INÚTIL CATÁLOGO MENTAL

Tapizado de hojas otoñales, el camino se angosta a lo lejos flanqueado por árboles de alto porte y copas entrelazadas. El conjunto produce una infinita concatenación de efectos y causas; siluetas y contornos caprichosos sujetos a la luz de un azar benéfico. Los jóvenes amantes, suavemente asidos del talle, disfrutan de la atmósfera paradisíaca hollando montículos de hojas rojas y ramas marchitas. De tanto en tanto un beso ardiente sella el infinito.
El último que se han prodigado, resbala lentamente como gota de lubricante sobre el cuello de cisne de la chica, dejando un rastro ámbar en el hombro cribado de pecas marrones. En cierto momento adopta las formas caóticas de una amiba. Despedido como un proyectil perfora ampliamente el follaje crepitando en el espacio como fuego de artificio desplazado a un mundo remoto y desmemoriado.
El muchacho se deslía de su compañera y se lanza por ese intersticio de órdenes sagradas traspasándolo limpiamente. El impulso lo eleva por los aires quedando suspendido como un globo de helio. Goza maravillado del estado de inercia sin preocuparse si se trata de un vaticinio indescifrable.
Desde su posición la pista de remo luce tentadora. Un alargado plato verde tachonado de escamas reverberantes, intolerable de tan rico y siniestro.
En el bote “ocho” con timonel ocupa el asiento “tres” y la disputa se torna encarnizada con el otro bote de movilidad infalible e imágenes transparentes. El remo del “cuatro” se le incrusta en la espalda como un cuchillo y emerge a través del pecho enredado entre las vísceras. El timonel vocifera: -¡¡ Vamos, vamos,...no aflojen!¡ Estos gritos incomodan la inmemoria de las horas.

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La señora de enormes pechos y piernas enfundadas en grueso nylon (atadas con una liga por debajo de la rodilla) le pasa crema perfumada por la frente.
Pese al gesto desesperado el hacha baja inexorable. La mujer se aleja moviendo las anchas caderas cargando al hombro, como una res, el cuerpo tronchado a nivel de la boca.
La niña de trenzas, con el trozo de cabeza seccionado juega a pintarlo y peinarlo. Cuida de no mancharse con el líquido espeso alojado en el cuenco. Mirando para otro lado le engancha en una de las orejas una guirnalda esférica de Navidad, roja y brillante.

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(...)
¿Esta noche?...hay no sé...No, creo que no puedo. Carlitos está atravesando por una de sus crisis bravas; hace un rato se meó otra vez...la tercera. Ya no tengo ropa ni fuerzas para cambiarlo, estoy recansada.
(...)
¿El padre? Ese maldito desgraciado hace una semana que no se aparece y no tengo un peso. En serio “Chuchi”, hoy no puedo… ¿sabes cómo te extraño?, pero el pobrecito me necesita. No puedo moverme de aquí. Qué le vamos a hacer…
(...)
Si, si, llámame el sábado de tardecita, capaz que convenzo a mamá para que se quede un rato.
(...)
¡Ay, ¡ cállate guaso, no me digas esas cosas que ya me estoy poniendo húmeda. Bobo.

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La boca del guiñapo babea un hilo viscoso que gotea sobre el paño absorbente que le han puesto bajo la barbilla. Los ojos extraviados tratan de interpretar la mancha opaca que gira en torno a la bombilla de luz. Piernas y brazos cuelgan inertes como tallos podridos impedidos de expresar la inquietud inabordable.
- ¿Y ese chirimbolo Carlitos? ¿De dónde carajo...?, ¿Quién te lo ató al dedo si todo el tiempo estuviste conmigo? ¿Cómo...?

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¿Usted es pariente?
Si, soy el padre del muchacho que se llevaron y... fui marido de “ésta”. ¿Cómo los encontraron?
Un vecino relacionó la ausencia del pobre chico, siempre sentado en la puerta de la casa sobre su sillón de ruedas, con el olor nauseabundo proveniente de adentro. Nos llamó y bueno…nos encontramos con esto.
Parece que la occisa tuvo un infarto...pero no estamos seguros. El muchacho está vivo todavía pero muy deshidratado, vaya uno a saber cuánto tiempo lleva sin comer ni beber.
¿Qué es eso rojo que tiene pegado mi mujer en la lengua y los labios?
Son plaquitas de vidrio… Técnica está investigando

Locura total este relato , muy onirico, donde la primera parte se me antoja una pantalla de televisión donde se suceden hechos sin ningun sentido para quien lo mira, y la segunda parte, el efecto de esa imagen.
Algo como el cuento de la Gallina degollada de Quiroga, como para poder ejemplificar un poco la sensación que me trasmitio el cuento.
Interesante forma de escribir, intrincada, pero que atrapa.
Un gusto leerte