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 Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente!

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Zeltia G.
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Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente! Empty
MensajeTema: Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente!   Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente! Icon_minitimeMiér Mar 02, 2011 6:07 pm

¡DESMADRE EN FOBIOLAND!
¡...PELIGRO INMINENTE!


Mientras el queridísimo Fobio se recupera, les dejo esta locura que hace... un año y medio o dos... no lo recuerdo bien, escribí inspirada en sus muy variopintos personajes y sus historias. ¿Por qué? Gran afecto y admiración... ¡Ese, que ustedes le prodigan y con justo motivo!
El Personaje central, por supuesto, es el mismo José Oliva (Fobio). Fue torturado hasta que aceptó participar en esta maquiavélica obra de locos. Un dato importante: las palabras en MAYÚSCULAS pertenecen a los títulos de sus obras, por lo que van transcritas textualmente. Como co-protagonista, también forzada… su esposa, a quién aunque no tengo la fortuna de conocer, espero que no me odie por esta pequeña travesura.
Algunos de los personajes del Sr. Fobio han aceptado gentilmente participar en este humilde homenaje.
¡Gracias amigo, por toda la sana alegría que nos brindas con tu quehacer! Y aunque después de esto, lo dudes: MIS RESPETOS.
La autora.


----------------------

En el trabajo...


—Mire José, desde ahora las jornadas de trabajo de alargarán a 15 hs, con un descanso de 10’ para el café y 15’ para el almuerzo. De lunes a sábados. Se prologará hasta algún domingo, si la producción no se cumpliera en el tiempo programado. Eso claro, no contaría como horas extras, pues entra dentro del tiempo pactado de la productividad. No se aceptarán bajas por enfermedad, salvo, en casos de lepra y Gripe A, si está en la etapa terminal. Por lo demás, seguimos como hasta ahora. Si no estuviese de acuerdo con alguno de los cambios, puede pasar por personal a firmar la dimisión. ¡Que tenga un buen día!
Con este baldazo de agua fría, recibía la noticia José. Ahora se despedía del fin de semana largo, pensaba aprovecharlo y tomarse unas MERECIDAS VACACIONES con Stella y los hijos. ¿Y el asadito de los domingos? ¿Con qué ganas se levantaría a preparar la parrilla, trabajando 15 hs el sábado, después de una semana de 75hs trabajadas? Ya se había puesto a pensar que eso era lo mismo que vivir AL SERVICIO DE SU MAJESTAD, pero mal pago.
Había tenido una mañana REGULAR, más después de la noticia, se había convertido en una TARDE PERRA. Lo cierto es que por mucha vuelta que le daba, comprendió que hay ocasiones que es mejor vivir PRISIONERO DE LA IGNORANCIA. No podía darse el lujo de dimitir, ya que las cuentas hay que pagarlas y la jubilación estaba lejos en el futuro… era una cuestión más “DE VIVOS Y NECESITADOS”. Sobrevivir a cualquier costo, a pesar de las avivadas de los abusones, ciertamente, no le había servido de mucho ser “EL ARQUETIPO” laboralmente hablando.
—¡Pues, habrá que jorobarse! —se dijo— Lo peor… cómo lo tomarán en casa, ya poco nos vemos, ¡ahora lo haremos en fotos! La familia —pensó—, quedará relegada a segundo plano y esto no me gustaba nada.
Para pasar unos ratos juntos, José y familia, tendrían que lavarse los dientes en el cuarto de baño al mismo tiempo y entre enjuague y enjuague contarse las cosas del día anterior. “¡Caray, si hay que tener mala suerte!” Se repetía continuamente, no pudiendo creer su mala fortuna. Resulta que, cuando estaba esperando un poco de tiempo extra, para escribir un cuento, que le rondaba desde hacía tiempo por la cabeza… no tendría ni siquiera posibilidades de sentarse a escribirlo.
Habría que esperar, quizás hasta el retiro o, hasta que EL GREMIALISTA apareciera y pusiera las cosas en su lugar… y eso “CREO” era lo mismo que estar en medio de un SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO: PEQUEÑA MUERTE… ¡sí, eso mismo! Una muerte…, pero dolorosa. Por esas cosas de la vida, MAS ALLÁ DE LA RAZÓN, gentilmente le dieran la “DESPEDIDA DE LA FIRMA”. En la Argentina el despido es como una RULETA RUSA, a quién le toca… queda fuera de juego.
