¿LO QUE NO RECORDAMOS ES COMO SI NO HUBIESE EXISTIDO?
En mi opinión, creer ciegamente en algunas de esas frases que suenan impactantes y verdaderas, que suponemos que tienen que ser muy ciertas porque seguro que las ha creado alguien inteligente, induce en muchas ocasiones a errores y a veces a errores importantes.
Todo aquello que leamos o que escuchemos ha de ser revisado y elaborado desde nuestra propia experiencia y desde nuestra situación actual. De nada sirve repetir lo que aparenta ser bueno, o que realmente lo es, si lo dejamos sólo en la mente y no lo pasamos por el corazón. Tal vez este relato lo explique.
“Lo que no recordamos es como si no hubiese existido”. Así lo pensó. En el mismo instante se dio cuenta de que no era el primero en llegar a esa conclusión, que no era el summum de la inteligencia humana, pero le agradó mucho llegar por sí mismo a ese descubrimiento.
Aún se relamía de gusto su ego cuando le atacó otro pensamiento que, curiosamente, era el mismo pero convertido en interrogante o con una duda añadida: “¿Lo que no recordamos es como si no hubiese existido?”. Se le esfumó de golpe la vanidad que sintió al principio por el descubrimiento.
Necesitó un poco más de tiempo y comprensión para verificar y entender cuál de las dos propuestas distintas –la que afirma y la que duda- tendría razón.
Había leído que todo lo que ocurre deja una marca, incluso aunque desaparezca del recuerdo. Algunas veces son cosas imborrables porque las recordamos a menudo y a veces son matices mínimos, detalles casi inapreciables, pero que dejan su señal en algún sitio del inconsciente.
“La vida no cuenta los pasos que has dado, sino las huellas que has dejado”. Es una frase que él se repetía a menudo. Las cosas también se pueden contar por la huella que nos han dejado. Incluso las que permanecen en un olvido aparentemente plácido.
“Todo nos marca”, concluyó convencido y sin dar más explicaciones.
“El olvido se puede llevar el hecho, pero no el efecto que nos hizo”. Esta frase, creada por él, era lo mismo que habían dicho miles de personas antes pero le pareció que merecía el título de ser original y suya.
“Se puede borrar la memoria, pero… ¿se borra el dolor?”. Le gustó también haber descubierto esto. “Se curan las heridas, pero no se borran las cicatrices”. Dijo esto porque le había aparecido en la mente la imagen de un corazón lleno de heridas con costuras, con parches, con vendas.
“Lo que no recordamos SÍ existió”.
Se propuso atreverse con todo su pasado. Con la parte que había provocado él y con la parte de la que fue sólo víctima. Buscó los recuerdos, revolvió entre sus viejas fotografías, sus diarios de juventud; se atrevió con aquello que siempre evitó. Reconoció que su infancia fue terrible, pero supo comprender y aceptar y lo doloroso comenzó a diluirse mágicamente. Aceptó las carencias sentimentales en su infancia e inmediatamente pudo comprender que no fue culpable de ello. Se quitó la espina que le clavó Luz, su primera novieta, cuando le abandonó, y hasta fue capaz de enviarle un beso imaginario y risueño.
“El dolor es un invento malo e innecesario”, dijo sonriendo, “es una carga inútil”. Y siguió en la tarea de ir quitando el dolor de su pasado, de su presente y de su vida. El dolor no tendría un lugar en su futuro.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.