Su último deseo…Había salido de terapia intensiva y se estaba recuperando muy bien.
La idea le rondaba la mente hacía meses. Cuando comenzó su enfermedad hizo lo que se suele hacer en estos casos: un balance. En ese debe y haber pasaron amigos, familia, compañeros de trabajo, situaciones, las alegres y las angustiosas y… todos sus hombres. En ese momento se le ocurrió.
-Si me tengo que morir quisiera ver a todos mis amores nuevamente-
Luego llegó la internación, la cirugía y esta recuperación acelerada. Se esmeraba en cumplir religiosamente el tratamiento, además de no descuidar su aspecto personal, es más, trataba de mejorarlo y se la veía bien.
Comenzó la difícil tarea de lograr ubicarlos, ocupación que tuvo infinitos obstáculos.
Se remontó a su primer grado en ese colegio privado al que fue sólo un año porque con su edad no la admitían en una escuela pública. Dos primos, Jorge y Carlos, cuando dio con uno fue fácil hallar al otro.
Escribió cuidadosamente la invitación.
“Queridos míos, ustedes formaron parte de mi vida amorosa, estoy enferma y no creo me quede mucho tiempo, me gustaría que concurrieran a mi casa a una cena de despedida de la vida, habrá exquisitas comidas y seguramente la charla será amena. Para sus vidas significan dos horitas, para la mía es mi última voluntad y representará el cierre de muchas cosas, por favor lleven un cartelito con su nombre así no habrá confusiones”
¿Le van a negar un último deseo a una desahuciada?“
-Perfecto- pensó- a los hombres se los maneja magistralmente con la culpa, talvez juego sucio pero el motivo lo amerita-
Esa esquela les llegó por diversos medios a los destinatarios, correo, mail, mensaje de texto, no quiso llamarlos, no quería que la escucharan antes del evento.
No ubicó a todos, pero los más importantes estaban avisados, omitió adrede a otros que habían sido demasiado importantes y a los intrascendentes, ella los elegía de acuerdo con las vivencias que conservaba en su interior, cada uno de ellos le había dejado algo, agradable , doloroso, sorpresivo, y su elección se basaba en determinar si algo había cambiado en ella a partir de cada cual.
Se preparó para ese día como para una graduación o una boda, un vestido negro, sencillo, elegante, el pelo suelto, poco maquillaje y la imagen del espejo le dijo que no estaba nada mal.
-Veremos cómo están ellos-
La mesa estaba tendida, en cada plato un souvenir que decía: “Gracias por haber sido parte de mis días, y estar en el final”.
Llegaron tímidamente, a algunos no los reconoció, el cartelito fue en su auxilio, con algunos se dieron la mano como quien se ve por primera vez, con otros un sentido abrazo, alguno le provocó esa puntada en el estómago de antaño.
Se sentaron en el living donde había preparado una excelente recepción. Se sentía plena, dueña de la situación, no como en otros tiempos en que algunos de ellos la hicieron sentir tan vulnerable.
Curiosamente faltaban sus dos maridos legales, uno porque lo había seguido viendo por sus hijos, el otro porque seguían en contacto en una especie de vínculo fraternal y después de la pasión, el enamoramiento, la separación y el dolor, la relación con otro status era de una transparencia y cariño incomparables.
Estaba quien fuera su primer novio, su primer amor, ese deslumbramiento que la recorrió entera cuando en aquella época adolescente, ese rubio insolente la había hecho conocer el amor con todo el dolor que implica, ni siquiera se habían conocido en la intimidad, pero fueron los primeros besos, estreno de esa mujer que fuera en el futuro. Él estaba muy bien, una madurez elegante, muy buena posición que denotaba tranquilidad y seguridad. Recordó esas escenas de llanto cuando ponía el tema musical pertinente, Inolvidable por Tito Rodríguez y lloraba acurrucada en un sillón o abrazando la almohada, escribiendo hojas y más hojas de ese diario que decía la verdad a medias por temor a que su madre lo leyera. Estaba como escrito en clave para que nadie que violara supiera algo de su intimidad, aunque no había nada censurable, vivió su adolescencia sin grandes sobresaltos.
Luego el matrimonio, los hijos, las desilusiones, el amor furtivo…aquél estaba ahí, ése, el que más había amado, quien fuera profesor en las artes amatorias, el que la hizo olvidar los preceptos firmemente impuestos, un matrimonio aparente y mujer con él en esos pequeños ratos de plenitud. Por él lloró, con él aprendió, supo lo que era amar cada milímetro de un cuerpo ajeno, cada bocanada de aire inspirada por él, en función, por y para él. Su experiencia de vida era mayor y vio que era una vulnerable mujer que se sentía poco amada y abandonada y aprovechó la situación, y ella se dejó. Fue de esos amores que dejan huellas profundas, por abrir un espectro de cosas desconocidas y provocar sensaciones ignoradas.
Pero allí estaba él hoy, canoso, y con las mismas bromas que en su momento la habían hecho reír y no provocaban ya su risa, queriendo ser centro, como antes, pero frente a otros que llegaron después cuando ya no era tan ingenua y sabía algo más de la vida, no mucho…nunca se sabe mucho.
Después aquellos fugaces, el de pocos meses, los intrascendentes, los necesarios para llenar momentos de desesperada soledad, en que precisaba esa caricia insulsa y las frases de amor sin sentido, sólo para sentirse viva y olvidar al verdadero, al ausente, al hueco de esa cabeza en la almohada que era irreemplazable.
Maliciosamente pensaba que con algunas características de cada uno sumadas a los otros se lograría un hombre casi perfecto, con uno había compartido el amor por la poesía, compartieron el mismo tipo de humor, fueron amigos, amantes a medias, compinches y con él traspasó límites con aquella inconsciencia del descubrimiento a destiempo. Estaba ese pequeño buen hombre que la había amado pero a quien no supo querer o no pudo, el que le hubiera facilitado la vida en muchos aspectos, ya no hubiera tenido que preocuparse por el dinero que no alcanzaba a fin de mes. Pero su temperamento emotivo y sensible necesitaba más que tranquilidad, desesperadamente sentir.
El hombre que sentó una nueva forma de amar, sin amar, sólo sensaciones, tremendas, pasionales, un loco amor en el que todas las fantasías fueron cristalizadas, después de mucho tiempo comprendió que había conocido el sexo con alguien que era su perfecta mitad, se entendían de maravillas, piel contra piel él representó el juego de seducción más perfecto.
Otro amor que no fue, diferencias de estilos de vida los separaron, sabía que hubiera podido amarlo mucho pero quedó ahí, en un inicio y una renuncia de común acuerdo, se miraron tiernamente, ese ideal que habían inventado no se transformó en realidad de boletas para pagar y comida para abastecerse. Sólo fueron cafés en algunos bares, las manos unidas y soñando lo que no podía ser.
Después de un rato cuando la cena terminó, estaban alegres y se produjo un ambiente de camaradería que la hizo feliz.
Allí entre sus amores volvió a sentir todo nuevamente pero como el tiempo borra las circunstancias más dolorosas, solamente lo mejor de cada uno salió a la luz.
Por eso, con sus días contados, supo que era una buena despedida de la vida, amando a todos y a ninguno, al mismo tiempo y en el mismo lugar.
Lili Frezza
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