Sumido en toda esa vorágine de incertidumbres y proyectos truncados, se quedó metido entre papeles y planillas trabajando hasta que la interminable jornada laboral llegó a su fin. En la hora de la cena, con gran pesar y un nudo en la garganta, disparó a quemarropa la noticia. Rápidamente, pasaron de cena a velorio. Comida atragantada, caras largas… José cabizbajo se quedó mirándose LAS MANOS, se sentía tan infeliz… como si fuese el ÚLTIMO PARAYADOR que quedase en el planeta... solito. Muchas eran las dudas de cómo seguiría la vida en su casa.
Esa noche, no lograba conciliar el sueño.
—¡Lo que faltaba! —Exclamó indignado—. La jornada de trabajo que me espera mañana y yo sin poder dormir. ¡Esto sí, que es un comienzo maravilloso! A ese ritmo, no duraré ni una semana… ¡Termino en el manicomio o finado!
Le desesperaba no estar en el ordenador. ¡Cuántas horas de productivo ocio, pasaba en el foro de escritores! Fobio, seudónimo con el que lo conocían allí, pasaba entretenidas horas leyendo, escribiendo, intercambiando comentarios y cumplidos con sus compañeros de letras.
¡Cómo iba a extrañar eso, plasmar sus poemas y sus relatos! Las dulces horas que pasaba recreando sus personajes, algunos de lo más singulares y otros, muy querendones. Pero todos y cada uno, con la magia de hacer reír y disfrutar a quienes toman la iniciativa de conocerlos. Un lagrimón se le deslizó por la mejilla. Se preguntaba, en qué momento podría escribir acerca de sus tan variopintos personajes, sus historias plagadas con ese candor, que sus vivencias y experiencias le habían aportado; que hasta de lo malo, él había podido sacar ventajas para compartir ese humor sano y gratificante. Como un crío, se puso a llorar en silencio. No quería que Stella, su esposa, se diera cuenta por lo que estaba pasando.
El odioso despertador, chilló en sus oídos. No supo en qué momento se rindió al sueño, pero a juzgar por su cansancio, estaba claro que no hacía mucho, por lo que ese día auguraba una larga y tortuosa jornada. Estaba adormilado, le costaba enfocarse en el espejo…
—Creo que hoy no me afeito… —se dijo—. Cada segundo cuenta y no lo perderé en estas tonterías. Ya la fábrica se ocupará de tomarme todo el tiempo que le apetezca.
La primera semana de la implementación de la nueva jornada laboral, estaba haciendo mella. Estaba deshecho, no dormía bien por las noches y sus nervios comenzaban a desequilibrarse. En la fábrica los ánimos estaban caldeados. No era para menos… un montón de empleados disconformes, bajo un régimen donde los derechos nunca se respetan. Solo quedaba trabajar y callarse… o ir a la calle. Pero en esa semana las cosas ya se estaban poniendo densas y muy calientes. Al anochecer, en casa era siempre lo mismo: televisión, caras largas, pocas ganas de comer y en realidad pocas ganas de todo. El Fobio, alegre, creativo, dicharachero… se estaba perdiendo.
De reojo miraba el ordenador, pero se reprimía. Sabía que las horas invertidas allí, las deseaba… las necesitaba, pero sería sacrificar horas de descanso y de estar con la familia. Eso no podía permitírselo.
Miraba el futuro… Negro, muy negro y desesperanzador.
De mañana, ya en la fábrica, un revuelo de fondo le llamó la atención. Se hablaba de que habían tomado un empleado nuevo.
— ¡Podrían pagar mejores sueldos y dejarse de tantas pamplinas! —Se dijo en voz alta, José—. ¡Después te hablan de que están en crisis!
Repentinamente, escucha pasos ligeros que van directo hacia la oficina donde se encuentra él. Entra el jefe, presenta al nuevo empleado de la empresa.
—De ahora en adelante —explicó el patrón—, va a tener UN COMPAÑERO DE OFICINA. Quedará aquí para que se conozcan y se le enseñen sus obligaciones.
Le pareció extraño, pero le saludó y siguió enfrascado en su trabajo… que no era poco. Estaba claro, que si daba su opinión, pasaría a ser EL DESEMPLEAO. Así que se guardó sus impresiones, aunque en el fondo, hasta quizás lo tomaría como una… DESGRACIA CON SUERTE.




