EL DEMONIO COMPRA ALMAS.

EL DEMONIO COMPRA ALMAS.
Carlitos se encontraba en una difícil situación económica. Nosotros, los amigos, le habíamos ayudado en lo posible, pero las deudas siempre estaban caminando más rápido y lo alcanzaban sin consideraciones por su bolsillo y por el nuestro.
El hombre desesperado decidió tomar medidas extremas. Después de mucho pensarlo decidió venderle el alma al diablo. ¡Si señores!, como lo están leyendo.
Ante esta venta, cualquiera pensaría de inmediato en un cementerio y en ritos en donde se involucraban rezos invocadores del maestro, lo mismo que en el sacrifico de algún pobre gato negro cazado en los alrededores de una caneca de basura de restaurante. No señores, los negocios con el diablo se han modernizado junto con la globalización de la economía. Lucifer, o como lo quieran llamar ha establecido oficinas en todo el orbe y funcionan generalmente en el mismo sitio de las Bolsas de Valores de los diferentes países. Vender el alma al diablo en el siglo XXI es un negocio como cualquier otro.
Nuestro amigo en mientes logró averiguar el sitio en donde despachaba El Negro Cornudo, dirigiéndose hacia allí a proponerle el negocio de su vida. Fue recibido de inmediato, pues la eficiencia y la calidad total, enseñada por los japoneses, también tocó las puertas del averno. Una bella secretaria, noventa, sesenta, noventa, con una sonrisa evidentemente diseñada en uno de los tantos consultorios odontológicos especializados en el ramo, lo invitó a seguir y a tomarse un cafecito, mientras el patrón, que era un hombre muy ocupado, terminaba unos asunticos.
Después una corta espera, nuestro amigo, hecho un atado de nervios, y de curiosidad por conocer al tan mencionado personaje, por fin escuchó la orden de pasarlo ante él. Le extrañó muchísimo que lo hubieran llamado por su nombre de pila, ya que no se los había dado. Este detalle lo asustó un poco, pero a -¡lo que venimos!-, se dijo para sus adentros.
Lucifer resultó ser un hombre lo más de común y corriente: Más bien bajo de estatura, con calvicie incipiente y de sonrisa encantadora.
Sin preámbulos, el calvete al frente, le dijo a Carlitos lo siguiente:
-Mire hombre yo lo se todo en este mundo y también que vientos lo traen por estos lados. Está en una difícil situación económica, decidió venderme su alma y yo a comprársela, para que lo vaya sabiendo-.
Carlitos , aterrorizado, por la sapiencia del demonio, no desataba palabra, ni las piernas le daban para huir de ese lugar, parecía atornillado a la silla.
Lucifer continuó su discurso sin preocuparse lo más mínimo de la evidente cara de terror esgrimida por nuestro amigo.
-Para mi y nuestra empresa una alma en estos momentos está cotizada en la suma de cien millones de dólares y es lo que estamos dispuestos a pagarle de inmediato y en efectivo.
Carlitos al oír mencionar semejante cifra casi deja de respirar, el corazón se le aceleró a mil y estuvo a punto de desmayarse. El diablo amablemente le paso un vaso de agua y esperó pacientemente a que se recuperara. El ya estaba acostumbrado a esta reacción de los humanos cuando les mencionaban esas cifras tan normales para él, pero tan exorbitantes para ellos.
-Pero, hombre Carlos, este negocio obviamente tiene sus condiciones. ¿Pero primero dígame si está dispuesto a correr con las obligaciones que el contrato especifica?.
Ante la situación económica de nuestro amigo, y el diablo lo sabía, quien se iba a resistir a esa propuesta, por lo que aceptó cualquier condición, inclusive sin la lectura, de la letra menuda al anverso del libelo, que le fue colocado ante sus ojos para ser firmado de inmediato. Cosa que nuestro amigo Carlos realizó sin ninguna aprehensión.
