DEMONIOS DE LA TORMENTA
CAPITULO 3
ESCRITO POR: LOJESAMETH
MUCHAS GRACIAS A LOS QUE NO HAN ESTADO LEYENDO, ABRAZOS Y BESOS EFUSIVOS...
Las tabernas cercanas a los muelles son humildes establecimientos que suministran productos básicos a los marineros recién desembarcados: alcohol, mujeres y tabaco. En la cantina de doña Inés donde además de disfrutar de las mejores bebidas se pueden encontrar mujeres de belleza extraordinaria que solo pueden dar las lejanas tierras exóticas.
Es aquí en donde el capitán Cuervo viene adquirir nuevas compañeras para su harem y a diferencia de los atracos en donde las secuestra este es el único lugar donde compra; por extraño que parezca respeta a doña Inés. El Cuervo siempre asiste solo pues antes de hacer cualquier transacción se entrevista con la dueña para adquirir un servicio diferente, el de la información.
Inés recauda rumores, noticias de los marinos a través de sus “niñas” e incluso de ella misma, esa información la comparte con él quien le recompensa generosamente. Fue ella quien le informó sobre el barco Santa Cecilia y recibió entre las reliquias del botín a tres vírgenes andaluces que vendió en un precio tan exuberante como su belleza.
Tras compartir las últimas noticias salieron por el corredor que comunica con las habitaciones de servicio que solo las cubren una cortina en la entrada. Una de ellas no se había cerrado por completo y en su interior se oían gritos de una mujer que luchaba, que se resistía. Inés y Cuervo se detuvieron a ver a cuatro hombres tratando de disfrutar turnadamente de una joven que los maldecía y golpeaba. La matrona toma al capitán del brazo para brindar y cerrar algunos negocios pero al no poderlo mover la dama nota el interés del capitán sobre esa chiquilla revoltosa.
-Es nueva y hermosa ¿no te parece?, además quienes la raptaron me la trajeron con muchas monedas de oro, pero espera tu turno
-La quiero, te la compro ahora mismo-comenta el Cuervo sin apartar la vista de la muchacha.
-Dudo que quieran cambiar -insiste Inés en retirarse- déjame mostrarte las nue…
-Yo los convenzo.
El capitán entra gritando y arrojando una bolsa llena de oro hacia los hombres, ellos le ordenan salir, pero el Cuervo les ofrece el oro suficiente para una mujer para cada uno y ante la negativa de los cuatro hombres el Cuervo los reta a pelear en una lucha en la que el gigante repela las espadas y sale ganando ante la mirada atónita de la joven que se cubría con los girones de su ropa. El capitán se presenta examinándola con la vista y la joven al saber quien era cambia su expresión, su rostro se llena de alegría como si lo conociera o lo estuviese esperando.
Inés entra reclamando, haberlos asesinado traería mala fama al lugar pero el Cuervo la hace callar diciendo que pagara por todos y por ella. La joven se presenta como Miranda tras arrojársele a los brazos, después se viste para empezar su nueva aventura. Caminan por el muelle, el capitán al frente seguido de cinco nuevas mujeres Miranda entre ellas escoltadas por cuatro tripulantes del Eclipse.
A bordo Miranda es separada del resto y llevada a la cabina del capitán, sus aposentos eran llamativos: una colección de armas de toda clase, espadas, pistola, mosquejos, escopetas, botellas de ron y aguamiel. Se escucha la voz de mando del capitán ordenando ocupar a cada tripulante su puesto para zarpar, después de eso se retira pero no a su habitación si no a su harem, la celda en la que se ocupaba de sus prisioneras y en la que de vez en cuando compartía con su tripulación.
Mientras tanto Miranda apreciaba cada elemento del recinto hasta que el hambre que nunca había sentido y el cansancio la vencieron en un profundo sueño sobre la cama de paja. Despierta al escuchar la voz del Cuervo frente a ella, una luz de lámparas recién encendidas observa con admiración al hombre que la rescató de cuatro rufianes por la tarde, ese hombre que se ha vuelto noticia en boca de los gobernantes en ambos lados del Atlántico, sin moverse nuevamente la examina el capitán con especial curiosidad, la contempla recostada sobre su lado derecho en su cama, en su habitación en la que ningún alma había entrado antes.
Mientras Miranda contempla las cicatrices en su torso desnudo, marcas de peleas y victorias anteriores, el Cuervo arroja la camisa y la chamarra que cargaba en su mano derecha y se sienta observando fijamente y en silencio absoluto a la joven. Después observa a su lado un pequeño morral improvisado de tela, lo toma sin consentimiento ni reacción de la acompañante. Al abrirlo encuentra una pluma, tintero, papel en blanco y otros con algo escrito.
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Miér Sep 01, 2010 7:43 pm