La jornada de trabajo era cada vez más agobiante. José ya no dormía. El primer fin de semana, fue la prueba de fuego, para ver su capacidad de tolerancia. El domingo, como es natural, la familia deseaba salir de paseo, lo que a José no le hacía ninguna gracia. En vista de que ellos no saldrían, la fiesta se trasladó a casa. Empezó con la tía, la abuela, la madre y por supuesto, como sarcásticamente diría Fobio: mi “QUERIDA SUEGRA”; lo que terminó siendo un AQUELARRE…
José, estaba desesperado por ver el partido y dar todo POR AMOR A LA CAMISETA. Por no desear verse en medio de semejante jolgorio femenino, se conformó en el cuarto sin la televisión. Esa fue lo que podía llamarse una TARDE TRISTE… sin balón, escuchando el bullicio que se había montado en casa. Estuvo dando vueltas rememorando viejas épocas.
Con picardía se acordó de su VEZ PRIMERA, que fue un tanto bochornosa. Su PRIMERA CITA, que se gastó un dineral y nada de nada. No pudo olvidarse del conventillo donde “vivían”… LAS CHICAS DE LA VIDA. Rió solito con nostalgia. Y envuelto en recuerdos, llegó hasta esos entrañables… SU PRIMER LIBRO; de LINA, su maestra de primaria. No le pasó de largo el retorno al país, ese VOLVER a pisar los sitios que fueron tan suyos, pero que, así como el tiempo pasa, luego, ya no es lo mismo. Sumido en nostalgias se quedó dormido, profundamente, atravesado en la cama.
—José, viejo, ¿te quedaste dormido? —Le preguntó Stella, al tiempo que le alcanzaba un mate.
—Uy viejita, ¡sí! ¿Qué hora es, ya se fueron las brujas? —Decía al tiempo que se incorporaba y con una sonrisa socarrona le asía (de asir… jejeje) el mate.
—No digas así, che… estaba tu mamá y ¡ni saliste a saludar! Sí, ya se fueron y te dejaron saludos. Son las 7 y media. Dale, te doy unos matecitos y te levantas, que tenés que ducharte y prepararte para mañana. —Le recriminó como a un niño.
—Estoy hecho polvo, no tenía ganas de que me verduguearan… y encima era el único machito. Jajaja
—Ahhh, me olvidaba, te vino a buscar un AMIGO… —le dijo Stella.
—¿Y por qué no me llamaste? … ¿Quién era?
—Te llamé, pero vos... nada, estabas tan dormido que no quise insistir. Pues la verdad no sé, nunca lo había visto. Ahora que lo pienso, era medio raro. ¿Qué clase de amigos tenés viejo, de dónde los sacás?
—¿Raro?... Pues no sé quién pueda ser, vos los conocés a todos. Además, de qué te quejás, ¿acaso yo te critico las jovatas que vienen aquí? Tus amiguitas…
—Mira, no empieces… — le dijo riendo Stella—, que si yo digo lo que pienso de tus amigos, ¡no te va a gustar! Jajaja
José se quedó pensativo. ¿Quién lo iría a buscar a la casa y que Stella no le conociera? Mientras se rascaba la calva, meditaba sobre lo que le esperaba al otro día.
Esa noche después de la cena, cayó desplomado, pensando qué pronto se había pasado el fin de semana y ni siquiera había podido pasar un rato con su familia. Ya no tenía ni un solo momentos con su esposa. Pensar que siempre fueron LOS TORTOLITOS para todo el mundo. La miró como dormía plácidamente y su último pensamiento fue, QUISIERA PODER.
Comienzo de semana, locura infernal, ánimos desbordados y José, en la forma que lo trataban ya parecía EL MASCOTA de la empresa… nada de respeto, el “che pibe… “
Mientras estaba en la oficina lidiando con las estadísticas, vino un mensajero con un sobre. En medio de los apuros, solo vio que era para él, firmó y la miró con la intención de abrirla, pero como estaba tan cansado y escaso de tiempo, la guardó en el bolsillo.
Entonces apareció el empleado nuevo, seguido por un hombre que vestía tan ridículo… que no pudo evitar reírse…
—Hola, José, aquí te presento a otro nuevo, este va a ser operario —Entonces, carraspeó y le miró de soslayo, bajando la voz le dijo—. Reconozco que es un poco rarito. Pero, ya sabes por lo que pagan aquí, no se pueden dar el lujo de andar eligiendo.
En los años que tenía nunca había visto nada igual, un gaucho vestido a la usanza del campo, pero con un chiripá floreado y una tanga. Lo cierto, es que eso le parecía una tomadura de pelo, pues era similar a algo que él, había escrito hacía tiempo. Seguro que alguno, le estaba queriendo jorobar… ¡Pero no se daría por aludido! Se rió y le dijo:
—Oiga… ¡Muy buen Look, amigo! ¿A que es su deseo más profundo? Jeje
—Pue, si mi’jo, ¡es mi DESEO GAUCHO!
Fobio, se lo quedó mirando, esperando a ver hasta dónde seguiría la bromita.
—Sabe, mi’jo el patroncito, me pidió que lleve… EL ARTEFACTO… no sé si uste sabe, pue yo de maquinarias nada e nada. Usté segurito sabe de lo que le hablo… es negra, un vejestorio… es lo que me dijo, ¿vio?
Ahora José estaba seguro que se estaban cachondeando de él. Pero iba a seguirles el jueguecito.
—Dígame, ¿no le dijo dónde estaba?
—Pue, no! Pero, no sé… ¿no será esa cosa ahí arriba?
Señalando sobre uno de los armarios, una máquina del año de María Castaña. José se acercó con curiosidad y al bajarla… ¡una Underwood#5!
Lo miró con ojeriza, ¿de qué iba todo eso? Se la alcanzó y cuando le vio salir de la oficina se quedó azorado viendo como caminaba trabajosamente con ¡tacones altos!
La imagen era por demás grotesca. ¿Qué clase de persona se prestaba a semejante papel ridículo? Eso, solo lo podría suceder con un personaje. Para una tomadura de pelo, se les había ido la mano. Era ir demasiado lejos.
—¿Y de dónde sacarían semejante reliquia? —se dijo, meditabundo—. Nunca la había visto por aquí.



