La Deuda V

Desde los primeros días siguientes a la partida de Valeria, se extrañaron terriblemente. No tenían muchas formas de comunicación y apelaron a la escritura de cartas, casi a diario. Ella lo necesitaba como nunca y el seguía sintiéndose anclado al juego del destino.

A fines de un Enero muy caluroso, Tía Amalia finalmente resignó su lucha. Los que siguieron fueron días de profundo desasosiego, en donde Félix y tía Esther se apoyaron mutuamente para poder atravesar la tristeza y el dolor agobiante, muy lentamente. Aunque ya nada volvería a ser lo mismo.

Poco tiempo después del funeral, tía Esther se enteró de la encrucijada que había atravesado la pareja y con mucho dolor y comprensión instó a Félix a seguir adelante con su vida, ir en pos de sus metas y reunirse con la persona que amaba.

Los sentimientos del muchacho se debatían fieramente en su interior. Deseaba volver a estar con Valeria pero se preguntaba una y otra vez que iba a ser de la tía sin él. Cómo iba a poder subsistir. El, más que nadie, conocía las limitaciones fisicas y económicas que afectaban a su anciana y querida tía.

Unas semanas después, Félix recibió la acostumbrada correspondencia de Valeria. Una extensa carta en la que le describía los pormenores de su semana de trabajo, lo ocupada que había estado, lo bien que la trataban y lo ruidosa que era la vida en la Capital. Ah, también ya se había matriculado en la facultad para asistir a clases nocturnas. Sobre el final, volvía sutilmente al ataque para que él viajara cuanto antes a reunirse con ella. ¡Lo extrañaba y necesitaba tanto...!. Y pegado apenas con cinta adhesiva al borde inferior del papel, le mandaba el pasaje para el tren. Eso era todo. Alguien que lo quería desde lejos estaba tomando una difícil decisión por él y alguien cerca, que lo quería desde sus más tempranos recuerdos, lo empujaba a aceptar y volar.

El tren salía a las 5:30 de la tarde. Félix era el único pasajero sobre el andén con dos valijitas que resumían escuetamente todas sus pertenencias. Habían decidido evitar el desborde sentimental de la despedida y por eso se hallaba allí solo. Tía Esther sufría silenciosamente en casa. Se sentó sobre el banco de madera lustrada, totalmente abstraído en sus pensamientos y toda una vida, que no había sido fácil, pero en la que habían abundado el amor y la dedicación, desfiló por su mente. Sus primeros pasos guiados pacientemente, las lecturas de cuentos fantásticos, la confección de su ropa, la curación de sus nanas, la ayuda con los deberes, la paz infinita de las noches de verano y las comidas calientes del invierno...

Se escuchó, nitido, el silvato del tren que se aproximaba. Félix suspiró profundamente. Se levantó decidido, tomó ambas maletas y caminó como en un trance hasta el final del andén. Se detuvo allí por un instante, sin mirar atrás hacia el tren que llegaba jadeando. Luego, trasponiendo el molinete, salió a la calle.
Mientras la cruzaba a paso vivo, pensó en la grata sorpresa que iba a darle a la tía, que seguramente a esa hora estaría calentando el agua para el mate.

Lo sabía...sabía que no se iría..!! ¿de verdad es el fin del relato..? ¿no puede llevarse a la capital a su tía Esther..?...

Cuantas veces nos pone la vida a prueba ; Félix hizo, por muy duro que parezca, lo correcto. Jamás hubiera sido féliz con Valeria sintiéndose culpable ; ¡ aunque no lo sea ! pero por el carácter noble del protagonista sé que si se hubiera ido con Valeria no hubiera funcionado al 100% la realción. Ese muchacho, Félix, es un hombre, un hombre con principios, un hombre bueno que no será féliz jamás...........................;

Jolines Jose..! me gustaría que siguieras com más "deudas", quizás sea por mi carácter un tanto sensiblona, pero cómo me hubiera gustado que ese niño huérfano, adoptado por sus tías, amante de la lectura, noble y educado, y enamorado....cómo me hubiera gustado verle completamente féliz...

EXCELENTE Jose....! a pesar del final..!


Ha sido un placer pasar con vos un cachito de mi mañana de domingo.

Un cariño bien grandote..!......

Lo adivinaste, Pili. La opcion de llevarse a la tia para la capital quedo descartada, porque aqui la gente que se cria y vive toda la vida en un pueblo, sufriria tremendamente si tuviera que hacer ese cambio. La vida en la capital es ruidosa y muy acelerada y Felix, por su personalidad, jamas hubiera podido sugerirle eso a su tia.
Asi que, quien sabe... En el futuro quizas haya una segunda oportunidad para la pareja. La vida da tantas vueltas...
Querida amiga, siempre fue, es y sera un placer enorme verte presente por mis escritos. Sabes lo profundamente agradecido que me siento por ello y por tu amistad siempre presente, vaya donde vaya.
Pronto voy a subir el segundo cuento que escribi, tambien un poco largo, y tengo la impresion, por el tema, que te va a gustar...
Te envio un beso y abrazo muy grandes, mi agradecimiento y todo mi sincero cariño,
Jose

Bueno, José, voy llegando al final de esta Deuda que tiene Félix con su propia felicidad y con la gratitud que lo moviliza. Un excelente relato que me hace decir, como Pili, "como me gustaría verlo feliz con Valeria. Un abrazo.Silvina

Muchas gracias por tu paciencia y tu lectura, Silvina. Viste? Yo tambien estuve muy tentado de escribir un final feliz, porque me encantan y porque soy re-cholulo. Pero despues me decidi por algo mas acorde a lo que es la vida misma, que no siempre es tan feliz. Y bueno, ahi esta el resultado... Una pugna entre dos amores diferentes, donde, por esta vez, gano el sentido del deber. Aprecio de verdad tu constancia y tus comentarios, amiga. Un fuerte abrazo de vuelta,
Jose