RECUERDO DE INFANCIA
(La llegada de los reyes magos)
Con la llegada de fin de año y el aire cargado de festividad y preparativos familiares, me lleva a sensibilizar mis días con recuerdos de fiestas pasadas.
Hoy…ante la ausencia de personas muy queridas, viene a mi memoria las fiestas de mi infancia, la navidad esperando la llegada del niño Jesús y la tradicional misa de Noche-buena, luego…esperar las compras de fines de diciembre, pues había que estrenar una prenda de vestir para un año nuevo lleno de prosperidad y de allí… a soñar con la llegada de los reyes magos!!!
Eran cinco días de charlas, ansiedad y espera entre las “chicas” del barrio. Cada una tenía su lista de pedidos y la alegría de haber pasado de grado, era un aliciente más para pensar que el regalo soñado estaría en nuestra ventana el día seis.
Recuerdo mis listas, juguetes que veía en la revista infantil “Billiken” y, sabiendo que mi padre no podría comprarlos, sólo quedaba la ilusión de pensar que los mágicos reyes podrían cumplir ese deseo.
La tarde del día cinco era de preparativos: dejar en un lugar visible el agua y el pasto para los cansados viajantes, lustrar el zapatito, dormir más temprano (aunque siempre intentaba pillar la llegada, esforzándome no quedar “muy” dormida).
El día seis saltar de la cama muy temprano para ver aquello que había pedido y, ver la sencilla muñeca o el juego de te ya conocido, era una sensación entre alegría y tristeza. No dejaba de gustarme el nuevo juguete, pero no recibir aquello que estaba escrito en mi cartita, era una frustración que pensaba, en ese momento, duraría todo el año. Les aseguro que todo se olvidaba a la semana siguiente.
Ante los reclamos que le hacia a mis padres, llegaban las explicaciones más creativas de por que no estaba la muñeca que caminaba o la anhelada bicicleta y al escucharlos pensaba: ¿Por qué no pudieron cumplir con mis sueños sin son magos? o ¿cómo podían hablar con mis padres? Seguramente sucedía mientras ellos alimentaban a los camellos o tomaban el agua para poder seguir viaje.
Tan pronto se iba el desencanto, el día trascurría disfrutando con las amigas de las casas vecinas, el regalo recibido.
Con este recuerdo hoy, rescato el esfuerzo que hacia mi padre y los padres de mis amigos, para comprar el mejor juguete dentro de sus humildes posibilidades, pues… todos los seis de enero de mi infancia, salíamos a compartir en la cuadra del barrio, el regalo que nos dejó “los reyes magos” . No recuerdo a algunos de mis vecinitos sin el suyo, por haber tenido un año de buen estudio y comportamiento.