Esa noche, era UNA NOCHE CUALQUIERA, sin embargo, se sentía raro, incómodo. No podía dormir y decidió dar un paseíto por la calle. Miró al cielo, justo vio una ESTRELLA FUGAZ. Se quedó pensando en que verdaderamente, necesitaba un milagro.
Siguió caminando, repasando en todos los que trabajaban en la empresa, gente de muchos lugares, era casi un CRISOL DE RAZAS. Pero lo que había visto hoy, eso se pasaba de toda lógica. Sumido en esas meditaciones, de repente, ve en una esquina unos hombres. Le llamó la atención la vestimenta de época, como de principios de siglo XIX. Al parecer, estaban por batirse a duelo. Uno de ellos actuaba de padrino, exclamó:
—En sus puestos, EL DUELO va a comenzar. Elegid vuestras armas.
Antes de tomar cada uno su lugar, ve que uno de los duelistas se acerca al otro, le dice algo y luego los contendientes de vuelven de espaldas.
—¡Pero esto es de locos! —Dijo con indignación Fobio— ¿Un duelo en esta época? Pero esto es … —Cortó la frase y se les quedó mirando pensativo. Luego, con más ímpetu les gritó—: ¡Eh, ustedes, ya está bien de tomarme el pelo! ¿No ven que ya no ha nada qué tomar? ¿A quién se le ocurrió todo este circo… ehh? Ché, sí a vos te llamo… el del pistolón…
Fobio, estaba tan ofuscado, que parecía que le iba a dar un ataque.
Pero como si de la nada hubiese salido… la calle se colmó de gente. Cantidades de personas disfrazadas, deambulaban hacia todas partes. Parecía una NOCHE DE CARNAVAL, de esas esplendorosas de Gualeguaychu. Máscaras, serpentinas y hasta comparsas con músicos. Algo le inquietó y como si supiera, miró hacia uno de los grupos que venían hacia donde se hallaba él y por entre ellos, llegó a distinguir uno que sobresalía del resto. La inconfundible Parca, con la guadaña en alto, caminaba en dirección a él. No lo pensó. Salió corriendo, de vez en cuando la “cadera” le jugaba una mala pasada, haciéndole trastabillar. Mientras corría desesperado hasta su casa, miraba hacia atrás y sí, aún le seguía impasible y sin apuro, ¡total llegar… seguro que llega!
Como sucede en todas las tramas, el protagonista, no encuentra las llaves, se le caen de las manos temblorosas y Fobio no iba a ser la excepción. Además, sudaba como en un baño Sauna. La “Dama negra”, a pocos metros de él ya le estaba dando alcance. Por las calles la diversión era increíble, pero nadie parecía reparar en el extraño suceso. Todo el barrio ya había sido despertado, y las luces de los porches se iban encendiendo una a una. Algunos vecinos, miraban asombrados tal despliegue desde sus portales. De repente, la luz de su casa se enciende y Stella abre la puerta.
—¿Me querés decir a dónde andabas? —Le gritó muy enfadada— ¿Y qué es todo ese barullo?
Antes de que hiciera otra pregunta, Fobio la empujo y cerró la puerta, con todos los cerrojos, agitado y sin poder decir palabra. Le hizo un gesto, de que tuviera paciencia hasta que recobrara el aliento.
—¿Podés explicarme qué te pasa? … Estás muy raro últimamente.
—¿No ves lo que pasa? Afuera es noche de carnaval —José, le explicaba entre ahogos—, y me seguía la parca…
—¡Vos estuviste tomando en el bar con tus amigotes, y ahora me querés vender ese cuento! Después te quejas del estómago. ¡Vamos, volvamos a la cama! No sé cómo vas a soportar mañana el día de trabajo.
Se fue enojada a la cama. Fobio, a través de la mirilla, buscaba a la figura de la muerte que le acechaba… ¿Pero, era de verdad, o lo había imaginado?
—¡Creo que tanto trabajo me está desquiciando! Bueno, mañana hablaré con los amigos, a ver quién ha estado metiéndose con mis historias y provocando este caos.
Afuera aún se escuchaba la juerga. José, apagó todo y se acostó. Dormir, lo que se dice dormir, no pudo. Todo el tiempo le invadían sueños locos. En un momento, estaba frente al altar, él y Stella el día de su casamiento. Ella, lucía un velo hermoso, casi no se le veía. De pronto esta justo en la NOCHE DE BODA. Cuando está quitándose el velo, los dos en el cuarto del hotel y ve con horror que no era ella, era una imagen surrealista… pero con la voz de Stella, le decía que la amara igual… que ella estaba PRISIONERA en ese cuerpo.
De un salto se despierta, se sienta en la cama y mira hacia su esposa. Se serena cuando la ve durmiendo. Se acuesta nuevamente, tranquilo de que todo había sido un sueño. Entonces, le va a dar un beso y ella se da vuelta. Era el ser del sueño, ahora con una voz cascada, que le pide UNA PRUEBITA DE AMOR. Fobio, se tira de la cama, casi muere de dolor por el golpe en la bendita cadera.
—Esto no me puede estar pasando —gritaba—. ¿¿Por qué a mí?? ¿¿Yo qué mal he hecho?? — Empezó a suplicar, como si de repente tuviera una DUDA RELIGIOSA, miró hacia el techo, pero no esperaba que le respondieran. Tremendo sobresalto se llevo, cuando sintió que le llamaban y la miró con pánico, esperando otra vez a ese ser y al darse cuenta, que era su esposa, exclamó: ¡GRACIAS A DIOS!
