Hace un año y cinco meses que llevo en Betania, el hogar de ancianos
donde trabajo. Este otro mundo como le llamo, pues, de veras que no lo
conocía, no de tan cerca.
Me he enamorado de muchos viejitos,
especialmente de mi adorada Adriana, que me dejó el año pasado y que mi
corazón aún se conmueve por su recuerdo.
La semana recién pasada, se
nos fue la Idilia, ella se parecía a mi madre, eso la hacía más cercana
aún. Era un día muy frío, Idilia, era como yo, demasiado friolenta,
siempre tenía sus manos heladas, la Jacque, mi amiga, estaba siempre
preocupada de esos detalles que marcan la diferencia entre una auxiliar
y otra.
Pero, la verdad como las pasan cambiando de pasillo, ahí se
vienen a la luz, las que tienen el don de servicio o vocación y las que
trabajan, porque es su "pega" lo que hay que hacer.
Bueno, ahí
estaba esta viejita ya moribunda, la levantaron apenas con una camisa
de dormir y un polerón, ¡uh! y con el frío que hacía; la fui a ver
varias veces, y dejé mi trabajo a un lado un momento, para acompañarla.
Traje
un charlón para arroparla, la abracé para darle calor; su mirada estaba
perdida, siempre era así, por su enfermedad, sólo que esta vez ya no
hablaba, ni siquiera incoherencias. Solo salía saliva de su boca, la
cual limpié varias veces con una toalla.
Pegué mi rostro con el de
ella, pues, me parecía cada vez más fría y sin más ni más, pedí a Dios
en simples palabras; "Señor, no la dejes sufrir, llévatela, por favor".
La volví a tocar, estaba fría, llamé al celular a la Jacque, vino muy a prisa y bueno si, se había ido en mis brazos.
Nunca lo pensé, pero, siento que fue un privilegio y a la vez, ella no
estuvo sola en el último momento de esta vida. Sentí pena, pero, una
conformidad que no se describir, estaba tranquila y eso le transmití a
la hermana de la viejita.
Pero, hoy ha sido un desconcierto, a las 6:03 am; llegando a saludar a las nocheras me dicen: " Rosana murió la Rebeca"...
Me
quedé helada, como yo trabajo en la lavandería del hogar, sólo veo a
los abuelos cuando entro y salgo, o cuando voy a buscar algo. Es en ese
momento cuando los beso, los abrazo, les pregunto como están, en fin.
Y
no me había enterado que la Rebeca, estaba enferma, le dolía algo, en
la mañana de ayer la examinaron y no le encontraron nada.
Sin embargo se quejó toda la noche, hasta que, cerca de las cinco de la madrugada, se fue.
Poco antes que yo llegara; me quedé helada, no la besé, no me acerqué,
no hice nada, me fui a mi espacio y no salí, pensando, meditando...