samuel17993 Escritor activo
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| Tema: El Baúl del Prestidigitador Vie Dic 09, 2011 1:16 pm | |
| En el baúl. El baúl está en frente mío. Noto su aspereza de viejo tomo de anticuario. Todo los baúles, sean nuevos o viejos, tienen esas consistencia; cuanto más años tengan sólo los hace más grandes, no con apariencia más vieja, lo de viejo es algo de perspectiva matemática.
Cuando uno abre el baúl siente la sólida consistencia de estar dentro de él, como un muñeco en un escenario de un niño pequeño. Algo así. Sí, sí, algo así. Entonces noto que tengo ganas de abrirlo, otra vez, pero no para ver todo de dentro; voy a coger los viejos cinceles que tengo, de cuando gusto de pintar, y armó algún escenario pictórico para mí, o para quien se recorre alguna vez por mi baúl, de esa manera en que roban lo ladrones y pícaros lentamente, y de pronto han atrapado una columna de mi Panteón para su propia iglesia.
Toco la cerradura. Cuesta abrirla. Es pesada, es de plomo pero también de oro; son una mezcla de lo feo y bello. Pero claro, per se, siempre sale a brillar el oro, o el plomo, porque pesa mucho. Y de esta vez me cuesta un poco, tampoco es uno de esos días en que el plomo te asfixia y no puedes abrirlo.
Consigo abrir, ya estoy dentro. Aunque todo está en orden. Debo ejercer, como el mago su hechicero, que no es mágico por sobrenatural sino por lo que esconde, mi frase, mis palabras para ejercer toda esa fuerza mágica para llevar a cabo mi intención.
Aún no me he decidido por el hechizo. Es difícil a veces conseguir uno bueno de la mente. Ocupan un espacio limitado y debes apresurar a pensar a uno bueno, o todo se va al garete, como los naipes.
Decido abrir un mundo de esos raros, de los míos, en que todo parece algo, pero al revés, como un reflejo, o si se tratase de la Luna reflejando al propio Sol. Que simplemente son un disfraz. Todos llevan traje y careta, pero son una persona. Así es como en el teatro de mi baúl empiezan a jugar figuras. Está el héroe que quiere gritar, pero no puede; la princesa que no lo es hasta que se cambian los papeles del héroe y ella. Entonces el héroe tiene lo que tiene todo varón heroico y todo sale bien. Menos mal que todo es una de esas obras malas que salen de vez en cuando. Hoy salía todo bien, pero no por conseguir abrir rápido y bien mi baúl tiene porque salir buena la historia. Una pena.
Cierro deshonrado de mago, de pintor y de escritor de dramas. Debería cerrar mi baúl para siempre para dedicarme a otras cosas. Podría hacer juegos de magia más sencillos, con las cartas o con alguna tontería con paños en las magas, eso es fácil y barato; en cambio hacer de mago de la alquimia y los experimentos es difícil y complicado, muy complicado de elaborar la receta que sepa bien y que sea la correcta.
Cansado de ello me dispongo a cerrar, pero espero, espero y espero y me desespero. Así un tiempo, que me parece eterno, y entonces me voy a descansar. El mago no sabe ya de trucos buenos de magia, de los baratos no le gustan ni le parecen lo bastante bueno como para aprenderlos.
Despierto medio dormido. Intento abrir el baúl y no lo consigo. Me desanimo. Miro por la ventana, salgo un rato y respiro. Entonces, como si baúl estuviera allí fuera, empiezan a desfilar un tropel de actores combustionados por una magia que no esperaba; luego, empieza todo a funcionar, a encajar cada escena sola y rematarse cuando retrocedo con mi batuta de director; y todo queda para mí perfecto, lo perfecto que puede quedar para el mago que no descansa de querer aprender trucos nuevos. Entonces siente que el mago es el engañado por su propia magia, y está dentro del baúl.
Satisfecho me vuelvo a la cama. Para mañana queda aprender más de algún cuadro el pintar con el arte de un nuevo y viejo pintor. Siempre tan viejo como nuevo, y tan nuevo como lo viejo; y todo parece volver por donde salió y salir por donde volvió. En realidad, no soy más que un dramaturgo que siempre hace la misma obra intentándola mejorar y cambiar, aunque sea el mismo mago de siempre aunque con otro truco de magia aprendido.
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