—Viejo… ¿qué te pasa?? ¡Te caíste de la cama! Si seguís así, ¡vas a romperte un hueso! Apurate que vas a llegar tarde al trabajo.
—Uyyyy… ¿¿Ya?? ¡Pero si no dormí casi nada! —Recriminó, con voz suplicante.
—José, otra vez te vino a buscar ese amigo… me pareció de lo más extraño.
—¿No te dijo cómo se llama?
—No, pero dijo que hoy venía y que me quería conocer. Me dio un poco de cosa… no sé lo sentí tan, qué se yo: “pesado”.
—Bueno, si vuelve, que regrese para la noche, que quiero saber ¡quién está detrás de todo esto!
Su esposa lo miró asombrada, nunca lo había visto tan fastidiado.
La jornada laboral de ese día, fue como estar en un manicomio. La gente estaba, verdaderamente enajenada. Delante de su oficina pasó un tal Barlow Spencer, John, pirata de profesión y parece que estaba en juicio, por un asunto muy comprometido. Un grupo de chalados con cotillón y todo, entonando la COPLA DE LA VETERANA… aunque la pobre festejada, estaba más muerta que viva.
—¡José! —Entró desesperado el jefe—. Necesito que vaya al centro urgente A ZÁRATE. Usted se encargará de LA MISIÓN. ¿Es el único que sabe traducir, verdad? Alguien tiene que venir a poner orden en este infierno… la policía, el ejército… ¡esto es un desastre!
—Bu, bueno, depende… yo soy un TRADUCTOR IMPROVISADO. Pero si no es mucho… ¿Qué es lo qué está pasando en todas partes?
—No sé, ¡pero me parece obra de los Yankees! Vino un gringo, con un papel con algo raro escrito y no sé inglés… no entiendo lo que dice… léalo:
—“QUEER POETRY”… ¿Quién se lo trajo? —Preguntó José con extrema curiosidad.
—Ese…—Le señaló, a un hombre que le miraba con una sonrisa plena.
—¿Le dijo cómo se llamaba?
—Mmm… Gustavo… ¡Sí, eso! ¡Creo que sí!
De repente, con un ademán muy femenino, le saludo.
—Disculpe, entreténgalo, que yo tengo que hacer cosas urgentes.
—…¿Y qué le digo? ¡Si no hablo inglés!
—No se preocupe… ¡él tampoco! JAJAJAJAJAJj Si quiere, cuéntele LA VERDAD DE LA MILANESA, o quizás puede decirle quiero TU COMPAÑÍA… ¡¡seguro que eso le gusta!! Jajajajaja
Y como si Fobio hubiera perdido la razón, salió de prisa riendo como una hiena. Se dirigió a su casa.
—¡Hola… querida llegué temprano a casa!! Jajajajja —José estaba extrañamente exaltado—.
¿¿A dónde estás?? …ahhh querés que te busque… ¿no viejita? Jejeje
En eso va a entrar en la cocina y sale Stella y casi tira todo lo que traía en las manos.
¡José! ¡Qué susto me has dado! Mira, como siempre te olvidás de nuestro aniversario, he contratado a una señora del pueblo que nos va a cocinar todo para que lo celebremos en intimidad… ¿qué te parece viejo?? Ahora dejala, que está en la cocina preparando la comida… es muy buena, dice que todos la conocen…
—¿Y quién es la jabru?
—¡No seas así, que puede escuchar!… Es LA MUJER DEL PANADERO.
Al escuchar eso, José entró en la cocina rápidamente y allí con destreza… la buena señora amasando bien las bolas… de Fraile, le pregunta a Stella:
—¡Oiga doña!... ¿Va a querer cuernitos? Mientras lo miraba querendona a Fobio.
Este, apresurado, la agarró (diré agarró, por razones obvias jeje)… y la sacó por la puerta a empujones.
—Viejo… y la cocinera… ¿No la viste?
—Recién salió como alma que la lleva el diablo. Dijo que se le quemaban los cuernos al marido… capaz luego regrese.
—Qué raro… la gente está muy mal últimamente. Bueno, veo que tendré que cocinar yo.
Entonces mientras, José va a beber algo a la cocina. Tocan el timbre.
—¡Voy yo viejo! Capaz que es ese raro amigo tuyo… jejej
Abre la puerta, y ahí parado con los ojos inyectados en sangre… como quién lleva horas mirando películas sin pestañear, una especie de indígena, con vestimentas gauchescas.
En ese momento Fobio, sale de la cocina y al verlo lo reconoció al instante ¡EL CACIQUE PAJA BRAVA! El hombre con cara de hambre de días, mira a Stella y con una sonrisa babosona, le extiende la mano para presentarse. Stella cándida, le va a responder el saludo. Fobio, con un salto se plantó a su lado y le dice:
—¡NO!... ¡Quieeta esa mano! —Por lo bajo le dice—: ¡Haceme caso!
—¡Pero como estamos, eh! —Se disculpó con una linda sonrisa—, es que lleva días sin dormir bien… ¡está alterado!
Y dicho eso… le respondió al saludo. José, se tapó la cara con sus manos.
—Pero qué te dije… andá a lavarte las manos, ¡haceme el favor! ¿¿No ves quién es?? Es el CACIQUE… ya sabes… ¡el que esta dale, dale todo el día!
—Pero decime, ¿qué te está pasando? ¿A dónde quedaron tus modales…?—. Le hizo entrar y le llevó hasta el sofá.
Se sentaron y el cacique cada vez más cerca de Stella… y Fobio cada vez más loco.
