EL DIAMANTE
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por Alejandra Correas Vázquez
Era la mitad de la mañana. Faltaban pocas horas para el mediodía. Pudieron ellos ver desde adentro, ya sentados junto a las mesadas de mármol donde se amasaba la arcilla, mezclando el caolín con la greda, cómo todo detrás de la ventana abierta al patio, brillaba con una claridad de luz y de siesta.
Azucena percibió el hechizo de las manos en aquellos ceramistas, igual al misterio de sus mirabas absortas en el modelado. Como un juego encantador y constructivo, que la vida habíale obsequiado en mitad del camino, para guiarla hacia una nueva ruta cordobesa. Un mundo allí perviviente. A pesar de las duras batallas callejeras de aquellos tiempos de subversion y disturbios.
Ignoraba cómo se detuvo. Ignoraba cómo y cuándo comprendió que la fragancia terrosa de la arcilla, del caolín y la greda, la acompañaban desde lejos. Desde su vida en la sierra. Desde la naturaleza virgen donde ella volvióse mujer, y eran parte y realidad de una multitud de imágenes que ella venía recreando desde su pasado. Porque la arcilla, los óxidos y los carbonatos eran parte de la sierra. Pero de una sierra distinta, ahora reelaborada por ella.
Afuera del taller de cerámica, detrás de la puerta labrada y antigua que refugiaba a los ceramistas, frente a una calle adoquinada, dominaba la subversión y la represión. Se cubrían de fuegos tétricos el escenario de Córdoba... La Docta, la lacerada.
Dramas. Disturbios. Muerte. Violencias y víctimas. Asaltos y asesinatos. Un submundo quería transmutar a un viejo mundo sin talento —en forma desmedida— y para lograrlo convocaba a la tragedia para sí y para todos. No tenían genialidad ni los subversivos ni los represivos.
Pero había sí, mucho dolor. Mucha pérdida para todos y mucho desgaste para Córdoba, una ciudad universitaria, mediterránea, alejada de puertos y fronteras, aislada del mundo en el Cono Sur sudamericano donde todo fuera durante cuatro siglos, casi un milagro. Obra del esfuerzo tenaz de sus habitantes en un medio difícil, desde el comienzo. Cuando la fundación en 1573, donde antes nada existía, sobre un sitio primitivo y salvaje.
Jóvenes imberbes, niños casi, se sentían héroes y eran asesinos. Represores maduros actuaban como salvadores de una sociedad desconcertada, y cometían crímenes. Pero los ceramistas estaban allí en aquella mañana de agosto, a fines de invierno, modelando y coloreando, construyendo para la mañana siguiente, cuando todo este infierno dantesco fuese pasto de olvido.
Alguno... Uno al menos entre ellos, hallaría el Diamante.
¡Volverá!
Pero será el día en que estés preparado para incorporarlo.
Tu ser íntimo continúa en ostracismo y aguarda.
Puedes ser el elegido. Créelo. Créeme.
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