Entre libros

Paseaba cabizbaja por la avenida. Tiendas de ropa, bazares chinos, restaurante de comida rápida, centros bancarios y cajas de ahorro, acompañaban su caminar.

Nada nuevo, su vida se había convertido en una monotona rutina y sin expectativas de cambio.

Desde su divorcio nada le interesaba, se dejaba llevar por el tiempo, meciendose entre momentos de intenso llanto y soledad infinita.

Su emparejamiento simplemente no funcionó, tras un par de años de felicidad, todo se vino abajo cuando el ginecólogo, le tendió su informe negativo.
- Marga, tengo malas noticias, tu matriz infantil te impide tener hijos, no hay posibilidad de éxito, ni con fecundación invitro. Lo siento de veras.-

Su marido se lo tomó bien, -No pasa nada cariño, intentaremos adoptar, no te preocupes-, pero para ella, todas sus ilusiones se vinieron abajo, se metió en su mundo como una mariposa en su crisálida, dejó de hablar, de reir, de mostrarse afectiva, y todo desembocó en separación y tras unos meses en divorcio.

Aquella mañana su paseo matutino era un dejarse llevar, ponía un pie delante del otro como una autómata.

Por su mente discurrian mil imagenes creadas, simplemente para no pensar, inventaba cuentos, historias de princesas encantadas, de héroes legendarios, de niños sembradores de campos de habas ,que mas tarde, se convertirian en árboles gigantes. Todo sacado de su compulsivo hobby, la lectura.

Devoraba libros, panfletos, enciclopedias, todo lo que caía entre sus manos, había momentos en que se metía tanto en los personajes ficticios de cualquier novela, que se olvidaba de comer y dormir . La luz del nuevo día se convertía en el reflejo de la luna llena, sin que se hubiera levantado aún de su sillón de lectura.

Miraba sin mirar los escaparates que iban discurriendo ante sus ojos, como una película muda. De repente, tras uno de ellos lleno de maniquies anorexicos vestidos a la ultima moda , un vidriera llena de libros la sacó de su letargo.

Era una tienda pequeña, vieja, pintada de colores nada llamativos, con una docena de libros colocados a libre albedrío, sin orden determinado, un diccionario de latín, dos libros de historia de España, un Quijote de primeras ediciones, un misal, los cuentos da Canterbury y la biografía de un monje benedictino del siglo XI.

Al entrar, un olor a cuero y papel viejo azotó su nariz, respiró hondo como si ese aroma lo necesitara su cuerpo para seguir viviendo. Ante sus ojos se mostró un espectaculo maravilloso, en una cuantas estanterías se apilaban toda clase de vademécums, perfectamente ordenados por orden alfabetico y por temas, un pequeño mostrador y tras este, un anciano librero que la miraba desde la azotea de unas gafas antiguas , unidas con celofan en medio de los cristales.

-Buenos días, como está usted señora, ¿que desea?-

-Buenas, que maravilloso lugar, no conocía que entre tanta tienda consumista se encontrara una biblioteca como esta, nunca reparé en ella, ¿lleva usted mucho tiempo regentando este lugar?-

-Pues a decir verdad toda mi vida, mi bisabuelo la fundó hace mas de dos siglos y ha ido pasando de mano en mano hasta llegar a mi.

Me llamo Facundo, un placer que haya encontrado mi sitio de recreo, como yo le llamo-.

-El placer es solo mío, no sabe usted lo que ha emergido de mi cuerpo al percibir los aromas que hay entre tanta sabiduria depositada en los estantes, ¿me permite pasaerme entre ellas, observar lo que tiene, degustar su colección?-

-Por supuesto, está usted en su casa, pase, tiene todo el tiempo que necesite.-

Comenzó la visita por las vitrinas colocadas mas a la derecha, empezó a acariciar el lomo de los libros y por sus dedos comenzó a surgir una corriente electrica que le paralizó la médula. Un placer inmenso hizo que cerrara los ojos y sintiera en su interior la paz que necesitaba desde hacía tanto tiempo. Esos eran los hijos que la madre tierra le había negado, su vientre seco recobró vida y pasó el resto del día consumiendo letras, párrafos, poesía y epopeyas, todo la dejó fascinada.