-Bueno amigo y socio, primero le haremos entrega del dinero, que nuestra secretaria en estos momentos debe estar empacando para entregárselo una vez terminemos nuestra conversación. Nuestras condiciones son estas: Son las tres de la tarde del día jueves, de mediados de año, se lo dijo en el mismo momento en que miraba un reloj Rolex de oro que llevaba con elegancia en su mano izquierda, usted tiene seis meses para gastarse el dinero, el treinta y uno de diciembre del presente año personalmente pasaré a recoger su alma que desde ese momento será mi alma-.
-Seis meses no más, definitivamente usted está loco, es imposible gastarse ese dinero en tan poco tiempo-
Como nuestro amigo era bueno para hacer cuentas calculó que gastándose diez mil dólares mensuales se demoraría ochocientos años en ralizarlo.
Ante los argumentos esgrimidos por Carlitos, Lucifer le enseñó el contrato firmado diciéndole con voz ya no tan zalamera como al principio: -Eso no es problema mío, contrato es contrato nos vemos en la fecha que le dije a las doce de la noche en punto-.
Carlos compungido pero a la vez decidido a comenzar una nueva vida se dedicó a tratar de gastarse el dinero. Para no aburrir al lector, que se podrá imaginar las peripecias de nuestro amigo para hacerlo, me saltaré parte de la historia de derroche, y nos trasladaremos al treinta y uno de diciembre en la mañana.
Carlitos todavía tenía, como es obvio gran parte en su poder, y como es costumbre de los que viven al día, había olvidado el pacto con el diablo. Una revista, que miraba mientras se hacía el manicure en una elegante y cara peluquería del centro de la ciudad, le enseñó en una de sus páginas, la figura de un demonio, publicidad de una marca de aceite americano y recordó de inmediato el terrible pacto que debía cumplir ese día a media noche, precisamente cuando todo el mundo se abrazaba para saludar la llegada del nuevo año.
Decidió de inmediato no cumplirlo, huiría en su avión particular hacia la selva amazónica y se internaría en la selva en donde el diablo no lo encontraría.
Dicho y hecho, hacia las cuatro de la tarde ya estaba en Leticia, ciudad limítrofe con la selva. Compró de inmediato varias mulas, amarró en su lomo las grandes maletas en donde cargaba el dinero restante y se internó en la impenetrable selva virgen.
Después de caminar varias horas, hacia los once y cuarenta y cinco de la noche divisó una cabaña. Faltaba un cuarto para las doce y calculó en estar llegando a las doce en punto a ese refugio, en donde era imposible que el diablo lo encontrara. Al abrir la puerta , en un espejo al frente, estaba el diablo calvete peinándose las pocas mechas que tenía. Al ver a nuestro amigo le dijo con voz de sorpresa:
Heee, hombre Carlos usted si es cumplido y considerado, me estaba peinando para salir a buscarlo.

FIN

Poesiacarnivora escribió:

Bueno, no sé, el texto me encantó, es un cuento precioso,y como es de esperarse ,muy bien narrado.
Un cuento fantástico diría yo, pero que poco tiene que ver con lo paranormal, es como si pusiera aquí el cuento "Rodriguez" de Paco Espinola.
No sé, solo consideraciones personales.
Es un relato que muy bien va en narrativa.

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Lo escribí pensando en tomarte el pelo, pues sabía que en este sitio lo leerías de inmediato. Pero le diste la seriedad que no esperaba y me dañaste el plan.

Más allá de cualquier intencionalidad, este texto es muy bueno, aunque obviamente no pertenece a este foro.
Luis, con el mayor de los respetos y de hombre a hombre: ¡Cuidate de tomarle el pelo ha Cynthia,mira que puede ser muy bruja,hermano!.
Saludos.

Comparto la opinión de Mario y Cinthya un buen texto para otro espacio, pero bueno, ya lo leimos aqui. Solamente espero el demonio no entre por aquí.
Besos

Muy interesante,y por las dudas haremos cruces de sal.

Volví a releer este texto,y si, el demonio compra almas,pero ese no es problema,el problema es que hay quien las vende al meor postor.