Llevo un par de semanas aquí sentado, escribiendo, pensando, inmóvil
de mis pensamientos, arrugado, indiferente sobre el plano en el cual
estoy volando, se que es de día por que la habitación es un poco mas
iluminada que hace un momento, unos rayos de sol se han filtrado de
forma traviesa por mis cortinas, después de un par de moscas, son los
únicos que me visitan en años, así que no me molesta su presencia ni
hago nada para sacarlos de casa, al contrario me gustaría que se
sintieran acogidos para que vinieran mas seguido.
Un par de canciones navideñas suenan al final del pasillo del
edificio, se que aun no es diciembre por que el fechador de mi reloj
no lo indica, y le creo, ¿por que no creerle? si del único del que
siempre recibiré una respuesta correcta y su tic tac no me ha dejado
por las noches, tic, tac, me levanto del escritorio, mi cabeza
aturdida sin equilibrio, sin pensamientos, sin dormir, ausente de
atención y por lo tanto de un sentido de alerta, todo gira alrededor,
y los sonidos de la calle parecieran sin sentido, las voces de la
gente parecieran un lenguaje extraño y como si fuera música de fondo,
muy tenue, muy bajito, casi nulo, pero presente, solo podía escuchar
un aturdidor tic tac en mi cabeza, tic, tac. Tic, tac, tic, tac, cada
ves mas fuerte y constante, pienso en salir, hoy podría ser un Buen
día lo pienso, me decido, me preparo para todo, saldré de aquí.
Hoy el frío me mataría, sin embargo no es tan fuerte como en mese
pasados,
Salgo a la calle con miedo, inseguro, aterrado, con una chamarra
gruesa, bufanda, guantes y gorro, la gente podría creer que estoy
loco, y tienen razón, apenas es septiembre y yo me siento entumido,
inmóvil, asustado, y el sol sigue irradiando ese calor que necesita le
gente para no tirarse a las vías del tren, o para no cortarse las
venas en sus baños solitarios, manchando de rojo el azulejo de sus
tinas.
Camino media cuadra y no deseo ir mas allá, creo que ya fue suficiente
optimismo para un día que solo a mi me parece nublado, me detengo con
intenciones de regresar a casa, solo, olvidado por la gente que solía
visitarme, sin teléfono, sin televisión, sin radio, sin revistas,
miro mi reloj y es tarde, aun no se para que es tarde, pero siento la
impotencia y frustración que todo oficinista siente al llegar tarde a
su trabajo y aguantar los gritos de su jefe, doy media vuelta y
regreso a casa decepcionado, desilusionado, terriblemente enojado,
vuelvo a ver mi reloj y veo que sigue siendo tarde, tarde para ser
alguien incorporado a este mundo, tarde para desilusionarme, tarde
para escribir algo de color Rosa, optimista, feliz, increíble, tarde
para contagiar un poco de bondad en las personas y poder hacerles
sacar una sonrisa, tarde para darme cuenta que las noches no son
seguras para dormir, y que no me perdía de mucho cuando no salía a la
calle, con este frío, que me mataría al instante mismo de salir de
casa