2º PREMIO EN NARRATIVA TORNEOS ABUELOS 2011

2º PREMIO EN NARRATIVA CUENTOS MARGARITA DIMARTINO de PAOLI


LUCERO



Jimena se pasó desde la madrugada pensando lo que iba a escribir en esa carta y como lo iba a expresar. Y cuando la terminó, escribió en el sobre el nombre y apellido de la señora a la cual se la dejaría.
Levantó a eso de las 8 hs. a su hijita de 4 años Lucero, que dormía abrazada a su muñeca y la vistió. Le dio el desayuno y luego, tomando un bolso y su cartera, salio de la casa. Mientras caminaban con su hijita comenzó a decirle:
- Escucha bien Lucero lo que mamá te va a decir. Te voy a dejar esperándome en la puerta de una casa, y me tenés que prometer que no te vas a ir de ese lugar hasta que pase a buscarte. ¿Me lo prometes…?
- ¡Sí mamita..!, -contestó Lucero- ¿Vas a tardar mucho…?
- No sé mi amor, pero si llego a tardar mucho, y sale la señora de la casa, vos le vas a dar esta carta que yo puse en tu bolso y la señora te va a cuidar hasta que yo vuelva… ¿Entendiste…?
- ¡Sí mamita, pero no tardes, se buena…!
Jimena se detuvo cerca de la casa y abrazando fuertemente a su hijita, volvió a pedirle que no se fuera de esa casa hasta que la señora le hablara. Lucero le devolvió el abrazo inocentemente, como lo hacía siempre. Jimena al ver que no había nadie en la puerta, puso el bolso en el escalón de adentro, y sentó a su hija sobre el mismo. Le puso la muñeca en los brazos, y volviendo a besarla, con lágrimas en los ojos, le volvió a repetir que hasta que ella no volviera no se fuera de ahí. Luego del dio una bolsita con una botellita de naranja y unos alfajores, por si tenía hambre. Volvió a besarla y se despidió llorando, mientras le decía:
- Voy a tardar un poco mi amor, no te muevas de esta casa.
Lucero agitó su manita para despedir a su mamá y se puso a jugar con su muñeca. Jimena cruzó la calle, y se ubicó casi frente a la casa para observar lo que pasaba. De pronto vio que salía una niña como de 8 o 9 años corriendo y que al llegar a la puerta y ver a su hija, volvía a entrar gritando:
- ¡Mamá…! ¡mamá…!, Vení pronto.
De adentro salió una señora y ya en la puerta miró de un lado a otro, como para ver si había alguien en la vereda. Luego entró y Jimena vio como acariciaba a su hija y como la nena le entregaba el sobre tal cual le había dicho. Entonces Jimena, llorando amargamente, se mezcló entre la gente y se alejó del lugar.
La señora de la casa acarició a la nena y le preguntó qué hacía ahí.
- Mi mamá me dijo que la esperara aquí, que ella va a pasar a buscarme dentro de un rato y que si tardaba, le entregara esta carta.- y poniendo su manita en el bolso, tomó la carta y se la dio.
La señora cuyo nombre figuraba en el sobre, miró extrañada a la nena, para recordar si la conocía de algún lugar, pero tranquilizándose, le dio la mano a la nena y levantando el bolso entró a la casa. Sentó a la niña junto con su muñeca en el sofá y se puso a leer la carta que decía:
Sra. Carina:
Usted dirá quién soy yo y con qué derecho dejo a mi hija en su casa, pero soy huérfana y no tengo absolutamente familia, estoy sola en el mundo y para peor, estoy enferma. No se cuánto me queda de vida y cuando esté próxima mi partida, la haré llamar por la enfermera, para que me conozca. En el otro hospital donde estaba, me querían sacar a mi hija para llevarla a un orfanato, hasta tanto me curara, y como yo fui adoptada de un lugar así, se cuál era la vida que a mi hija querían darle. Por eso huí de ese hospital. Se lo buena que es usted por intermedio de una señora, que la quiere mucho y la conoce lo suficiente como para que yo le entregue desesperadamente mi querida hija. La señora se llama Patricia.
En el bolso encontrará su Partida de Nacimiento, y los papeles en los cuales dejo como mi última voluntad que le sea entregada mi hija en adopción. La señora Patricia siempre me habló de sus ganas de adoptar, no por que no tuviera usted hijos, sino por amor a un niño desamparado. Y mi hija está desamparada, ayúdela a entender que voy a tardar en volver a buscarla, porque estoy enferma. Ella es una niña muy buena y obediente, de buen carácter y muy cariñosa. Yo se que usted la va a querer como si fuera suya, se llama Lucero y es un lucero de verdad.