—Pero cuente, ¿de dónde se conocen? —Le preguntó interesada— ¿De aquí de Zárate…?
—No doña... Pero mire, no sé ni me importa… ¡io solo quiero charlar con usté!
Se le acercó tanto, que la esposa de Fobio, casi le sintió los calores.
Fobio colorado de bronca, lo agarró (y repito agarró… por obvias razones…jejeje), y lo llevó a la puerta, casi a rastras. Al mismo tiempo, Stella, lo tenía sujeto del brazo, para retenerlo.
—¡Pero, vení acá! Cómo tratás a tus amigos.
—¡Qué amigos, ni ocho pitos! —Abrió la puerta y lo sacó a empujones… mientras éste, sin percatarse de lo mal que lo estaba tratando, seguía con mirada libidinosa a la esposa de Fobio.
—Escuchame bien… no quiero que dejes entrar a nadie más, ¿oíste? … ¡y a ese, menos!... Y andá a lavarte las manos.
—¡Pero solo decime qué está pasando, viejo!
—Si te contesto ahora solo te daré una RESPUESTA LUNÁTICA… así que dejalo estar… ya se solucionarán las cosas.
Golpes en la puerta de entrada, los sobresaltó. Abre José de mal talante, pensando que era ese Cacique de nuevo…
—SÍ! Qué quiere … —Se quedó boquiabierto al ver frente a él a un hombre musculoso y fornido… en taparrabos. La mira a Stella y le dice:
—¡YO TARZÁN, TÚ JANE! … ¡Vamos! —En ese momento cabreado hasta los huesos, FOBIO, le quita las manos de las de su mujer.
—¡No señor! ¡Ella se queda aquí!
—YO TARZÁN…
—Ya te escuché, …YO Fobio, ella Stella
—Yo tarzán...
—¡Sí! Tú Tarzán y la que va allí corriendo medio en “bolainas” delante de los cazadores de cabezas… es JANE! ¡Andá, corré… que te la cocinan en nada!
Cerró la puerta de un portazo. Miró al techo y movió la cabeza como incrédulo de lo que estaba viviendo.
—Mira me voy a la empresa… ¡ya no puedo más, hoy dimito! Esta locura debe terminarse.
Todo lo rápido que sus piernas le permitían fue a la empresa. Al llegar a la cercanías de la entrada ve salir corriendo a un criollo, seguido de un malón de indios.
—¡Carancho! ¿También están los de LA PATRIA DE FIERRO? …Creo que me he vuelto loco.
Detrás, salían como enajenados, trabajadores y encargados corriendo como si sus vidas dependiesen de eso. Asombrado, no sabiendo lo que está pasando, se acerca junto a uno de los compañeros y le pregunta…
—¿¿Qué está pasando… se está quemando algo??
—No sé pero se escucho un rugido y luego una llamarada… y hay un tipo con cacho de cuerpazo y espada… dice que tiene que matar al Dragón… no sé pero pa’mi, que aquí están todos medios chupaos... El muy bestia dice que se quiere bañar en no sé qué cosa…
—¡LA SANGRE DEL NIBELUNGO! …¿¿Y el patrón no salió??
—Ahorita que lo decís, no lo he visto… Solo lo escuché gritar y luego la gente corriendo… ¡Salimos todos perdiendo culo!
Entró sorteando a la gente que salía despavorida. Se metió en las oficinas… se sentía un olor extraño…
—¿Azufre?... ¡Esto va muy en serio, caramba! …¿¿Hay alguien?? —Preguntó a los gritos.
—¡¡¡Acá!! José… ¿¿pero qué demonios pasa?? —José se acercó entre las llamaradas que asomaban por la puerta del taller, y cuando estuvo junto a su jefe, le dijo:
—¿Sabe por qué sucede? …¡Todo esto es su culpa! Presión, agobio, horas de esclavitud, nos ha desquiciado, y por alguna extraña razón mis personajes han cobrado vida… y le digo que a usted, le ha tocado el peor. Yo creo puedo detener todo este despelote…, ¡bueno, eso espero!
Pero si no cambia la política de la empresa en cuanto a las jornadas laborales y los beneficios… me voy y lo dejo con que el Dragón que al parecer es un cabronazo y se lo manduca de un bocado. Hizo un amague en irse y dejarlo abandonado.
—¡Lo que quiera José, pero no me abandone! Mire… ya mismo lo nombro mi mano derecha. ¡Usted diga lo que quiere y eso se hará, lo Juro! ¡Pero, que esto termine, estoy a punto de sufrir un ataque!
Llorando como un cobarde, se quedó acurrucado debajo del escritorio. José, que ahora se sentía más liberado por haber logrado un cambio para él y sus compañeros, con lo valiente que eso lo hacía sentir… estaba más “agrandado que chaleco de gordo”. Buscó un matafuego y fue hacia el dragón. Para su sorpresa, el tipo grandote ya se había hecho cargo….
—Mirá pibe, escuchá bien lo que te digo, porque no te lo voy a repetir…—dijo envalentonado Fobio—, agarrá al bicharraco y tomátelas. Por hoy, ya hiciste bastante kilombo, ¿me entendiste?
Y cabizbajo el grandote, agarró(…por obvias razones…) de la cola al dragón y salió del predio alejándose por la calle.
Feliz y satisfecho, por la entereza demostrada, también salió José. Se sentía enorme. Afuera, todos le aplaudían y le palmeaban en medio de vítores… ¡Era el héroe del año!
—Gracias, gracias, pero ahora me voy a casa… Mi señora me espera, es el aniversario y ningún Nibelungo del cuerno me arruinará la noche. Mañana será otro día.



