CADA DÍA EN LA CIUDAD

El despertar lo devuelve al desafío, lo sube a empujones a la maquina transportadora de gente y allí va… en un revoltijo de almas apretadas y miradas perdidas, que se encuentran y se esquivan.

El pensamiento es un sentir pesado y recurrente, un transitar obligado a sepultar sueños inalcanzables.

Como sombra gris, es uno más, transpirado e invisible.

El sol brilla, sin embargo el día está opaco.

La esperaza está dormida en un umbral, tapada con cartones y los anhelos esquivan manotazos de ansiedad.

La tarde se muere sin remedio y el regreso lleva las manos vacías de sueños, esos que dejó en su pueblo, en las calles lindadas por sauces y perfume de jazmín en las veredas.

Uff, como siempre nos traes esos personajes, esas diguras citadinas, que deambulan por las calles de cualquier ciudad, hombres grises que añorar el verde de su tierra, hombres que han sido deborados por el cemento y siguen casi por inercia.
Excelente relato amigo,me recordo al hombre del sombrerito gris.

Que las hadas te acompañen

Muy lindo y disfrutable este breve relato de cada dia en la gran ciudad, Ricardo. Saludos,
Jose

Leído y mis aplausos...