Un beso y que Dios la bendiga.
Jimena.
Carina volvió a releer la carta, mientras las lágrimas surcaban sus mejillas, luego miró a esa niña encantadora que jugaba inocentemente con su muñeca y acercándose le dijo:
- Lucero, ¿querés comer con nosotros hasta que llegue tu mamá…?
- Sí, -respondió, y bajándose del sofá llevando su muñeca en brazos, fue de la mano de Carina hasta la cocina.
Carina llamó a su esposo para adelantarle lo que había sucedido y que llegara pronto para almorzar. En eso llegó de la escuela su hijo Enzo de 12 años, y al ver a Lucero preguntó quién era. Carina contestó rápidamente para no dar explicaciones aún y le dijo:
- Se llama Lucero y tiene 4 años. ¿Viste que linda que es…?
- ¿Más que yo mamá…?-preguntó su hija Liza que estaba escuchando desde el comedor.
- ¡No mi amor..! ¡Vos sos la más linda de todas..! ¿Trajiste el pan..? –preguntó para no volver al tema.- Bueno, pone la mesa, que pronto llega papá. Y ayudando a su hija de 9 años, prepararon la mesa para el almuerzo.
Llegó Luis y luego del beso de Carina y de sus hijos, le dio un beso a Lucero. Carina, haciéndole un gesto de silencio a su esposo, sirvió el almuerzo y hablaron de cualquier cosa, además la televisión no permitía mucho diálogo. Como a Lucero, luego de almorzar la había sentado en el sofá, con su muñeca, vio que se había quedado dormida.
- ¿Estás de acuerdo..? –preguntó Carina.
- Vos sabes mi amor que yo siempre fui partidario de adoptar, y si nuestros hijos no se oponen, porque ya son grandes y entienden, lo haremos con gusto.
Entonces Carina abrazó a sus hijos y les preguntó si querían tener otra hermanita.
- A mi me gusta –dijo Enzo- la nena se ve buenita y me agrada tener una hermanita tan chiquita.
- ¿Y vos Liza, qué decís..? No te vas a poner celosa… ¿verdad..? Podrás hacer de cuenta de que tenés una muñeca nueva, a la cual podrás vestir y jugar, para no estar tan sola. Además una madre siempre quiere a sus hijos, sena cuantos sean.
- Bueno –dijo Liza- haré de cuenta que tengo una muñeca nueva, y si se porta mal ¿le puedo pegar...?
- ¡Ah… no..! –exclamó Carina –vos la vas a tratar igual que yo te traté siempre desde chiquita… y… ¿te pegué alguna vez...?
- ¡No mamá...!
- Bueno entonces vos harás lo mismo con ella, si llora, será porque ella se cayó, pero no porque alguien le pega… ¿verdad Enzo...?
- Si mamá, vos sabes que yo no soy de pegar, además a Liza no le pegué nunca.
- Así me gusta y desde hoy quiero que esta sea una familia feliz, como hasta ahora.
Pasaron seis meses y Lucero seguía preguntando inocentemente por su mamá, pero se había integrado a la familia y la había conquistado por lo cariñosa que era. Cuando llegaba Luis, corría a abrazarlo y a sentarse sobre sus piernas, era la imagen del padre que ella nunca había tenido y le llamaba papá, sin que nadie se lo hubiera pedido y a Carina mamá, quizás porque al no tener a la suya, necesitaba seguir diciéndolo y llamándola como antes lo hacía.
Una mañana, sonó el teléfono y cuando Carina atendió, una enfermera que dijo ser del Hospital de Clínicas, la llamó para informarle que Jimena quería verla urgente. Tomó la dirección, preguntó por el horario de visitas y luego del almuerzo dejó a sus tres hijos solos, prometiendo volver lo antes posible pero que se portaran bien que les iba a traer chocolates. Subió a un taxi con mucha angustia y cuando llegó al hospital, se dirigió a la habitación de Jimena. Deseaba conocerla y decirle que su hija estaba bien pero que la esperaba siempre. Cuando abrió la puerta, vio una linda jovencita como de 22 años, de pelo negro y tez blanca, dormitando sobre la almohada. Tomó una silla y se sentó al lado sin hacer ruido y se quedó mirándola con ternura.