¡Hola Stella!, viejita... ¿a dónde estás? Mira lo que te traje. No digas que nunca me acuerdo.
José, venía con enorme ramo de rosas. La casa estaba decorada, la mesa puesta muy romántica. Por fin habría un TIEMPO DE INTIMIDAD.
—Hola José, ¿ya llegaste? —Salió Stella a recibirlo—. No te esperaba tan temprano, aún falta para la cena. Una cosa, sabes, cuando puse el pantalón a lavar, se cayó del bolsillo un sobre, lo abrí y es una carta para ti… ni siquiera estaba abierta! —En tanto José, cansado, se había tendido en el sillón.
—Ajá… sí, me había olvidado… ¿y la leíste?
—No, iba a leerla justo ahora…
—¿Qué dice?
—Parece que es de tu madre… ¿pero, no la ves seguido que te manda cartas?
—¿¿De mi madre?? —Preguntó José sorprendido.
-—Sí, dice:“Querido hijo”…
Como un resorte, se levantó del sillón y le grita enloquecido…
—Noooo! Nooooo sigas,leyendo, por favor!! De un tirón le arrancó la carta de las manos y la rompió en pequeños trocitos, salió a la calle y en un cesto de basura la metió y volvió a la casa.
—¿Pero José… estás loco? ¿Y ahora, cómo sabrás lo que decía?
—No, no es de mi madre… es LA CARTA DE MAMA…
—Viejo, me asustás… creo que tenemos que ir al médico… estás mal de los nervios…
—No, Stella… es el relato… y sabes lo que pasa… ¿No te acordás?
—¿Qué estás diciendo?... Mira, apago el horno y vamos a la clínica… ¡tenés una crisis! Esto me está asustando… nunca te vi así.
—Creeme, estoy bien… ahora me voy dando cuenta de las cosas. No vamos a ir a ninguna clínica… tal vez mañana. Pero hoy… ¡cena para dos! Y le sonrió para distenderla, ella lo miraba con recelo, como si mirase a un loco.
—En serio, José… mira lo dejamos para cuando estés bien…
—Vieji… estoy bárbaro… mirame, hasta he crecido! Jajjajaa Le hizo sonreír. Por fin, su noche seguía en curso y él se sentía Superman.
—Bueno, me cambio y comemos… ya vuelvo.
Stella fue al dormitorio, y Fobio fue hacia el equipo de música a “poner ambiente” con algo romántico, cuando la voz de su esposa, en un tono furibundo, le llamaba.
—¡José! ¡¡Vení inmediatamente aquí!!
Fobio, intuyó que seguro se había mandado alguna cagada grosa. Con la voz bajita y dulzona le dijo, mientras enfilaba al dormitorio…
—Voy tesorito…
—Dime, ¿no te es suficiente conmigo?
—¿¿De qué habla mi Clavel del aire??
—¡No te hagas el tonto! —Con cara de pocos amigos, Stella señalaba a una dama, medio cabizbaja en la silla del dormitorio…
—¡Dorita! —gritó Fobio, no sabiendo qué decir… — ¡Es mi PASIÓN HENCHIDA!
—Ahhh! Mirá vos qué bien, viejos conocidos!!
José, se dio cuenta de lo mal que había sonado eso… quiso arreglarla… pero su esposa ofendida, se había encerrado en el baño a llorar.
José, rápidamente, había tomado (omito aclaración… jejej) a “Dorita” y con esfuerzo la sacó por la ventana.
—Querida, ya está déjame que te explique… aunque no creo poder hacerlo. Han pasado cosas demasiado delirantes para que puedan ser razonablemente explicadas.
Entonces, escucha el cerrojo de la puerta y ella abre, sale llorosa aún.
—Sí creo que tienes razón… te daré la oportunidad de decirme que está pasando… ¡espero poder creerte!
—Pero lo dejaremos para después de nuestro momento de amor, vamos…
Se pusieron cariñosos y mientras se hacían arrumacos, desde el interior del ropero, escucharon un extraño ruido:
—¿Viejo, escuchaste lo mismo que yo? —Le preguntó asustada Stella.
—¡Creo que sí!
Y despacito, abrió la puerta corrediza del armario y con aire altivo salió… una oveja. Ambos se miraron con los ojos muy abiertos. Menuda sorpresa…
—¿¿Pero qué hace este animal entre mi ropa limpia?? ¡Jose, vas a explicarte ahorita!
—En un minuto… ¿sí? Señor Protuberancio Sílfides, por favor, ¿puede dejar mi ropero tranquilo y llevarse a su HERMOSA AURORA de mi casa?
Entonces como cosa de “mandinga”… salió un señor con atuendo camperano. Con una sonrisa tímida, le hizo un veña de saludo a Stella, con la boina. Y salieron de la habitación enfilando hacia la salida. A poco, se escuchó la puerta de calle que se cerraba.
—¿Quiénes eran? Lo conoces…
—Todo esto es una locura… son mis creaciones que se han desbocado cuando, empecé a no dormir y trabajar tantas horas. Se había terminado mis ganas de estar en familia, de disfrutar de la vida y no podía seguir haciendo lo que tanto me gusta…
—¿Escribir?—le dijo Stella, con un gesto tierno le acarició la mejilla y le sonrió con mucho amor.
—Pero, después de hoy… creo que las cosas cambiarán. Ya vas a ver… Bueno, ¿comemos? Tengo un hambre de muerte y de la cocina sale un olorcito… Apurate, que hoy José, Fobio o tu Cid… sirve la comida!
Se va a la cocina, dispone los platos para servir, cuando otro grito de su esposa llega hasta él
—¡¡Viejo!!... decime y esto… ¿¿¿también es causa de tu mal sueño??? Con los ojos inyectados en sangre Stella sostenía ropas femeninas y maquillajes y un calzoncillo manchado con rouge…
Avergonzado… ya sabía que cualquier cosa que dijese caería fatal y seguro en su contra! Abrió la boca y con una voz casi inaudible, y con su mejor cara de corderito a punto de degüello, llego a decir:
—¿INFIEL YO?... y ahora ¿¿quién podrá ayudarme??
—Yo… —Apareció de repente—, ¡El Chapulín Colorado!

