Buscas el final, quizá en aquella palabra mal dicha, o quizá otro tipo de final, una acción.
No hay un final porque quizá nadie quiere que sea el final, pero millones de veces, sientes que el final está ahí, que tú ya lo has sellado, que no hay ni una sola razón para seguir adelante, porque... ¿Qué crees que te hace avanzar, mirar hacia delante? Realmente no hay nada que te haga avanzar, y mucho menos mirar hacia delante.
A veces se piden cambios, cambios que ni uno, ni el otro, van a hacerlos... ¿Cambios? Es una manera de fingir, de mentirte a ti mismo, Mentiras, millones de mentiras... ¿Y todo para qué?
¿Qué sentido tiene levantarte por la mañana y mirar de un lado a otro? Sentir que todo por lo que has luchado, lo pisan, lo patean, lo insultan, sentir que no le gustas a nadie, y no poder mirarte ni en el espejo... Darte asco a ti misma, porque ni si quiera encuentras un lugar en el que encajas, ni si quiera tu perro te mira cuando pasa por tu lado.
Un final, a veces, es necesario, no para uno, sino para dos.