Ese día Salí tarde del trabajo, ya un cuarto antes de las 12:00 de la noche, cansado y aburrido del día me senté en el piso; que frió refrescaba del calor que se sentía en esta época del año, saque de mi mochila una botella de agua para tomarme el ultimo trago que se había quedado en la botella.
Después de dejarla vacía y sin haber saciado la sed que me provocaba sofocación y mal humor.
El tren tardaba un poco en llegar, ocupaba el espacio de tiempo en ver a todos lados, el andén no estaba tan lleno como en las mañanas cuando la gente quiere llegar a sus destinos, en la noche es diferente la gente esta mas resignada y sabe que llegara tarde a casa aun cuanto pueda apurarse, unos cuantos jóvenes abrazados y consumiendo las ansias que tienen atrapadas en el cuerpo, un viejo que hace recordar aquellas películas en blanco y negro donde el cuerpo encorvado y el sombrero son parte de la imagen que acompaña a estas personas y nos preguntamos casi sin querer, ¿ que imagen daremos nosotros en algún tiempo?...
Todo transcurría como una noche tranquila y aunque soy uno de tantos que nunca esperan que algo diferente les ocurra, pero este día si que fue diferente.
Entre la gente que de la que me había percatado que esperaba el vagón del metro un personaje, por que no puedo atreverme a llamarlo de otra manera merodeaba, y no había tomado atención que ya al menos 3 veces había pasado frente a mi, cuando me di cuenta que era a mi a quien observaba de manera intensa mientras yo me mantenía sumergido en la nada.
Intentare describirlo, parecía un personaje más que se adaptaba a la imagen de aquellos que se dicen oscuros o mejor dicho darketos, aun cuando no intento definir ni hacer polémica sobre si era o no era en realidad, mas bien describo a impresión que me dio.
Talvez sus pantalones negros ajustados a las piernas torneadas y musculosas que hacían juego de las botas toscas que calzaba, y cada vez que pasaban junto a mi me producían curiosidad morbosa.
Al ver de lejos que me miraba o al menos que parecía mirarme, de entre sus cabellos negros se podía sentir, más que ver, una especie de luz que trapazaba mis pensamientos, no pude evitar sentir un escalofrió, pensé que al verla directamente desistiría de acosarme pero no conseguí que dejara de observarme hasta el punto de hacerme sentir una presa.
El calor que sentía se hacia aun mas perceptible comencé a sudar y de mi cabello algunas gotas de sudor resbalaron y cayeron en mi boca.
Una vez más se acercó a mí, caminaba despacio y su capa de terciopelo negro rodeaba su cadera y cubría gran parte de su cuerpo.
A lo lejos se escucho el ruido que anunciaba la llegada del tren, me incorpore para acercarme a la entrada, ella se encontraba lejos en ese momento pensé que solo había tenido mucha imaginación.
El timbre del tren se escucho anunciando que las puertas se cerrarían, un segundo antes las manos de aquella mujer se interpusieron entre las gomas de la puerta para no dejar que se cerraran, y poder entrar el vagón estaba casi vació solo una pareja que dormía abrazada y un hombre que estaba al fondo.
La respiración se me contuvo al verla de frente, no me atreví a verla a los ojos de inmediato, después de pararse directamente junto a mi, un aroma dulce se pudo percibir en el ambiente y mi cabeza comenzó a dar signos de vértigo era muy extraño, casi podía sentir que el tiempo eran solo momentos a pausas, un aroma a mar, a sal y a dulce humedad en el aire, pude ver su capa abierta y la blusa de encaje que cubría una piel clara y unos pezones rozados, erguidos y hermosos, su cabello era negro inmenso largo y liso terminaba en cortes malos sin forma pero descansaban en aquellos hombros blancos, la luz se entre cortaba y no reunía las fuerzas para levantar la cara y ver aquella mujer a los ojos, su cabello se movía armonioso con el tren.
Comencé a temblar sabía que no sería algo casual, que quería algo de mi, pero mas que temor era una sensación diferente tenia miedo pero no a ella sino a que me encantara más de lo que ya había hecho.
Empecé a levantar la vista unos labios inmensamente rojos, carnosos y húmedos, se asomaron, la piel del rostro parecía bañada de leche, las manos me sudaban y el pecho latía tan fuerte que parecía escucharlo.
Continué levantando la mirada sus labios estaban entre abiertos y sus dientes tan blancos como el marfil, dejaban ver una sonrisa de satisfacción, una de sus manos se aferro a mi pecho y la sentí fría, mi cuerpo se paralizo, me fue imposible emitir sonido o movimiento alguno cerré los ojos, sus uñas oprimían mi pecho y no dejaba de aprisionarme, su filo al empezar a rasgar mi camisa y penetrar la piel, al dolor me obligo a mirar el rostro de aquel ser, sus ojos grandes, grises y rojos enmarcados por unas pestañas tupidas derramaba unas cuantas lagrimas, con el dedo medio de su mano cerro mis labios haciéndome entender que no hiciera nada, su cuerpo se junto al mío, el frió de sus pechos convulsiono mi cerebro dejándome sumido en un letargo, me fue imposible apartar la mirada de sus ojos solo sentía sus manos recorrer mi cabello y mi espalda, sus labios se juntaron con los míos pero no era un beso, el lugar había desaparecido ya nada existía ni el tiempo ni el cuerpo ni el lugar, no recuerdo nada más, solo que cuando llegamos a la siguiente estación estaba tirado en el piso su aroma aun inundaba el ambiente y apenas unos rasguños por arriba del hombro que se dibujaban de color rojo podía sentir, un hombre me ayudo a levantarme me ofreció un pañuelo y me dijo- quien lo golpeo, tiene los labios abiertos toqué mis labios y mis dedos se mancharon de sangre, aun no se que o quien era, pero en las noches aun la recuerdo y más aun despertó en mi una especie de pasión que me hace esperarla cada noche en la estación del metro hidalgo en el ultimo tren a media noche.
Eric Meneses.