RASTROS DE SOLEDAD

A veces en el andar diario por la vida de una persona, de cualquier persona, ésta ofrece y da virages imprevisibles y tras cada uno de ellos la vida va adquiriendo ciertos modales de comportamiento hacia ésa persona que hace que las circunstancias que se van presentando a diario dan nombre y carácter a quienes ya en esas circunstancias parece ser que sólo queda arrastrarse delante de su sombra.

Esta podría ser la historia, como otra cualquiera, de un hombre convencido a medias de su fracaso y que al final éste, el fracaso, acaba por darle un segundo nombre como si de un topónimo mental se tratara. Ese nombre es, podría ser, Juan...Juan Fracaso; un hombre acostumbrado de por vida casi a luchar contra todo y todos los que siempre le aconsejaron bien o mal sin que a Juan le importara nunca tales consejos sino su convición de que lo que estaba haciendo le llevaría al fin que pretendía; al final se había convertido en un hombre feliz en medio de sus fracasos por ser mas que nada fiel a su credo, a sus ideas a su forma personal de ser y que consistía en la mayoría de las ocasiones en no terminar nunca nada o casi nada que había empezado en la vida; así era Juan Fracaso, un fracasado feliz de sus fracasos, perdedor constante pero también fuerte y tenaz en sus intentos sabiendo y sabiéndose convencido de que al final lograría lo que tanto deseaba.

Así era y así actuó de constante Juan Fracaso hasta que meses después de que la mujer a la que quería pero no amaba sintió deseos de no querer saber mas de él, fue entonces cuando Juan se preguntó así mismo si ya no había llegado el momento de cambiar, de llevar a cabo aquéllo que él siempre decía – y que era verdad – que si algo diferente quería algo diferente tendría que hacer. Juan comenzó a sentir dentro de sí mismo cambios profundos, cambios relacionados con su forma de ser, de pensar y de actuar consigo mismo y con las personas de su derredor y comenzó también a preguntarse qué debería hacer a partir de ahora en que sentía un vacío dentro de sí mismo que le hacía imposible actuar como hasta ahora siempre lo había hecho. Juan Fracaso había comenzado a pensar en querer morir o lo que era lo mismo: dejar de ser como siempre había querido ser aún ignorando qué sería después.

Sin embargo, alguien como Juan Fracaso tan acostumbrado desde siempre al esfuerzo, a ejercer y practicar el verbo de la voluntad supo entender a tiempo que si durante todo el tiempo de su vida había dejado a medias tantas cosas porqué no iba a dejar a media o paralizar una vez más otros de sus intentos, otros de sus deseos siendo éste quizás el mas importante pero el menos necesario ahora: la muerte. Morir se le antojaba una idea demaciada fuerte, absurda y sobretodo en contra de sus convicciones por naturaleza; la muerte a veces, sólo a veces, esquiva su voluntad cuando se dirige a ella y la suerte la aparta de su camino con resultados chocantes

Una vez más, Juan Fracaso, observa pensativo como su vida llena de fracasos no es sino un síntoma del que quiere y desea desprenderse pero del que aún no le ha llegado su momento lo cual sólo le está diciendo que ése su fin que aún no le ha llegado no es que no le vaya a llegar, sino que aún ha de seguir buscándolo. En su búsqueda, Juan Fracaso, hará girar la vida de las personas de quienes el destino puso delante o a su lado o de quienes se entrecruzó con él, con sus pasos a veces de redención y a veces firmes y convencido de que las promesas todas se cumplen.

Ser vacío
y sentir que la gravedad
me lleva a tierra.
Ser sentido
y encontrar la luna azúl
en mi alma
vieja.

Teknarit, África.

Quizás...Juan Fracaso se sentia fracasado por éso precisamente ,porque dejaba las cosas importantes a medias,sin concluir.
Las cuestiones pendientes pésan en el ánimo,desequilibran;mejor seria en mi opinión que Juan Fracaso hubiera ido acabando lo que estaba haciéndo antes de emprender ó lanzárse a otra aventura.
Mejor es esforzarse en acabar lo que se ha empezado,si es importante.
La sensación de misión cumplida resulta tremendamente liberadora.


¡¡Abrazos de pétalos aterciopelados!!

Así es, amiga Pétalos...sólo que a veces, demaciadas ya, uno siente que cuesta aceptar que no todos están por la labor de querer seguir, crece el desánimo, la desgana, la apatía y ésta en ocasiones es mucho mas que contagiosa: es determinante.

Sólo queda mantenerse, creer y estar convencido hasta el infinito que el precio que se ha de pagar es muy caro, pero definitivo; una vez se llegue a ello sólo queda mirar atras, sin resquemor alguno, y decir: gracias, ahora sigo yo solo.

Un abrazo desde la distancia, y gracias siempre, siempre, por tus palabras.

Tek, al Oeste de África.