Iba tarde a tomar un café.

Pero que no es la meta del hombre libre llegar ala tumba con la conviccion de que fue alguien, de que comía , bebía, fumaba, bromeaba, lloraba y charlaba con la gente que conocia, con la gente que estaba a su lado, que fue una persona real con una vida y solo eso, que no entro en el juego del absurdo, en el sinsentido del tiempo cuando es tiempo de tomar papeles, de asumir posiciones y representar roles, porque cuando llego la hora tu hiciste como que era tarde como que tenias que acudir de repente a fumar un cigarrillo o a tomar un café, solo, en algun lugar del centro de la ciudad, y luego llegar a casa y errar en la eleccion de la llave-como siempre-, seleccionar la correcta,abrir la puerta con un leve lemantamiento para no dañar el azulejo,y entrar, entrar y posteriormente accionar el switch sin siquiera volver la mirada a el, gritar ya llegue,a lo que alguien contestara con un si , ¿como te fue?.
Y no sabes, te das cuenta que no sabes, sientes como luego de tener la seguridad absoluta, y pensar que la estabilidad es la verdad, súbitamente no sabes como te fue un sabado por la noche, duermes pensando que quiza mañana llueva, pero sabiendo que tu cepillo dental estara en el mismo lugar, que Don Cesar te dira buenos dias cuando salgas de casa.

Lindo texto, Stephanovich. Un buen cuestionamiento de la cotidianeidad de nuestros actos. Saludos,
Jose

Hay un tema que dice: cuando estás seguro de saber adonde vas y te pierdes; es cuando realmente te encuentras a ti mismo". Me la recordó. Buen cuestionamiento/reflexión. Breve.

Tiene la gracia de ser breve e interesar.
Pero hay algo más sutil y difícil de explicar:
el tono altivo, desafiante, sentencioso,
del protagonista, lo hace sentir
entre enojado y desganado.
Es el adecuado y eso convence al lector,
que lo siente verdadero y lo disfruta como tal.
Este dominio es esencial para el escritor.