Ese era su mundo, todo lo que había soñado se encontraba alli, en aquel viejo lugar. Sentía que no necesitaba nada mas.

Miró el reloj y habían trascurrido doce horas desde que sus zapatos pisaron la estancia, nerviosa se dirigió hacía la mesa que antes ocupaba el anciano, para disculparse por su tardanza y......la encontró vacia.

Una nota manuscrita reposaba sobre la madera, su cara se transformó según leía, una lagrima resbalo por su mejilla y lentamente fué aposentandose en la silla ,que a partir de este momento, sería suya.

-¿Querida Marga, no se pregunte como la conozco, por que no sabría explicarselo, solo sé que la espero desde que me pasó algo parecido a lo que usted esta sintiendo ahora mismo, llegué aquí por casualidad, nada de lo que le contè antes de mi bisabuelo era cierto, yo amo los libros, la vida me trató con desprecio desde que nací.

Abandonado por mis padres y depositado a las puertas de un convento, fuí vagando de orfanato en orfanato, hasta que cumplí la mayoria de edad.

Una tarde, paseando por esta calle, entré en este bendito lugar y desde ese instante he sido el hombre mas feliz del mundo, todo lo que necesito está entre estas cuatro paredes. Nací para vivir solo, rodeado de libros, ahora lo comprendo, la lectura es mi alimento, mi maná, y he sentido que a usted le pasa lo mismo, ahora necesito ir a morir al lugar donde nací. dejo este sagrado presente en sus manos, cuídelo, disfrútelo, protégalo, empápese de toda su sapiencia y cuando llegue su momento, alguien vendrá a sustituirla, no se preocupe por ello, todo está escrito, sea feliz.

Se despide ,deseandole lo mejor,FACUNDO.

Un buen final para una historia siempre interesante.

gracias Antifaz por tu comentario y lectura, saludos

Wow, Manuel! Que relato! La verdad es que me sorprendio muy, muy gratamente. Lo disfrute desde la primera a la ultima palabra. Lo encontre excelente, querido amigo. Mi felicitacion, mi admiracion y un gran abrazo,
Jose

Gracias José, un placer es siempre para mi, verme rodeado de tan buenos amigos, un abrazo

Excelente escrito Manuel , te lucís también en la prosa.
besos
Lili

Manuel he encontrado aquí una historia estupenda. Mi primer sorpresa: esa descripción tan quizás perfecta del alma femenina cuando vive una situación de desamor y luego el amor por los libros que para quienes los amamos, nos llega de manera particular..
Ojalá me hubiese pasado a mí, me vi identificada cada vez que entro a una librería porque no quiero salir de ella y hasta algún día me llegué a creer que podría montar una así. Ese olor a libro es inconfundible, además porque sin exagerar, el legado que recibimos de las letras de los demás es un universo mágico...

Plenamente satisfecha me retiro de estas letras...

Un abrazo

Gracias Lili amiga, un placer que te haya gustado, un beso

Gracias Ethel, los libros siempre seran nuestros compañeros mas allegados en cualquier momento, un beso

Un escrito maravilloso, me gustó mucho el contenido y el desenlace, sobre todo, esa sensibilidad para referirse a la mujer.

Amo los libros, siempre que estoy en algún lugar o centro comercial y los veo, me atraen como miel a las abejas, es algo que siempre me ha llamado la atención, ni que decir en una librería, me vuelvo loca de emoción y me encanta igual ese olor especial que regalan los libros, los amigos que siempre están esperando que los visitemos.

Un gusto leerte amigo MANU, mis felicitaciones.

Blanca.

Asi es Blanca, los libros siempre estan ahí para que podamos soñar con ellos, gracias, un abrazo