Françesc USUARIO BANEADO POR INCUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS BÁSICAS DE CONVIVENCIA
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| Tema: Teoría de la felicidad especial y general Miér Dic 19, 2012 11:57 am | |
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Teoría de la felicidad Especial y General
Se presentó como una víctima para repartirse los lodos, e implicaba un escándalo por los delitos de daños; procedimiento de cumplir una ilusión particular imponiéndola como verdad para la generalidad humana. Así es como trabaja la trama, el corolario que venía a decir que todos están predestinados, sin comprender y contemplar que mi predestinación era desmentir su especial felicidad con la felicidad general, que inequívocamente tiene propósitos distintos. Si todos estamos predestinados, y es debido a un ente superior, ¿cómo es posible que mi propósito sea negar dicha predestinación llamando falsa a la propuesta distinta?
Bien, supongamos que acepto la predestinación. ¿Cuál es mi propósito? Mi propósito es negar que yo esté predestinado, lo que me produce una felicidad especial, de igual manera que la obtiene quien piensa lo contrario. Pero, si ambas partes están predestinadas, la felicidad deberá ser general, y tiene como consecuencia que el supuesto ente sea sólo una idea del pensamiento, que perece por sí sola ante la claridad de las propuestas antagónicas.
Para su construcción, aquella gran superficie, complejo gestionado por un canon, necesitó sacarlo a la venta en el momento oportuno; interés que subyacía en sus orígenes. Quizá también, sus partidarios se aferrarán a la seguridad y protección que ofrece un poder desigual y cruel, distribuido esencialmente con una deuda acumulada. Una mentira ilusoria cuya luz constante, regulando su propia energía, es efecto y causa en la gravedad de los hechos. Este fue el caso que necesitaba de los recursos humanos con capacidad para ejecutarlos. Dudoso es que un romano, experto jinete, se cayera del caballo. Y más dudoso todavía, que no haya archivos, o algún documento relativo al dicho personaje, en el que recibiera, por parte de las autoridades del momento, esas luces a seguir.
Pequeños… Escuchad. Mi deseo es que lleguéis a conocer. Que conozcáis… El famoso Artorius probablemente fue el culpable de que su mujer le abandonara. Fue él quien no supo atender sus necesidades; y efectivamente, entre otras causas, debido a las enseñanzas que aprendió cuando era niño, sobre una felación que dictaba la manera de proceder en cuanto a la sexualidad y el sentimiento, cerrazón que no admitía discusión alguna, o porque lo había dicho un Moisés, o bien por la redención y el respeto hacia un dudoso Jesús de la cruz. Un tal Dubricius estaba equivocado. Él mismo tuvo que rechazar sus sentimientos hacia una mujer, por un supuesto deber que a la postre no tuvo las consecuencias esperadas. Es más, esperaba poder, en el más allá, encontrarse con la mujer de su sueño. No debía saber mucho de ese personaje al que tanto admiraba, si no sabía que no le sería permitido, en su estado, disfrutar de la hermosura de aquélla que tan enamorado le tenía. Entonces no serían sino espíritus semejantes a ángeles sin distinción alguna en la belleza corporal, y esto, a este perla de la estupidez y el engaño llamado Merlín, para quien Virgilio no era digno de recibir el don por el que esperaba reunirse de nuevo con su adorada ninfa, se le escapaba y puede que, voluntariamente, en cierta forma no dejó de ser una especie de sacerdote que era plenamente consciente del poder de su verdadera magia.
