco arrastrando mariposas y huracanes, abriendo agujeros negros y revelaciones. Diana temblaba y Hank quiso cubrirla de la lluvia, ella tenia frio por fuera pero también frio por dentro, Hank le dio un beso y metió su lengua bien adentro, y le dejo sus babitas tibias, y le dijo -Nena no quiero sentir I WANNA BE SEDATED ENJOY THE SILENCE, la tarde esta rotita, fría y lluviosa y tiene estas nubes delirantes y llorosas como si fueran fantasmitas de humo, como si fueran sueñitos negros y oscuros en fuga, como si fueran rosados cerdos saltando el muro, disfruta el silencio. La tarde ira mejorando, ya huele a espíritu adolecente.

Diana temblaba y Hank la sostenía con sus brazos cansados, con sus brazos llenos de cicatrices, con sorbitos de vodka, con besos desesperados y le decía – no quiero sorpresas nena, soy un androide paranoico buscando absolución y aunque lo intento no puedo obtener satisfacción; Ican’t get not satisfaction, Ican’t get not satisfaction.

no se para que me meto a leer cosas de grandes no entiendo nada,como se rompe una tarde?

Para sensoriales en sintonía. Un cuadro estático de un encuentro que vive en el bombardeo de impresiones que recorta a los personajes. Interesante que los cinco sentidos queden satisfechos.

ups,ahora si se pone linda la cosa ja.
encima escribiendo genial,y con esa fotito que uhmm,
que bueno encontrarte aca,no entro mucho por que viste como es me desboco a veces ja,pero cuando hay buenos textos,vale la pena decirles hola