El soñador de Libros

Erase una vez un niño llamado Camilo. Su cabello igual que rizos de oro caían hasta los hombros. El color del mar con sus azules y verdes entreverados se escondía en sus ojos. De tez blanca y algo regordetico, se convertía en la atracción de las mujeres quienes le prodigaban siempre una caricia en uno de sus cachetes.
El día de su cumpleaños número 5, cuando le dijeron al partir la torta que debía tener en su pensamiento un deseo sin expresarlo, cerró sus ojos y se vio como un vendedor de libros.
Por la noche soñaba con páginas y páginas escritas por él y al adentrarse en ellas se encontraba con paisajes llenos de luz, animales y plantas multicolores e historias fascinantes. Sin embargo a nadie le contó este sueño, había escuchado decir que los sueños para que se hicieran realidad había que callarlos. Así creció..... y al llegar a sus 20 años ya pisaba las aulas universitarias y optó por estudiar Literatura; el sueño infantil aún continuaba, no podía alejarlo por más que sus padres lo enfocaban a estudiar una carrera que diera mejores rendimientos.
Al terminar sus estudios la tenacidad empezó a dar frutos, escribía para revistas, periódicos sobre temas diversos.
Una buena tarde mientras caminaba por el parque aledaño a su casa, encontró una hoja de un periódico raída y que volaba por entre las bancas, sus ojos color mar se posaron sobre un concurso. La dobló y debajo de su brazo llegó hasta su estudio con ella. Tomó la dirección y se dedicó a escribir un cuento en el cual depositaba todo su sueño. Lo tituló: El soñador de Libros. Llevó personalmente al sitio indicado sus dos hojas escritas en computador.
Un mes después le fue entregado un sobre a nombre de él. Con curiosidad miró el remitente pero este no le decía nada. Estaba esperando un sobre igual pero de parte del lugar donde había entregado su participación.
Sus ojos entristecieron porque la fecha de aviso del concurso había pasados dos días antes. No tenía esperanzas.
Rompió el borde del sobre y sacó su contenido. No podía creerlo, en la nota decía: “Señor nos permitimos decirle que El Soñador de Libros pasó todas las expectativas, la editorial no puede darlo a usted como ganador del concurso, es imposible. Pero le comunicamos que tenemos para usted libre el cargo de gerente de la compañía, estamos seguros que una persona como usted es la que necesitamos. Después de leer todas las instrucciones anexas, abajo se encontró con una frase impresa figurando el color del oro:
Todo el que persevera alcanza y cuando se sueña con el alma, se crea.
.... No pudo más que cerrar sus ojos de mar y gritar de alegría.

Por que la vida es sueño y los sueños, sueños son, que razón tenía Calderón y tú en este cuento, me gusto, abrazos

Gracias Manuel... en efecto dicen a veces que soñar no cuesta nada, pero creo que sí cuesta...

Felicidades

Que hariamos sin los soñadores..........
un gusto leerlo.
saludos
k

Muchas veces cargamos en nuestros sueños demasiadas expectativas, y en ocasiones nos desmoronamos si no se concreta como soñamos. Sin embargo, muy bien has demostrado en tu cuento, que el tener muy claro qué deseamos, es un buen comienzo.
Una vez más, estupendo Ethel, con gran calidad narrativa y una buena reflexión!
Un abrazo

Vendedor de libros, vendedor de sueños. Muy bueno
(ya estudiaremos que los números tienen nombre).

Es una bella historia que disfruté de principio a fin querida amiga.
Gracias

¡Qué bonito, Ethel! Aunque si hubiera sido yo, me habría gustado má ganar el premio del concurso del cuento.
Un abrazo.