Por ZeltiaG

“Este relato, es puramente una ficción, de la mente desequilibrada de alguien que no funciona dentro de los parámetros establecidos... Sus personajes reales y/o ficticios, son solo eso. Cualquier semejanza con la vida real… es deliberadamente, pura coincidencia. Por lo que se limitará a enviar las disculpas pertinentes.”


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MensajeTema: Re: Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente!   Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente! Icon_minitimeVie Mar 04, 2011 12:44 pm

Bueno Sandra Smile (y me encantaron tus aclaraciones entre () y la final incluída)
Has pintado también de alguna manera a un José como se muestra: con buena onda; buen humor, y del sano; pero, sobre todo, respetuoso y dispuesto a regalar una sonrisa con sus personajes. Que se recupere prontito.
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MensajeTema: Re: Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente!   Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente! Icon_minitimeSáb Mar 05, 2011 7:53 pm

Gracias Silvina! Efectivamente, él ha logrado que algunos que estábamos en las sombras de la depresión... con su sana y contagiosa buena onda y alegría, de la mano de sus desopilantes personajes, nos iluminara el sol cada día un poquito más... ¡Todo buen deseo, todo homenaje, es poco para agradecerle!
Que pronto esté recuperado, es el deseo de todos!! Un abrazo y mi gratitud por tu paso por estas locuras!


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MensajeTema: Re: Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente!   Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente! Icon_minitimeMar Mar 22, 2011 1:30 pm

Pues un millon de gracias por tus palabras, me queda muy corto, Sandra. Es increible la imaginacion demostrada para hilvanar todos esos titulos en una historia. Pero si hay alguien que lo podia hacer, esa sos vos, mi querida amiga.
Te ha quedado buenisimo y me ha hecho reir (otra vez) de lo lindo. Ya casi, casi estoy bailando en cuclillas y en una pata al mejor estilo cosaco, jajajaja...
Muchas gracias, m'hija, y ahi va este enorme beso, salido no de mis labios, sino del corazon!
Jose
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MensajeTema: Re: Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente!   Desmadre en Fobioland... ¡Peligro inminente! Icon_minitimeMar Mar 22, 2011 1:38 pm

Gracias a vos master... que fuiste capaz con tu buen hacer "extraer algo aceptable" de este cerebro sulfatado! ajajajaja Muy feliz de que te hayas reído un poco que hace falta! jajaja Y que estés haciendo el baile ruso! jajajaja Pues ya me dirás para cuando el decatlón!

Un abrazo Fobio, con mi cariño!
... Cuídate!
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