DEMONIOS DE LA TORMENTA
CAPITULO 6
ESCRITO POR: YAHAIRA140582
Miranda se encontraba algo decaída a bordo del Eclipse por la sarta de barbaridades cometidas por el Capitán Cuervo. Le daba coraje consigo misma haberlo pintado como un héroe pirata en sus historias cuando no era mas que un asesino a sangre fría, le molestaba enormemente que su padre haya tenido razón sobre el. El no era un pirata, no le preocupaba su barco ni su tripulación, solo se preocupaba por si mismo, por su orgullo y su poder arrebatado por una pequeño navío que pagaría caro el robo de la dignidad de la nave Valkiria. Cuervo no era pirata estratega, solo estaba buscando lavar su honor perdido, masacrando a todo pequeño bote que se cruzaba en el camino del Eclipse y esto le rompía el corazón a Miranda pues estaba formando parte de semejantes atrocidades. El humor del Cuervo era cada vez mas sombrío y sanguinario, de las 6 chicas de su harem ya solo quedaban dos, y ella, pues las había matado a golpes en un ataque de ira. Si bien a Miranda la trataba de cierta manera bien, a veces también la miraba con odio e ira y ella sentía miedo de ser demolida a golpes por sus puños brutales. Hacia varios días que no comía bien, y que casi ni dormía, era tanta la decepción que sentía respecto a su Capitán Cuervo que hasta la ganas de reprocharle sus asesinatos se le habían quitado con el paso de los días. Poco a poco se fue sintiendo asqueada de haberle permitido tocar sus labios, si bien el no pidió permiso, ella tampoco se había negado, ya no escribía mas historias, esta no era la clase de aventuras que buscaba.
El Cuervo se dio cuenta de que el animo de Miranda iba en decadencia, y le causaba gracia creyendo que era un berrinche de niña malcriada, la llenaba de joyas y regalos, siempre le decía que era hermosa, que las mujeres que levantaba en cada puerto eran unos simios comparadas con su belleza, pero esto a Miranda no le gustaba en lo absoluto, no quería ser hermosa para un asesino brutal. No le importaban las joyas, no le importaba la buena comida, ni los buenos vestidos que el Cuervo le regalaba y que estaban sin usar, ella prefería vestir cómodamente, a final de cuentas si iba a vivir en cuna de oro, mejor se hubiera quedado en casa.
El eclipse piso tierra firme y según corrían los rumores se quedarían varios días, pues el Cuervo seguía buscando información acerca de el barco fantasma que le había arrebatado el orgullo del Valkiria, dio algunas monedas de oro a Miranda y le dijo que podía andar por el puerto y comprarse lo que quisiera, mas Miranda las dejo ahí mismo sin siquiera voltear a verlas, no quería dinero manchado de sangre, no de esta manera.
Anduvo caminando por el puerto, y el olor a arena y mar la hizo que se sintiera mucho mejor, hasta sintió un poco de hambre, e inmediatamente se arrepintió de no haber cogido las monedas que el cuervo le había dado, pero no le importo, aquí nadie la conocía. Decidió entrar en una posada y se sentó en la barra ordenando de comer y de beber. Fue atendida por una simpática joven que estaba sonrojada pues su padre le estaba reprimiendo por llegar tarde al trabajo.
-¡Te lo he dicho Maria Fernanda que aquí tenemos clientes que bajan a desayunar temprano y debes estar ayudándome!- le decía a gritos el dueño de la posada a quien los que debieran ser sus inquilinos saludaban como don Rafael.
Miranda tomo su jugo de naranja y engullo su sopa rápidamente, advirtiendo que como Don Rafael estaba ocupado reprimiendo a su hija, era una buena oportunidad para escabullirse sin pagar. Despistadamente se levanto de su asiento, hecho un breve vistazo a su alrededor asegurándose que nadie le prestaba atención y se dirigió a la salida.
Un brazo de hierro la tomo por la cintura, girándola cuidadosamente como si se tratara de una pareja que estaba bailando y la miro directamente a los ojos.
-No te parece que se te olvida algo?-le pregunto el joven sonriendo. Miranda se perdió en esas pupilas oscuras mientras se maravillaba de los músculos del brazo vigoroso que la tenia aferrada por la cintura.
Miranda no supo que responder.
-No creerás que te iras sin pagar verdad- le dijo en tono burlesco mientras la alegre camarera de nombre Maria Fernanda lo saludaba con un “Hola Tobías” muy cariñoso.
-Solo obsérvame- le respondió Miranda con coquetería, acercando su boca deliberadamente a la del joven para responderle, al mismo tiempo que le daba un puntapié en la entrepierna haciendo que el joven se doblara por el dolor y la soltara inmediatamente y así emprender su carrera fuera de ese lugar,.
Mas la mente de Miranda se encontraba muy confundida, no sabia si realmente quería regresar de vuelta a bordo del Eclipse.
SIGUIENTE