En eso la enfermera entró a la habitación y al verla, le hizo seña para que saliera. Ya en el pasillo le preguntó qué enfermedad padecía Jimena, que estaba tan mal.
- Tiene cáncer de pulmón fulminante, se hizo todo lo que se pudo, pero le queda menos de un mes de vida.
Los ojos de Carina se anegaron en lágrimas y le pidió a la enfermera, que fuera la hora que fuera, la llamara por teléfono.
- Además a partir de hoy, voy a venir a verla todos los días
Entró a la habitación y se acercó a Jimena, mientras la enfermera le controlaba el suero y le aplicaba una inyección.
- ¿Carina...? –preguntó Jimena.
- ¡Sí querida… soy yo! –dijo dándole un beso y tragándose las lágrimas.
- ¿Cómo está Lucero…? –preguntó.
- Te extraña mucho, cada vez que tocan el timbre dice “Es mamá que viene a buscarme”, y eso parte el alma. ¿Querés que te la traiga..? ¿querés verla...?
- Claro que quiero verla, pero mejor es que no me vea más, porque si me ve no va a querer irse y todo lo que hice para separarla de mi sin sufrimiento, va a ser peor. Quiero saber Carina qué ha resuelto usted en todo estos meses.
- Tu hija es adorable y nosotros ya la amamos como si fuera nuestra. Imagínate que a mi esposo le dice papá y a mí mamá, pero eso sí, no es que se olvide de su mamá, porque te espera todos los días, es porque al decir mamá se siente protegida.
- ¿Y la van a adoptar Carina...?
- Si ese es tu deseo, es también el nuestro, ella se ha ganado nuestro corazón y el de mis hijos. Te juro que la queremos como si fuese nuestra.
- ¿Por qué no le saca una foto y me la trae...? –dijo Jimena y estirando su brazo hacia el cajón de la mesa de luz, hizo un esfuerzo vano, pero Carina lo abrió rápidamente y le preguntó qué quería.
- Saque un álbum de fotos que hay adentro, ahí están todas desde que nació, estamos juntas y tiene fotos con su padre, que era un hombre separado y que por eso no pudimos casarnos, ya que su mujer le negaba el divorcio. Pero está anotada con el apellido de su padre, que falleció cuando ella tenía 3 años, en un accidente de auto. ¡Mi vida no pudo ser más desgraciada..!
- No llores Jimena, no llores… mañana le saco una foto y te la traigo, además te agradezco que me hayas elegido a mi para cuidarla, es un honor y no te voy a defraudar.- La abrazó con ternura y se despidió hasta el día siguiente.
Pasaron dos semanas horribles, el dolor era tan grande que estaba más dopada que despierta, entonces ella se quedaba más tiempo para que la viera cuando estaba lúcida. Y una tarde cuando llegó, encontró a Jimena muy mal, es el final, le dijo la enfermera. Carina lloró desesperadamente y la abrazó como para aliviarle el sufrimiento. En eso Jimena abrió lo ojos y la besó y le dijo:
- ¡Gracias mamá...!
Carina la besó mucho y le dijo:
- Hija mía te quiero, te quiero –y tan posesionada estaba en transmitir su amor, que se dio cuenta de que Jimena se había ido cuando la foto de Lucero cayó al suelo.-
Un grito de dolor, atrajo a la enfermera y la separó de Jimena, a la cual aun seguía abrazada.
- Vamos Carina, ya nada puede hacer ahora, Dios se la llevó.-.
Tomó la foto de Lucero del piso y le dijo a la enfermera que ella se encargaba del entierro
Y ese día, Jimena dormía plácidamente su último sueño y entre sus dedos la foto de su hijita Lucero, le daba un triste adiós, entre un ramito de rosas blancas.
Cuando pasó ese mal momento del entierro, Carina y Luis volvieron a su casa y se abrazaron a sus tres hijos. No tenían ganas de hablar y Liza y Enzo llevaron a Lucero a jugar. En eso sonó el timbre y Lucero corrió a la puerta diciendo:
- Esa es mamá.
El corazón de Carina latió con fuerza y dolor, tenían que pensar cómo decirle que su verdadera mamá no volvería más. Y abrazándola tiernamente, la besó tanto… tanto que Lucero se quedó acurrucada en su falda y le dijo:
- ¡Te quiero mamá..!
Luis se acercó y la besó y le dijo:
- ¡Te quiero papá..!
Se miraron emocionados y el silencio fue el mejor interlocutor de sus emociones.
¡La vida les había regalado otra hija…!



MARGARITA DIMARTINO de PAOLI