No debemos olvidar, que los paréntesis y corchetes deben ser resueltos antes de realizar la operación. Cada una de ellos serán universos distintos. Como no podemos saber de sus propiedades, no hay más remedio que repartir probabilidades, ni más ni menos; y el producto de ellos da un resultado negativo; con lo que, este resultado negativo sumado al resultado de nuestro propio universo, que no puede ser otro que positivo, entre otras causas a que yo mismo estoy escribiendo para poder así decirlo, deja a nuestro universo con una energía igual a cero. En definitiva, no somos nada ante la inmensidad del infinito cuya grandeza no puede ser sin embargo, inmensa, pues inmensidad significa algo, aunque grande, medible. Ni tampoco puede ser al contrario porque nunca llegará a desaparecer. No os equivoquéis, esa, es la verdad del infinito. Algo que no tiene principio ni tampoco fin; pero no porque haya sido creado, sino porque siempre ha sido así. ¿Cómo iba a ser si no, infinito? Ello no es debido a ningún Dios; a eso se le llama probabilidad; la que tuvo en su momento cualquier religión, de triunfar o no, y cuyo éxito ha recorrido etapas diferentes. No se puede decir que su desaparición vaya a ser inmediata porque hoy perviven religiones más antiguas, pero sí, que cada vez pasará a formar parte más, no de una creencia común, sino de una fe muy particular y de puertas hacia dentro. Se terminó la predicación porque el hombre que puede saber de la verdad no tiene necesidad de las piadosas mentiras. Y entre tanta confusión mira la iglesia de reojo, incluso haciendo un guiño, a supuestas apariciones milagrosas que arrastran a la todavía ignorancia de la gente, porque algo aún puede obtener en cuanto personajes y mitos de su propia autoría, para seguir preservando su impostura.
Aquella vieja fue la culpable, ¿recuerdas?
¿Y no es posible que interpretaras mal aquel gesto?
No… Risa y sonrisa son como la burla de una cara y reflejo de otra que muestra simpatía. No ha lugar a dudas... Ahora le hubiera cortado la cabeza; y si hubiera una posibilidad remota de haberme equivocado lo sabríamos en este momento. Esa vieja ya no existiría como ahora tampoco existe. Sin embargo, las consecuencias han sido las que son, y tú bien sabes que podrían haber sido… quizá mejores. Mi padre no pudo hacer más porque él también recibió del pan contaminado, y el ejemplo no es suficiente porque el ejemplo no está libre de error. Hay piedras en el camino que es necesario andar sobre ellas, y no apartarlas para no tropezar, sino tropezar para seguir andando porque un camino sin obstáculos ya no sería vida, sino un sendero liso y llano, semejante a la inactividad laboriosa donde transcurre la muerte.
Sin quererlo, Iñaqui, ya tienes una calle en la futura III república. Para algunos era inevitable, y esa calle, al igual que tu devenir, ya tenían su sello desde el principio de tu tiempo porque ya estaban predestinados. Es posible que nada de esto suceda, y algunos dirán también, que es debido a que predestinado estaba. Pero tú no hagas caso, que la gente que te grita, y te lanza huevos, se calla y no los tienen. Cuando deberían marcharse a su casa, y alzar la voz de su conciencia, no debido a un hecho concreto, en este caso protagonizado por ti, sino a la obscenidad autoritaria de un poder capital que impregna toda la sociedad y se sirve de ella para seguir manteniendo sus prerrogativas con la legitimidad que ofrece el decir que el pueblo en las urnas lo ha dispuesto. Eso es verdaderamente falso. Sería cierto si cada uno de los votantes tuviera un conocimiento exacto de los propósitos, y ése, perdónenme, no lo tienen ni los propios afiliados.
La felicidad general disminuirá a cada una de las especiales felicidades, y nunca alcanzará la felicidad plena, no porque ella sea satisfactoria por momentos y pasajera, sino porque es relativa a la felicidad ajena, y para ser todos felices deberíamos ser todos políticos; cobrar sueldos desorbitados y pensiones acordes a los cielos y altares por donde estos terrestres vagan, condenando al infierno a quienes les sustentan. Así que nadie se extrañe que haya un señor llamado Guindos, un Duque llamado Urdangarín, un rey de hijos lindos, y un San Tander que es de Botín. A los otros no los cito porque el público que oye bien, sabe que el mejor político es partido e interés. Ya sólo me queda ofreceros el pico: “Preparaos para el motín”.
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