CÓMO ES LA VIDA VIVIDA DESDE LA TRISTEZA
En mi opinión, la tristeza es un estado de difícil explicación a través de las palabras: es una sensación o un sentimiento que no se puede encerrar en una definición porque abarca más de lo que se podría llegar a decir.
El diccionario dice que la tristeza es pesadumbre (padecimiento físico o moral, molestia, desazón) y que es melancolía (tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que quien la padece no encuentre gusto ni diversión en nada)
Desde luego que no es una situación deseada ni apetecible porque, aparentemente, no aporta nada de positivo y estar en ella siempre es una ingrata carga. Los remedios que se recomiendan tan gratuitamente como que hay que olvidar, cambiar la cara, pensar en otra cosa, reír y divertirse… son un poco inútiles, porque la tristeza no colabora siendo optimista, sino que más bien roba las fuerzas y el ánimo. Desde la tristeza la vida y el mundo no tienen brillo y ni el presente ni el futuro se presentan agradables.
“No puedes evitar que las aves de la tristeza pasen por encima de tu cabeza, pero puedes evitar que hagan un nido en tu cabello”, dice un proverbio chino. A mí no me parece mal estar triste un tiempo, breve, porque me parece que es una forma de conectar con el Uno Mismo, y estoy convencido de que la tristeza es una llamada urgente a la introspección. Lo que no me parece correcto es rendirse, o acomodarse en una zona de confort nada confortable y conformarse –aunque sea a regañadientes- sin hacer nada por evitarla o eliminarla. La tristeza ha de ser un estado para vivirla con atención mientras dura pero no para convertirla en un estado definitivo.
Una tristeza que se instala en el alma con la decisión de no moverse es una asesina. Matará primero nuestro ánimo, pero después se llevará por delante la esperanza, el porvenir, las ilusiones, la alegría y las sonrisas, y nos dejará en manos del desconsuelo, en una apatía que se reproduce a sí misma y se alarga convenciéndonos de que ese es nuestro presente y nuestro futuro. No hay más. El mundo y la vida se acaban ahí y así, eso es lo que nos hace creer desde su faceta pesimista. Hay que tener mucho cuidado y vigilarla porque suele venir de la mano de la apatía y si se juntan ambas en nuestra vida estamos perdidos: pueden convertirse en algo permanente y ese sí que puede ser realmente el fin.
Detrás–o al mismo tiempo- puede llegar la melancolía, que es una tristeza vaga pero profunda, que puede convertirse en permanente, y que “hace que quien la padece no encuentre gusto ni diversión en nada”. Y después de la tristeza –si ella persiste en quedarse o si persistimos en mantenerla- puede aparece la depresión.
Al mismo tiempo la tristeza tiene tendencia a aliarse con sentimientos que nos son perjudiciales; no se conforma con dejarnos sin un ánimo vivaz, sino que se acompaña de una búsqueda de la soledad, un pujante desconsuelo, un decaimiento y un abatimiento general, una pena y una angustia que no se pueden disimular, la pérdida de toda esperanza… todo se ve negro y aciago. Ni siquiera un rayo de luz esperanzador tiene permiso para presentarse.
Uno tiene la sensación de que no encuentra alicientes en la vida, que nada le motiva ni le emociona; la pesadumbre impera y el horizonte esperanzador se aleja más y más. Ni la cordura ni la objetividad tienen permiso para entrar, así que la tristeza tiene posibilidades de imponerse a cualquier otro estado y puede derrotar a cualquiera que venga con buenos ánimos y esperanza. Es más fuerte de lo que aparenta.
¿CÓMO AFRONTAR LA TRISTEZA?
Si la tristeza se prolonga en el tiempo, conviene visitar a un psicólogo antes de que se instale definitivamente y derive hacia algo peor.
Estas son algunas ideas de cosas que se pueden hacer:
- Aceptarla y darle un tiempo… pero no muy largo, no para siempre.
- Descubrir la causa, para poder buscarle una solución.
- Llorar… pero sólo lo que sea necesario hasta desahogarse.
- No culpabilizarse por estar así.
- No aislarse.
- Ocupar el tiempo y no centrarse exclusivamente en sus efectos.
- No descuidarse físicamente, ni el aspecto ni la higiene.
- Salir a la calle, aunque haya que obligarse.
- Quedar con amigos y pedir su apoyo.
- Tener una rutina o una disciplina para no anclarse en la tristeza.
- Hacer deporte, senderismo, paseos… estar al aire libre.
- Marcarse objetivos y cumplirlos, aunque haya que obligarse.
- Buscar emociones positivas y motivos para sentir felicidad.
- Buscar ayuda profesional.
Si estás en esta situación… tómatelo muy en serio. Haz todo lo necesario para salir de ese estado. Cuídate.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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